«Los escritores no somos historiadores, pero debemos buscar la verosimilitud»
El autor madrileño presenta mañana en la librería Gil su última novela, 'Los dos reyes', la sexta entrega de su detective Juan Urbano
Benjamín Prado (Madrid, 1961) asegura que escribe para hacerse preguntas y que no le interesa hacerlo si ya conoce las respuestas. Su última novela, 'Los ... dos reyes' (Alfaguara), que presentará mañana en la librería Gil, parte de uno de estos interrogantes. ¿Por qué España se limita a ver el Sahara como un desierto y en Marruecos se conoce como el río del oro? Esa cuestión, su interés desde niño por la histórica Marcha Verde, y, sobre todo, un hecho histórico muy poco conocido y relacionado con un fallido golpe de Estado al rey Hassan II le llevó a embarcar al protagonista de su saga, el profesor de literatura y detective Juan Urbano, en una nueva aventura. La presentación será a las 13.00 horas y estará acompañado por la periodista de El Diario Montañés y escritora Marta San Miguel.
–En este libro desentierra uno de esos episodios históricos poco conocidos que tanto le gustan.
–El libro habla también de dos países separados por su cercanía, que es algo que solo pasa entre los vecinos. Cuanto más cerca estás por más cosas te peleas. Dos países con sus particularidades. No es ninguna tontería que estén en distintos continentes, ni que sean la puerta de entrada o salida de un continente al otro. Tampoco que tengan diferentes religiones... Todas esas diferencias marcan una tensión que, para una novela, está muy bien.
–Se ha documentado mucho. ¿Qué ha aprendido de estos dos países que desconozcamos?
–Muchas cosas. Todas mis novelas surgen de preguntas porque sí conozco las respuestas ya no me interesan. Escribo para aprender y, al ser posible, enseñárselo al que lo lea. En esta historia había varias preguntas. En todas mis obras intento reconstruir la trama económica que hay detrás de cada suceso porque vivimos en un mundo en el que la palabra dinero está en el centro neurálgico de todas las cosas. Yo me pregunté por qué cuando nosotros hablamos el Sahara pensamos en un desierto, y nuestra idea de desierto es un lugar donde no hay nada, y, sin embargo, en Marruecos lo llaman el río del oro.
–¿Por qué?
–Cuando me puse a investigar encontré cosas sobre Marruecos que ignoraba, como el negocio que hay montado en torno a la venta de arena que, además, es el segundo bien natural más escaso del planeta después del agua. Sin arena no habría infraestructuras, ni teléfonos, ni muchos cosméticos... ni tampoco se podría regenerar o inventar playas, como la de las Teresitas en Tenerife. Todo esto lo aprendí escribiendo 'Los dos reyes'. De hecho yo quería titular el libro 'Los traficantes de arena', pero me dijo mi editora que sonaba a novela publicada hace treinta años.
–¿Cuál es la principal diferencia entre España y Marruecos?
–¿Las que se ven o las que no se quieren ver? Por ejemplo, me hace mucha gracia cuando se habla de las similitudes de las dos monarquías. No es cierto. La española está sujeta al control del Parlamento mientras que en Marruecos lo está a una Constitución que dice que el poder es entero del Rey y de una oligarquía con la que se reparte el dinero. La trama del libro está montada en torno a esa idea y la realidad me lo puso muy fácil para crear una historia de las que me gustan: con acción, misterio, amor y con unos sustratos históricos.
«En enero o febrero publicaré mi nuevo poemario. Llevo ocho años trabajando en él»
–¿Sería capaz de resumir el papel de España en el Sahara desde que abandonó el territorio?
–Un papel feo, el del traidor. La primera decisión como jefe del Estado del Rey emérito fue traicionar a los saharauis y salir corriendo, y la última decisión que hemos conocido por parte del presidente de este Gobierno ha sido devolvérselo a Marruecos, por razones que aún no han sido explicadas, por cierto.
– ¿'Los dos reyes' es su novela más policiaca o más histórica?
–Siempre tengo la ilusión de que sean más policiacas, más de misterio, intriga, amor... y que la Historia esté en el fondo. No soy ensayista, ni historiador y lo que me importa no es que se me juzgue por como reflejo a Hassan II si no como meto a mis personajes de ficción en la Historia, aunque para mí algo muy importante en una novela es que sea verosímil.
– Hay muchos detectives en la novela negra actual con tirón entre los lectores. Desde el sargento Bevilacqua, creado por Lorenzo Silva, a Amaia Salazar de Dolores Redondo o Petra Delicado de Alicia Giménez Barlett... ¿Por qué debemos enamorarnos de Juan Urbano?
