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Daniel Sánchez Arévalo dirige a Biel Montoro, que interpreta en la película al joven rebelde Héctor. José Carlos Rojo

Una 'odisea quijotesca' rodada en Cantabria

El Diario acompaña en un día de trabajo al equipo de 'Diecisiete', nuevo filme de Daniel Sánchez Arévalo | La grabación recorrió diferentes escenarios de la región, de septiembre a octubre del pasado año

José Carlos Rojo

Santander

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Sábado, 13 de octubre 2018

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«Yo no puedo comer cocido, eso es muy contundente, que luego tengo que hacer una película. Mejor ponme una crema de verduras», advierte Daniel Sánchez Arévalo. Es una de las últimas jornadas de rodajepero en la sobremesa de la comida el cineasta de 'Gordos' y 'Azuloscurocasinegro' parece muy concentrado, a veces ido, como si estuviera dando vueltas a los planos que va a preparar en unos minutos en el set trasladado al pueblo de Carmona.

Lo cierto es que el día es complicado. Toca visita de la prensa y la jornada arranca a las 15.30 horas para prolongarse hasta bien entrada la madrugada, a la una. «Es que grabamos parte por la noche», explica José Antonio Félez, el productor de la quinta película del director, titulada 'Diecisiete', que se rodó durante dos meses –desde el 3 de septiembre hasta el 3 de octubre de 2018– por escenarios de toda Cantabria.

«Esta historia es una odisea quijotesca, una road movie en busca de un perro que termina por convertirse en un viaje de unos hermanos que luchan por reencontrarse a sí mismos», resume Sánchez Arévalo sobre un guión que ha producido Netflix por 3 millones de euros. El filme se estrenará próximamente en la plataforma internacional, y es posible que también en cines, sobre todo si se quiere optar al goya –es requisito haber proyectado el filme en una pantalla grande para concurrir a concurso–. Lo hará, en primer lugar, en el Festival de San Sebastián.

Buena parte del equipo de producción viene de fuera, y en esa espera que es la esencia misma de la grabación de una película, alguien mira al cielo, luego al verdor de alrededor, y respira hondo, como empapándose de naturaleza. «Hemos tenido la suerte de que ha hecho buenísimo. Sólo nos ha llovido dos días, y con todos los exteriores que tenemos, es algo que se agradece», confiesa Félez. La idea es que el filme emane paisaje cántabro.

«Cuando escribí esta historia no la concebí para rodarla en Cantabria. No quise tener ninguna idea preconcebida;pero luego viajé por mi cuenta una semana a esta tierra que conozco muy bien y me puse a buscar localizaciones. Enseguida empecé a ver que aquí estaba todo lo que necesitábamos para narrar este viaje», cuenta Sánchez Arévalo.

Cantabria recurrente

Para el cineasta es un set repetido. Rodó antes en la región en el caso más conocido, 'Primos', que ha dejado un reguero de postales, carnaza de selfie, por los escenarios de Comillas. 'Gordos' también reunió un buen número de planos en Santander capital. En este caso han grabado en decenas de localizaciones, muchas de ellas rurales. Han estado en Santander ciudad, en Torrelavega y los alrededores de Sniace, Limpias, Viérnoles, Santoña, Liendo, Laredo, Cabezón de la Sal, la Asociación Protectora de Animales de Santander (Asproan) y el pueblo de Carmona, donde continúa el trabajo.

El ayudante de dirección pide silencio. Todo el mundo acude a sus puestos y los ojos del director quedan fijos en el combo –el monitor sobre el que puede ver en tiempo real la imagen que entra en plano–. Suena la claqueta y arranca la acción. Nacho Sánchez, en el papel de Ismael, y Biel Montoro, que es Héctor, interpretan unos diálogos de la película junto a una caravana con la que harán el viaje de la ficción. «Reencuádrame bien a Ismael a la izquierda», avisa Sánchez Arévalo al operador de cámara. Una máquina nueva. Modelo Alexa de la marca Arri, capaz de grabar en calidad 4K y sin compresión. Algo fundamental para aportar la mayor resolución de imagen que se puede dar ahora en cine. Un detalle, también, que permite luego hacer auténticas virguerias en postproducción.

Es solo una secuencia, apenas unos planos, pero esa simple muestra basta para intuir el tono del filme. «Es una historia intimista, de esas que te tocan por dentro. Siempre he pensado que son esas cosas que les suceden a nuestros seres queridos, a la familia, lo que nos emociona hasta lo más profundo». Tendrá ese toque agridulce que permanece como una impronta en todos los trabajos del cineasta. Un entorno al que también ha contribuido la producción, a cargo de Netflix.

«Agradecido a Netflix»

«Estoy muy agradecido a Netflix porque me ha permitido hacer mi película sin condicionantes. Ha sido como un reencuentro con el pasado, con los inicios», confiesa el autor de 'La isla de Alice', finalista del Premio Planeta 2015. «Trabajar con un equipo nuevo, volver a una historia intimista, como las que han poblado muchos de mis cortos, ha sido como un reseteo mental, pero sabiendo todo lo que sé ahora».

Quizá la producción sin descanso de sus cuatro primeras películas terminó por sobrecargar la mente creativa. Ahora el sentimiento es otro, el proyecto es otro. «Me siento muy liberado. Quiero que los personajes transmitan eso en la pantalla, que sientan esa misma liberación».

El rodaje se detiene de nuevo. Hay que esperar a que pase la nube, o a que se quede. «Tenemos que decidir si lo hacemos con sol o con sombra», advierte el director de fotografía cuando mira a un cielo con nubes dispersas. Seguir la continuidad ahí es complicado. A un lado, apartados y entre lonas negras, se resguardan los controles de sonido e imagen. In situ se realiza un etalonaje (proceso de laboratorio) preliminar de la imagen y todo lo grabado se sube a la nube y se manda a Madrid donde ya están trabajando en el premontaje. Todo va muy rápido, nadie tiene tiempo que perder. Tampoco el protagonista de la película, Héctor.

«Él deja el centro de menores en el que está encerrado aún sabiendo que se la juega, porque tiene que ir a buscar a su perro. El mismo perro con el que ha estado un tiempo haciendo una terapia de reinserción y que de pronto es adoptado. Él no lo acepta, pero es que también es su forma de responder con rebeldía a un mundo con el que está enfadado», expresa el joven actor Biel Montoro. Él, igual que su hermano en la ficción, tendrán que aprender a perder.

«Es algo fundamental en la vida», remarca Sánchez Arévalo. «Pero no en el sentido negativo. Aprendiendo a perder aprendes también a levantarte para intentarlo de nuevo con lo nuevo que sabes ahora. Creo que esa es la base de la evolución personal».

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