El Dalai Lama y China chocan de nuevo por la sucesión del líder espiritual
El religioso, exiliado en India desde 1959, afirma que su reencarnación se determinará según la tradición tibetana, algo a lo que Pekín se niega en redondo
El próximo domingo, Tenzin Gyatso cumplirá 90 años. Él sabe que inmortal no es, aunque, como cualquier otro budista tibetano, no teme a la muerte ... porque confía en su reencarnación. Así que ya ha empezado a prepararla. No sería algo relevante si no fuese porque los últimos 85 años de su vida ha ejercido de decimocuarto Dalai Lama, el líder espiritual de esta rama del budismo. Desafortunadamente, solo durante 19 de esos años ha podido guiar a los fieles desde su Tíbet natal, porque, tras la invasión china, en 1959 tuvo que exiliarse en India.
Desde entonces, su mandato religioso tomó un notable cariz político. Desde Dharamsala, donde tiene su sede la Autoridad Central Tibetana, el Dalai Lama ha sido una figura que representa la resistencia al régimen autoritario de Pekín, razón por la que en 1989 recibió el Premio Nobel de la Paz. El Partido Comunista, consciente de la relevancia que para los tibetanos tiene su figura, ha tratado de eliminar a Gyatso de la vida en el 'techo del mundo'. Y eso no solo incluye proscribir cualquier retrato suyo sino también imponer líderes religiosos afines al régimen.

Por eso, el auncio que el Dalai Lama ha hecho este miércoles ha supuesto un sonoro manotazo para el Ejecutivo de Xi Jinping. «La búsqueda y el nombramiento de mi reencarnación, del decimoquinto Dalai Lama, se llevará a cabo según nuestra tradición», ha anunciado en una alocución grabada en vídeo y emitida como aperitivo de las celebraciones por su cumpleaños. Será la fundación del Gaden Phodrang, compuesta por un pequeño grupo de gente de su confianza, quien se encargue de esa labor. «Nadie más tiene autoridad para interferir este tema», ha zanjado.
De esta manera, el Dalai Lama despeja la duda sobre la continuidad de la institución que representa, y que algunos consideraban probable que muriese con él. «Habrá un decimoquinto Dalai Lama, y un decimosexto», ha asegurado Lobsang Tenzin, el segundo cargo más importante de la fundación, conocido como Samdhong Rinpoche. Curiosamente, estos futuros líderes espirituales no tienen por qué ser hombres, y se prevé que sean elegidos entre los 100.000 tibetanos residentes en India, ya que el Dalai Lama aseguró que su reencarnación «nacerá en un país libre».
China no acepta este método
Este anuncio ha airado a Pekín. «La reencarnación del Dalai Lama, el Panchen Lama y otras grandes figuras budistas debe ser elegida por sorteo de una urna de oro y aprobada por el gobierno central», ha afirmado el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Mao Ning, durante su conferencia de prensa diaria en la capital china. «El budismo tibetano nació en China y es una religión con características chinas», ha apostillado.
El régimen comunista reconoce la libertad de culto para las principales religiones del mundo -no así en el caso de sectas como Falung Gong-, pero controla de forma estricta su funcionamiento. Este es un hecho que, por ejemplo, ha provocado grandes tensiones con el Vaticano, que no mantiene relaciones diplomáticas con el gigante asiático, por el nombramiento de obispos. Sin duda, el budismo tibetano tiene especial relevancia en el país porque sus devotos habitan una de las zonas en las que existe un movimiento independentista desde la anexión de 1951. China reitera que Tíbet fue «liberada del feudalismo de los lamas», pero el Dalai Lama ha seguido ejerciendo una influencia notable entre los tibetanos.

Entre los episodios más surrealistas para controlar la religión se encuentra el secuestro del Panchen Lama, la segunda figura espiritual de esta rama del budismo. Fue el propio Dalai Lama quien, en 1995, reconoció a un niño de seis años como su reencarnación. Tanto él como su familia desaparecieron días después y, aunque se sabe que están bajo el control de China, no se ha vuelto a saber de ellos desde entonces. Lo único que Pekín dice al respecto es que lleva una vida normal y que quiere que le dejen en paz. En su lugar, para evitar más problemas sociales y políticos, China designó a su propio candidato a Panchen Lama, que se reunió con el presidente Xi Jinping el mes pasado y prometió lealtad al Partido Comunista.
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