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El autobús del Racing llega a El Sardinero recibido por la afición

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El autobús del Racing llega a El Sardinero recibido por la afición Luis Palomeque

El Sardinero ruge y el Racing responde

El racinguismo marca el primer gol del partido con un recibimiento multitudinario a los jugadores, que llegaron en autobús al estadio y vencieron al Dépor

Leila Bensghaiyar

Santander

Domingo, 27 de abril 2025, 15:45

El autobús asomó en la curva de la S-20 que dirige a los Campos de Sport y los aficionados, que ya estaban en vilo, se terminaron de volcar. Las columnas de humo verde de las bengalas subían hacia el cielo mientras las bufandas ondeaban por encima de las cabezas. El Racing llegaba a El Sardinero y la afición pertrechada con bombos, bufandas y tambores improvisados para disfrazar la espera de fiesta, les recibió por todo lo alto. El partido contra el Deportivo no era uno más, se sentía.

La calle comenzó a latir y la gente se apretaba cubriendo la zona de La Ballena, vallada para garantizar la seguridad, para ver pasar el autobús del Racing en una alfombra de bengalas, cánticos y promesas. Había niños sobre los hombros de sus padres, racinguistas de edad y también chavales de esos que siguen a su Racing por cualquier carretera. Todos juntos, como en las grandes citas. El partido empezó ahí, cuando el autobús paró frente a la bocana de El Sardinero, en medio del estruendo. «Volveremos, volveremos otra vez, volveremos a Primera como en el 93», cantaba el racinguismo. Los jugadores, al bajar de autobús, supieron ya que jugaban con uno más. La afición había hablado, ahora le tocaba al Racing responder. Y lo hizo, vaya si lo hizo.

Dentro del estadio, que ayer vivió el duodécimo lleno de la temporada, la Gradona de los Malditos todavía tenía otra sorpresa preparada. Un espectacular tifo, otro más. En clave de cómic en la lona se podía ver a Íñigo Sainz-Maza con la camiseta de la temporada 2021-22, cuando el de Ampuero marcó un gol en Riazor que significó un punto de inflexión en la temporada en la que el Racing logró el ascenso a Segunda División. «Infierno de qué», acompañaba la imagen del capitán. Los acordes de la Fuente de Cacho resonaron en la estructura de hormigón del estadio y los racinguistas en pie completaron la liturgia de cada domingo con las bufandas como estandarte.

Todavía faltaba un minuto para que rodase el balón por el césped. 60 segundos de silencio que el club quiso dedicar al Papa Francisco, recientemente fallecido. Con ambos equipos alrededor del círculo central comenzó el minuto de silencio, pero algunos aficionados del Deportivo decidieron no respetarlo. Algo que no sentó nada bien a El Sardinero. La Gradona y el resto del estadio, lleno hasta la bandera, se lo reprochó con pitidos y un sonoro grito coral que incluía una palabra malsonante de cuatro letras precediendo al nombre de 'Dépor'.

Eso sin que el balón se hubiese puesto aún en circulación. Y en cuanto lohizo, no se tardó más de 11 minutos en calentar el asunto de nuevo. Javi Castro abrió la lata para el Racing, pero Orellana Cid decidió que no. Que no era gol. Una estruendosa pitada castigó los tímpanos de la concurrencia. El público, encendido, mostraba su malestar, igual que el propio José Alberto y su segundo, Pablo Álvarez, que se deshacían en gestos de protesta y alzaban los brazos ostentosamente diciendo que no con la mano. Mientras tanto, el árbitro no reanudaba el partido y finalmente, abrumado por la avalancha de protestas que no tenían visos de terminar, se decidió a comprobar la jugada en el VAR.

El público seguía silbando y Andrés Martín y Michelin alzaban los brazos pidiendo más de ese jugador número doce que es el racinguismo. Orellana Cid enmendó su error. Gol. El Sardinero casi se cae abajo con la reacción del publico, que dejó salir todo y cambio los pitos por un gigantesco aplauso. Catarsis. Saltos, bufandas en alto y el nombre de Javi Castro en las gargantas. En la grada comenzó a sonar eso de «Una ilusión nos persigue, la Primera División».

