Germán Delibes de Castro: «Delibes era divertido, cariñoso y con un alto sentido de la responsabilidad»
El hijo del autor de 'El camino' participa el miércoles en las jornadas organizadas por el Aula de Cultura de El Diario Montañés en el Ateneo
Germán Delibes de Castro (Valladolid, 1949) es el próximo invitado del ciclo que ha organizado el Aula de Cultura de El Diario Montañés para conmemorar ... el centenario del escritor Miguel Delibes. Será el próximo miércoles, en el Ateneo a las 19.30 horas, durante una sesión en la que este prehistoriador y arqueólogo, catedrático de la Universidad de Valladolid, se centrará en el padre, más allá del autor. Le acompañará Fernando Zamácola, presidente de la Fundación Delibes.
-¿Le resulta muy difícil diferenciar a Miguel Delibes padre del escritor y Premio Cervantes?
-Siempre sería posible diferenciarlos, pero a mí me cuesta porque le sentía igual de cercano como padre que como escritor. La escritura no era algo hermético, que le llevara a encerrarse sobre sí mismo, sino al contrario, a través de sus comentarios solíamos saber del marchamo de sus libros, pues era bastante participativo en este aspecto. Luego está el hecho incuestionable de que en sus novelas hay mucho del Delibes personal, anécdotas que le ocurren a él o formas particulares de ver las cosas que a los más cercanos no nos cuesta identificar. El hombre y el escritor eran para mí la misma cara de la misma moneda.
-¿Cómo le recuerda?
-Fue una persona con una personalidad muy atractiva. Divertido, cariñoso, muy comprometido socialmente, con un alto sentido de la responsabilidad. Además fue un padre excepcional, muy próximo a sus hijos. Fue muy fácil vivir a su lado y cuando echo la vista atrás pienso que repetiría muy a gusto la infancia que me tocó vivir.
-¿La conmemoración del centenario ha quedado diluida por el covid?
-Es cierto que los actos conmemorativos del Centenario Delibes han sufrido como consecuencia de la pandemia, pero se han podido realizar decenas de ellos. Le diría, incluso, que casi todos los que nos habíamos planteado hacer desde la Fundación Miguel Delibes. Otra cosa es que con el confinamiento y las limitaciones para desplazarse no se haya podido acercar a ellas tanto público como lo hubiera hecho en condiciones normales. Pero aun así, estamos satisfechos.
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-¿Qué significan para usted Molledo y Cantabria?
-Para mi padre significaban tanto, que aprovechaba cualquier oportunidad para presentarse por allí. Tenía un sentimiento tan vivo y al mismo tiempo tan profundo del paisaje montañés que cuando se casó no dudó en ir a Molledo de viaje de novios por el deseo de compartir con Ángeles, mi madre, todas las emociones y los recuerdos que atesoraba de su infancia allí, muchos plasmados en su novela 'El camino'. Con los hijos ocurrió algo parecido, de ahí nuestros veraneos familiares en Suances y en Molledo. Y a todos Cantabria -aprovecho para decir que Delibes no llegó a acostumbrarse a llamar así a esta tierra, para disgusto de Miguel Ángel Revilla- nos caló muy hondo, pues seguimos yendo con asiduidad y disfrutamos de las hoces del Besaya y del majestuoso Pico Jano como lo hizo él.
-Cuando conoció a su madre, su padre recorría en bicicleta los casi cien kilómetros que hay de Molledo a Sedano para poder visitarla. Su familia, como homenaje, repitió esta 'hazaña'. ¿Cómo la vivieron?
-Cierto. En los años 40 del siglo pasado mi padre, para ver a la que entonces era su novia y luego su esposa, hacía ese recorrido. Cuando falleció en 2010, sus hijos y nietos decidimos repetir su periplo pero en sentido inverso, de Sedano a Molledo. Lo llamamos la Clásica MAX, que es como firmaba las caricaturas que publicó siendo un muchacho en El Norte de Castilla y hemos celebrado ya la friolera de diez ediciones, sólo interrumpidas el año 2020 por el covid. Es un día muy especial para toda la familia que rematamos con una comida, acompañados por algunos parientes que nos reciben jubilosamente en el valle de Iguña. No le puedo negar que algunos, con tantos años encima, empezamos a llegar derrengados, aunque puede más la alegría de superar el reto y del encuentro familiar.
«Una preocupación constante es fomentar la lectura de la obra de Delibes entre los niños»
LA FUNDACIÓN
-En este foro del Aula de El Diario se dijo en la última sesión que Delibes era un hombre profundamente escéptico con la sociedad y la política y se destacó su condición de humanista. ¿Coincide con esas definiciones?
-En gran medida, sí. Era un hombre depresivo y con una sensibilidad a flor de piel, de manera que no le costaba mucho ver la cara menos amable de la vida. Pero, en el fondo, era una persona constructiva. Todas las denuncias políticas, sociales, religiosas que aparecen en sus libros denotan un deseo de perfección y cierta fe en el futuro. Era un hombre de convicciones y creía en los valores humanos. Otra cosa es la desesperanza que le producía que los humanos tropezáramos tantas veces en las mismas piedras, sin aprender del pasado. Pero no era para nada un fatalista.
-Amaba el campo y la naturaleza ¿Cómo cree que hubiera vivido esta pandemia?
-Lo he pensado muchas veces y creo que la hubiera llevado muy mal. No me lo puedo imaginar, sin salir al monte a disfrutar del aire libre ni confinado sin ver la calle, porque en su caso eran cosas esenciales para conservar el ánimo. Pero, al mismo tiempo, por más que no tuviera paciencia al cruzar la calle para esperar a que el semáforo se pusiera en verde, era un buen ciudadano y seguro que hubiera actuado de manera ejemplar. Eso sí, no habría quien le quitara de la cabeza que el virus era una nueva muestra del hartazgo del planeta Tierra por el maltrato al que le venimos sometiendo.
-Dijo en alguna ocasión que era un cazador que escribía, ¿Comparte esa afición con él?
-Era cazador y escribió varios libros de caza. Algunos de sus hijos y nietos hemos heredado su pasión cinegética. Y en cuanto a escribir, lo hacemos todos, pero ninguno se ha atrevido con la literatura de ficción.
-Usted, como sus hermanos, es patrono de la Fundación Miguel Delibes, ¿qué objetivos se han marcado a corto plazo?
-Ha acabado el año del Centenario Delibes pero seguimos empeñados en difundir sus valores humanos y literarios. Y la verdad es que no predicamos en el desierto, pues la respuesta del público a nuestras actividades es muy entusiasta, dando a entender que Delibes, su pensamiento y su literatura, continúan vivos entre nosotros. Hay muchos proyectos, pero una preocupación constante es fomentar la lectura de Delibes entre los niños.
-Recomiéndenos un libro de su padre.
-Siempre me ha gustado mucho 'La hoja roja', que escribió cuando tenía 35 años. Me impresiona la capacidad y la lucidez que tuvo para meterse en el cuerpo de un jubilado octogenario. Es un libro triste, como muchos de los suyos, en el que el protagonista poco a poco va viéndose abandonado por todos los que fueron fundamentales en su vida, por sus amigos e incluso por su propia familia, pero al final, como siempre, Delibes acaba encontrando una salida esperanzadora para su soledad.
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