Una sátira familiar
Un sincero compulsivo, sin pelos en la lengua, capaz de soltar un par de verdades a cualquiera, por inoportunas que resulten.
Alejandro Palomas es un escritor tan absolutamente singular que habría resultado un excelente personaje de cualquiera de sus novelas; uno de esos que piensan y ... repiensan cada detalle, que viven en una eterna dicotomía entre un cabeza en la que palpitan las ideas y un corazón de precisión matemática. Un sincero compulsivo, sin pelos en la lengua, capaz de soltar un par de verdades a cualquiera, por inoportunas que resulten. Por mucho que en su papel de narrador de 'Un amor' –la novela con la que se llevó el último premio Nadal y que le ha convertido en uno de los autores más leídos del momento– se quejase de «cómo cansa mentir».
Sin embargo, Palomas no es un personaje sino un autor real –de carne y hueso, aunque no entraremos en las proporciones–, al que además de por escrito merece la pena conocer en persona, y escuchar de viva voz un discurso en el que el pensamiento parece ir más deprisa que las palabras, y con el que el autor sobrevuela de la ficción a la memoria, de la propia biografía a los personajes con los que recrea un mundo que se parece sospechosamente a la realidad.
Existe un 'Un amor' un cierto regusto nostálgico, como de un tiempo que se termina. El mundo de la clase media española, de familias patriarcales, pero con figuras maternas de capital importancia. Familias españolas y muy españolas. De las del «qué dirán» y de guardar las apariencias. De las de oveja negra y abuela que fuma. Familias bien que se resquebrajan, pero en las que hay que evitar a toda costa que nada trascienda.
A partir del personaje central de Amalia, una septuagenaria albina que combate la desdicha que parece perseguirla –tras una infancia desgraciada vendría un mal marido, y luego una separación, pese a todo, no demasiado celebrada– con una manera peculiar de entender el mundo, de sus tres hijos, y con un matrimonio homosexual como detonante argumental, Alejandro Palomas construye esta sátira familiar cargada de diálogos chispeantes, juegos lingüísticos, polisemia, lapsus y humor, pero también con una demoledora carga de profundidad contra la hipocresía de nuestra sociedad y el inmovilismo del pensamiento e instituciones que, como la familia, están abocadas a adaptarse a los nuevos tiempos.
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