Francisco Alcalá
El directivo de la firma cántabra destaca el papel de la microelectrónica en la nueva era de Europa en pos de una mayor autonomía estratégica
Celestia TST forma parte del futuro de la Unión Europea. La compañía santanderina, dentro del conjunto de sociedades por diferentes países que conforman el Grupo ... Celestia, participa en proyectos continentales para proteger los puertos de la UE o extinguir incendios forestales mediante el uso de robots. Especializada en microelectrónica y en el denominado 'Internet de las Cosas' (IoT, en inglés), su CEO, Francisco Alcalá, admite que la escasez de personal altamente cualificado es uno de sus mayores quebraderos de cabeza.
–Para quien no lo sepa, ¿cuál es la actividad concreta de Celestia TST?
–Tenemos dos líneas de trabajo. Una pone el foco en la digitalización orientada a la industria, pero desde el punto de vista del IoT (Internet of Things, por sus siglas en inglés; internet de las cosas en castellano). Ahí somos desarrolladores de nuestros propios dispositivos, aunque también integramos tecnología IoT del mercado. Contamos con una plataforma para gestionar la conectividad y los datos de los diferentes dispositivos. Trabajamos con nuestros clientes en lo que se llaman soluciones completas, de extremo a extremo, como proporcionar los datos que ellos incorporan a sus aplicaciones. Podemos decir que en ese campo somos una compañía IoT.
La otra línea de trabajo, que es reciente, es la de microelectrónica. Una firma de microelectrónica con vínculos con el mundo IoT y otras conexiones con el mundo de las comunicaciones, de las microondas. Ahí tenemos un centro de trabajo en Canarias donde desarrollamos estas activiades.
–¿Qué peso tiene la sede de Cantabria dentro del Grupo Celestia a nivel global?
–En torno al 10%, más o menos. Contamos con una plantilla de 35 trabajadores y el año pasado facturamos en el entorno de los tres millones. En 2025 estamos creciendo y vamos a incrementar bastante los beneficios. Respecto a las contrataciones, hemos incorporado a una persona para el área de microelectrónica. Nos gustaría fichar más, pero no encontramos perfiles. Estamos intentando crecer en este ámbito también, aunque no es fácil.
–¿Qué proyectos estratégicos se llevan a cabo desde Santander y cuáles son sus sectores de referencia?
–Nuestro mercado es nacional y estamos muy enfocados en toda la parte de 'smart metering', contadores inteligentes, para agua. Esa es una apuesta que hicimos hace unos años y que ahora está dando fruto. Hemos ganado, junto con Orange, licitaciones importantes, sobre todo en Madrid, en Canal Isabel II. Ese es quizás el proyecto estrella que tenemos ahora. Luego también contamos con temas de gestión de residuos a través de un acuerdo con la empresa Moba, una multinacional alemana. También con Bayer, por ejemplo, tenemos una línea de trabajo de unos dispositivos para temas de agropecuario, de invernaderos y fitosanitarios.
–¿Cuál es la estrategia para los próximos años?
–Todo el tema de 'smart metering' y utilities sigue creciendo. Además, es un asunto que se va desplegando por países, cada país tiene su momento. Y también por el tipo de suministro. Esa es una tendencia que se va a establecer, lo que da muchísimas ventajas. Ahí hay mucha oportunidad y volúmenes muy grandes en todo el mundo.
–También participa Celestia TST en proyectos europeos como la seguridad en puertos o el control de incendios con robots...
–Sí. Tanto en el ámbito de microelectrónica como en el ámbito más IoT, más temas de mantenimiento predictivo, de inteligencia artificial aplicada específicamente al dispositivo IoT. Luego está la cuestión de la seguridad, que es un tema muy importante y cuya regulación va a impactar mucho. Hay que estar preparados, por lo que es una parte básica de trabajo que tenemos por delante.
–Esa voluntad de Europa de incrementar su autonomía estratégica respecto a terceros países, ¿supone una oportunidad para su compañía?
–Sí, absolutamente. En España se ha traducido en el Perte Chip, motivado por una voluntad política de poner una cantidad de dinero importante para resucitar o intentar revitalizar la microelectrónica en Europa. Es una de las tecnologías claves en cuanto a dependencia absoluta del exterior. Sin microelectrónica no hay nada, ni coches ni inteligencia artificial. Europa ha sido bastante ciega en general para ver los riesgos. Somos muy buenistas como continente y creemos que todo el mundo es bueno y que lo ideal es compartir. La pandemia demostró que el continente no tenía capacidad de fabricación. Ahora tenemos un problema mayor, ya que vemos que nuestro amigo americano no es tan amigo o fiable. Europa ha tomado conciencia por fin de que tiene un problema de dependencia y de que no está preparada para el conflicto. Por ello ha empezado su defensa como algo primario, pero para ello la microelectrónica es absolutamente estratégica igualmente para construir equipos de defensa. Nosotros estamos en este camino.
–¿Cuál es la causa en su caso de que no encuentren todo el personal que necesitan para crecer?
–La Escuela de Telecomunicaciones de la Universidad de Cantabria no se llena. Tiene que haber más vocaciones e interés en los chavales que estudian la ESO y el Bachillerato, y ahí tenemos que trabajar todos. La cantera se hace desde juveniles y por eso hay que dejar claro que estudiar teleco es difícil y complejo, pero que luego la carrera profesional es fantástica. Los chavales salen con contratos fijos y buenos salarios, pero la cuestión es que la evolución salarial es rapidísima porque hay mucha demanda y hace falta mucho ingeniero tecnólogo que sea capaz de tirar de proyectos. Necesitamos más matrículas en la Universidad de Cantabria. Creo que el problema está en cuestiones más profundas como la cultura del esfuerzo.
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