«Salvador Allende era un hombre de honor que creía en la palabra dada»

-¿Qué tiene la historia de Chile y sus personajes que tanto le seducen?

-Hace ya muchos años que empecé a leer sobre la historia de Chile. Me impresionó mucho descubrir la figura del presidente Allende hace ya casi 30 años. Era un mundo donde no había internet y era mucho más difícil acceder a la documentación. Encontré unos primeros libros y cuando estudiaba historia, un archivo que era una maravilla, en un centro de estudios muy importante de Barcelona, fundado por sacerdotes, que trabajaban en Chile y tenían documentación muy valiosa. Después empecé a viajar a Chile y desde hace unos diez años es una parte importante de mi trabajo.

-Menciona la documentación, y dicen que su sello es un riguroso trabajo bibliográfico, precisamente.

- Para mí, como historiador, es muy importante poder encontrar documentación inédita. Sobre Allende, Pinochet o el golpe de Estado hay muchísima información. El desafío siempre es aportar información nueva que permita conocer los hechos mejor, de manera más rigurosa.

-En este caso, ha querido ir más allá del mito. Una labor ardua.

-Sí, porque además yo escribo para el gran público. Para personas interesadas en la historia que no son académicos, ni especialistas. Por tanto, la imagen que los lectores tienen de Allende está asociada al golpe de estado, o a su gobierno, pero hay una gran parte de su trayectoria política que en España es desconocida. A los lectores les sorprenden cosas de esa larga trayectoria que en este libro está contada paso a paso, año a año.

-Señala que en el golpe de Estado también tuvo responsabilidad la sociedad civil.

-Cuando uno piensa en el golpe de estado en Chile, vienen a la memoria las imágenes y las fotografías del bombardeo a la Moneda. Pero fue responsabilidad de los militares golpistas que traicionaron su juramento a la Constitución de respetar al gobierno legítimamente constituido. Como sabemos también, el gobierno de Nixon y Kissinger hicieron lo posible porque ese golpe tuviera lugar y la derecha chilena, dirigida por el que después sería el presidente, muy conservadores, tuvieron una responsabilidad importante por el tipo de oposición que hicieron a Allende.

-Pero también afirma que Allende se fió del compromiso de las Fuerzas Armadas con la democracia y no le salió del todo bien.

-Efectivamente, Allende era un hombre de honor, creía en la palabra dada. Nombró a Pinochet el 23 de agosto del año 73 jefe del ejército, y en sus códigos no cabía que una persona en la que había depositado su confianza tan alta, traicionara al presidente de la República. Había hecho el servicio militar y creía que las fuerzas armadas chilenas eran democráticas y constitucionalistas. Se desencadenó un golpe de estado que no contó con oposición militar.

-Es muy distinta la visión de Allende que se tiene en su país del nuestro?

-Yo diría que sí. Nadie, salvo en Chile, discute que Allende era un demócrata. Después puede haber opiniones más favorables o más críticas sobre su gobierno. En Chile, la derecha, este año, ha conseguido instalar el relato de que Allende fue el principal responsable del golpe de estado. Dicen que fue un mal presidente, sin liderazgo y que su coalición llevó a Chile a un caos que desencadenó el golpe de estado.

-¿Es más difícil desmitificar a un poeta o a un político?

-Allende o Neruda son personajes universales. Todos hemos oído hablar de ellos o salen en conversaciones de personas con cierta cultura. En torno a cualquier persona relevante de la historia siempre hay leyendas y lugares comunes, que con una biografía exhaustiva, queda en evidencia que forman parte del mito. Creo que es bueno que les otorguemos humanidad; Allende fue un ser humano con unos valores y unas convicciones y que murió de manera heroica.