La mejor entrada del curso

El Sardinero vivió su duodécimo lleno de la temporada y registró 22.187 espectadores

Pitada monumental

La grada mostró su enfado con el gol anulado a Javi Castro, pero finalmente subió al marcador

El Dépor protestaba cada acción favorable al Racing, pero la Gradona ahogaba sus quejas con un «Como no te voy a querer» a ritmo de bombo y megáfono. Guerra de aficiones con los cánticos como armas. Y en esas, en los cuatro minutos de añadido de la primera mitad, llegó el segundo del Racing. Karrikaburu se plantó solo ante Helton Leite y el racinguismo cantó el gol casi antes de que entrase en la red. El balón iba telegrafiado, anunciando que se colaba dentro. El navarro tenía ayer la oportunidad de reivindicarse con la ausencia de Arana y la aprovechó. Unai Vencedor le puso un caramelo y Karikaburu batió al meta del Dépor con un picadita perfecta.

El verde de las bengalas tiñó de color el aire.

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El verde de las bengalas tiñó de color el aire. Luis Palomeque

Regocijo racinguista

El Racing se fue al descanso con dos goles de ventaja y la sensación de estar dando un paso de gigante en la lucha por el ascenso. Los racinguistas, con un sentimiento de orgullo al desterrar el miedo a la paparda que alguno albergaba antes del encuentro. Que a veces ya se sabe lo que ocurre cuando este equipo tiene todo a favor. Pero no ayer. Y es que ya en la segunda parte Ezkieta no había tenido que estirarse ni una sola vez. José Alberto daba indicaciones a Rober González en la banda mientras el jugador se preparaba para entrar el campo en lugar de Pablo Rodríguez. El canario se fue entre aplausos.

Pero el Dépor comenzó a insuflarse algo de vida, primero con una falta que lanzó Jurado desde la frontal y que atrapó Ezkieta y después con Christian, que buscó puerta en el área, pero fue Barbero quien acabó rematando. El balón salió fuera y a Mario García, que le tocó sacar la pelota desde la esquina donde estaban acomodados los aficionados gallegos, todavía del deben pitar los oídos con la ráfaga de silbidos que le dedicaron.

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Los racinguistas recibieron con bengalas el autobús del Racing antes del encuentro

En esas José Alberto decidió mover el banquillo de nuevo. Íñigo Vicente recibió el calor de la afición cuando dejó el campo y Sangalli se llevo también una buena ovación cuando entró en él . Y poco después casi enmudece El Sardinero con un gol del Dépor. La esquina blanquiazul se volvió loca, mientras que al entrenador del Oviedo, el serbio Veljko Paunović, que ayer estuvo en el estadio viendo el partido, le dio tiempo a girarse para verlo justo antes de enfilar el vomitorio para irse de campo. Pero el tanto no subió al marcador, para regocijo de la parroquia racinguista.

Zakaria había servido en bandeja el gol para Yeremay, pero era fuera de juego. El Dépor llegó de nuevo, pero esta vez lo tapó Ezkieta, al que El Sardinero le dedicó un «Jokin, Jokin» que el navarro agradeció dando palmas por encima de su cabeza. Y como al tercera va la vencida Genreau hizo el 2-1 y dio alas a sus aficionados, que comenzaron a alzar la voz.

La Gradona contraatacó. Los decibelios subieron a la vez que las bufandas y las banderas. En el campo no estaban dispuestos a dejar escapar el botín, pero en la grada tampoco. «Vamos, vamos, Racing Santander», coreaban los verdiblancos enmudeciendo cualquier conato de cántico de la afición de rival. El partido se estaba calentando en el campo y en la grada lo hizo aún más cuando Pablo Vázquez frenó a Andrés Martín, que se iba completamente solo, con un tremendo agarrón que acabó con el andaluz en el suelo. El Sardinero mostró su enfado. Amarilla para el jugador del Dépor.

Apenas Andrés Martín puso la falta, Orellana Cid pitó el final del encuentro. 2-1. Tres puntos más cerca del ascenso. «Cinco partidos, eh. Cinco partidos», recordaba el 'speaker' de la Gradona a los jugadores del Racing. «Racing Santande, alé, alé, nos van a ver volver», cantaban los racinguistas enfervorecidos, mientras los jugadores formaban una fila frente a la Gradona para comenzar la fiesta.

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