«No hay personaje más fácil de crear que un psicópata»
Hoy se sube a la tribuna de los Martes Literarios para repasar su obra que estos días avanza en San Vicente de la Barquera
El escritor y crítico literario José María Guelbenzu (Madrid, 1944) se sube hoy a la tribuna de los Martes Literarios, que patrocina El Diario, en ... la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) para hablar sobre su trayectoria–pasado, presente y futuro– (19.00 horas). Buena parte de la charla se centrará en su personaje la juez Mariana de Marco. En 2001, cuando dio vida a la juez en su novela 'No acosen al asesino' se fijó como objetivo publicar diez novelas. Acaba de lanzar la número nueve, 'O calle para siempre' y, mientras escribe la última, desconoce si el público le pedirá más o no porque «el final será tremendo».
–Viene a Santander para repasar su trayectoria, ¿cómo empezó todo?
–Con quince años me dedicaba a hacer periodismo juvenil y dibujaba cómics para mis compañeros del colegio a los que, por una cantidad modestísima, les entregaba su ejemplar. En aquel tiempo tenía que dibujar tantos cómics como suscriptores. Ese fue el comienzo, junto con las lecturas. Y como profesional, mi primer recuerdo es cuando me presenté al premio Biblioteca Breve en 1967, que ganó Carlos Fuentes y quedé finalista. Gracias a eso, Carlos Barral me editó el libro y desde entonces no he tenido ningún problema para editar. Fue un comienzo prometedor... y aquí estoy.
–¿Pensó en ese momento que iba a llegar tan alto?
–Nunca llegas a lo que quisieras llegar. Por bien que me haya ido, que no me puedo quejar, estoy lejos de lo que siempre soñé. Lo malo que tiene soñar es que siempre te quedas lejos del sueño.
–¿Qué ha aprendido de los libros?
–Me han enseñado a apreciar la belleza y la inteligencia y a ordenar mi experiencia. La literatura me ha abierto un campo infinito de posibilidades y me he convertido en lo que Gorki llamaba 'un ingeniero de almas'.
–¿Qué le pide a un buen libro?
–Cada libro tiene sus posibilidades y sus lectores y, en esto, no se puede generalizar. Como lector soy muy exigente, no sólo que me convenza, sino que me ayude a profundizar en problemas de auténtica importancia. Digo profundizar, no resolver porque la literatura hace preguntas pero no da respuestas.
–¿Dónde se inspira?
–Una vez le hicieron esta pregunta a Arthur Miller y respondió que ya le gustaría saberlo, porque si lo supiera pasaría por ese lugar más a menudo. Por lo tanto, no lo sé. Para mi la literatura es ficción y como tal ficción es invención, aunque se apoye en la realidad. Lo que más me importa es inventar personajes, situaciones y escenarios.
–Usted pasa temporadas en San Vicente de la Barquera, ¿le ha inspirado alguna novela?
–En buena parte de mis novelas, cuando el protagonista sale de la ciudad, viaja al norte. Desde Galicia hasta el País Vasco. San Vicente apareció por primera vez, de forma muy matizada y escondida, en la primera novela de la serie policiaca y nunca más volvió a salir. Recuerdo que había apuestas en San Vicente para ver quiénes eran los personajes... Yo respondía que no, que me lo había inventado todo excepto el ambiente, el clima o el paisaje.
–¿Qué tiene Mariana de José María? Supongo que habrá al menos una relación de cariño después de tantos años...
–Conviene no encariñarse porque quien se encariña con un personaje lo destroza. A los personajes hay que tratarlos a patadas porque hay que sacar de dentro lo mejor que tienen y para eso hay que ponerles frente a situaciones duras. ¿Qué tengo yo de Mariana? Como decía Flaubert, Madame Bovary soy yo. Puedo decir lo mismo pero yo no soy chica. Soy bastante chica como todos los escritores con sensibilidad pero no hasta ese punto.
–Nueve sus novelas están protagonizadas por Mariana de Marco y ahora escribe la número diez. ¿Se acabará aquí la saga?
–Es cierto que estoy escribiendo la que será la número diez pero voy muy despacio. Será la última si los lectores me lo admiten porque tiene un final tan tremendo que no se si se van a enfadar y me van a exigir que escriba algo más. Saldrá dentro de dos años.
–Novela negra, policiaca, de crimen y misterio.... ¿cómo la define usted?
–Es novela policiaca. Admiro el nacimiento de la novela negra, pero lo que ahora se llama novela negra me parece un horror de psicópatas, sangre y disparates cruentos y sanguinarios que no me interesan nada. No hay personaje más fácil de crear que un psicópata porque eso justifica cualquier acción. Los personajes hay que construirlos, no vale crear un psicópata que hace burradas y listo. Ese facilismo no me gusta.
–Escribir una novela no es fácil...
–Escribir una novela con verdadera exigencia siempre es difícil, aunque en mi caso las novelas policiacas me sirven de desahogo o entretenimiento tratado siempre con rigor literario.
–¿Por qué escribe?
–Al principio quería escribir por una fijación juvenil, entusiasta y heroica. Y finalmente me di cuenta de que escribir me permite conocerme mejor, saber por qué estoy aquí, por qué actúo y por qué me equivoco.
–¿Qué proyecto tiene ahora entre manos?
–Acabo de entregar a mi editor una novela satírica y la siguiente será la novela policíaca número diez. Después publicaré una novela que llevo escribiendo tres años. Tengo bastante trajín.
–Su cabeza no para...
–Tengo que darme prisa por si el día menos pensado aparece el Alzheimer. Un día hablando con mi médico, le pregunté preocupado si me podía ocurrir y me dijo que sin hacerme un análisis, una persona capaz de escribir una novela policíaca, alzheimer no tiene. A lo mejor escribo novelas solo para defenderme de esa amenaza.
–Usted es periodista, ¿cómo está el periodismo hoy en día?
–Como siempre. Es cierto que ha irrumpido el periodismo digital que me resulta incómodo. Existe un periodismo desvergonzado que no se preocupa de confirmar fuentes y tiene mucho éxito y existe otro periodismo con dignidad y coherencia.
–Hablando del tema digital, ¿internet ayuda?
–Ayuda porque es mejor escribir en un ordenador que en una máquina de escribir con papel.
–¿Y las redes sociales?
–Paso de ellas, me parecen una merienda de negros, un refugio de gente cobarde verdaderamente lamentable. Tampoco me gusta el exhibicionismo de decir dónde estás, mandar la foto de la paella que estás comiendo o de tus amigos. Me parece brutal.
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