–Porque es un tipo irresistible con todas sus contradicciones. No es un personaje plano ni al uso. Es un profesor de literatura que le da mucho valor a los autores clásicos y que ha hecho un viaje muy largo, como ya avisé en la primera entrega, que se resume cambiando una sola letra porque va desde el cinismo con 'n' al civismo con 'v'. Una persona que, en principio, no creía en nada, ni en su trabajo, ni en las relaciones personales – no te digo ya en el amor–, pero que cuando encuentra tareas nobles por las que luchar va mejorando como persona. En ese sentido se parece a los detectives de las novelas negras más clásicas, que al final se quedan sin la pasta y sin la chica pero han restablecido la verdad.
«Para los herederos, el poeta es la gallina de los huevos de oro»
«A la Fundación Rafael Alberti, Pepe Caballero Bonald la llamaba, con mucha gracia, la Fundición porque decía que los herederos del poeta se habían fundido el patrimonio que había legado a Cádiz y que apenas había llegado a la ciudad una mínima parte», asegura Benjamín Prado cuando se le pregunta por esta Fundación y la última polémica relacionada con la entrada de nuevos miembros al Patronato. «En realidad ha sido todo un movimiento extraño. Su viuda, María Asunción Mateo, salió de allí después de una serie de demandas y sospechas denunciadas por los trabajadores, pero todo ha sido llegar Vox a la Junta y volverla a poner», dice Prado quien fue gran amigo de Alberti. «Me parece un triste destino para un comunista de carné en el bolsillo como era Rafael y un símbolo de la Transición, pero lo cierto es que el problema del manejo que se ha hecho de su legado y de su figura, al que los herederos parecen haber considerado como una gallina de los huevos de oro, ha hecho que este poeta esté desaparecido en combate porque claro, si cada vez que vas a hacer una antología te piden 50.000 euros...».
–Dedica su libro a Almudena Grandes, su amiga.
–Hay una cosa muy rara y preciosa que está ocurriendo con ella y es que en este país, que es muy de cuerpo presente, es decir que se muere Cela y nadie vuelve a leer una novela suya o Alberti y desaparece, la gente sigue leyendo de manera masiva los libros de Almudena. Primero por que es muy buena escritora y segundo porque ha dejado un poso de gratitud en mucha gente. Y eso me encanta.
–Su mujer es cántabra y pasa muchas temporadas en Santander. ¿Se ha planteado ambientar aquí una de estas tramas?
–Me he planteado muchas veces ambientar una novela en Santander y aquí hay muchos hechos atractivos para hacerlo como el incendio de 1941, la explosión del Machichaco o la época de Gerardo Diego. Pero la clave de esta serie es contar en diez episodios, este es el sexto, algunos momentos de nuestra Historia más o menos reciente de los que o bien no se conoce nada o sobre los que creemos saber bastante pero que hay cosas que aclarar. Si alguien me cuenta alguno de estos sobre Cantabria, no lo dudaría.
–Últimamente también da muchos conciertos ¿Ha encontrado un refugio en la música?
–Uno de mis primeros libros de poemas se llama 'Refugio contra la tormenta' que, precisamente, es la traducción de una canción de Bob Dylan. Siempre tengo música puesta, hasta para escribir. Hace muchos años empecé a hacer lecturas de poemas con grupos de rock y gente como Coque Malla o Pereza... y aunque ahora lo hace mucha gente a mí me criticaron de lo lindo. Siempre he pensado que contribuye a llevar la poesía a lugares donde no era esperada. No lo considero parte de mi vida, pero me divierte.
–¿Ha cambiado la poesía por las redes sociales?
–No. Tuve la suerte de conocer a Alberti cuando era muy jovencito y él me decía siempre que no me convirtiera en uno de esos cascarrabias que se dedican a competir con los jóvenes. Por eso cuando empezaron las redes y el mundo auguraba que iban a acabar con todo yo confié en que no. Creo que hay gente muy interesante que ha nacido en blog, poetas que miran las cosas desde un punto de vista que yo ya no tengo. Y en este, como en todos los oficios, hay que entregar el testigo a las nuevas generaciones. Es más importante el género que quienes lo practican.
«España la ha abandonado muchas veces. Ha desempeñado un papel muy feo, el de traidor»
el sáhara
–Hay quien dice que está desatado en twitter.
–Me parece un lugar de expresión muy interesante y hay malvados, sí, pero como en todas las partes. El soporte no es lo relevante, si no la gente que lo usa. Ya me gustaría poder bloquear en la vida real a todos los imbéciles como se hace en las redes sociales. Lo firmo ahora mismo. Solo hay una cosa que no me gusta, que no se prohiba el anonimato.
–Al final, no me ha dicho si sigue escribiendo o no poesía.
–Sí. Llevo ocho años con el libro nuevo de poemas, por suerte soy más rápido con las novelas. El caso es que iba a haberlo publicado este año, pero he tenido muchas presentaciones y no he querido contraprogramarme a mí mismo ni romperme la cabeza, de tal forma que lo sacaré a principios de año o en febrero.
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