Obituario | Tomás Ordóñez Marqués
Ito López-Alonso
Viernes, 1 de agosto 2025, 02:00
Hay gente que se va y gente que se nos va. Las personas que durante décadas han forjado en su entorno un paisanaje irrepetible y, ... en consecuencia, inolvidable, no se van, se nos van, porque su marcha implica un vacío insustituible y su memoria, un recuerdo único de reconocimiento, dentro del colectivo social en el que su influencia tuvo, en este caso durante treinta y muchos años, un valor indiscutible de original aportación a nuestro rededor. Se nos ha ido Sito Ordoñez, Tomás Ordoñez Marqués, Sito a secas para los muchos cientos de personas que tuvimos la buena suerte de compartir con él su idiosincrasia peculiar y única, su ejemplar generosidad desinteresada y alegre, y sus geniales excentricidades irrepetibles.
Sito, libérrimo y fanfarrón, crédulo y generoso, desconcertante y único, tuvo en su vida la virtud más importante y valiosa que pueda tenerse: tuvo, digo, la noble virtud de la bondad. Sito jamás hizo daño a nadie aunque a él le hicieran mucho daño las envidias de mediocres que, con cinismo, presumían de su amistad. Sito fue el hostelero de copas vespertinas y nocturnas más vanguardista, original y exitoso de Santander durante muchos lustros, y sus bares -tomacopas, decíamos entonces- y discotecas, los negocios que sirvieron en muchas ocasiones a muchos de los actuales tinglados que ahora son, y muchos más que fueron, la mejor oferta de la noche y diversión santanderina. Por las manos de Sito pasaron, año tras año, a lo largo de decenios, cantidades enormes de dinero, de dineros, que nunca vieron el descanso del ahorro, porque Sito nunca supo o nunca quiso ahorrar. En eso, y solo en eso, fue muy malo para él. Sito siempre fue una forma de ser.
Así, se nos ha ido con lo puesto, porque jamás retuvo lo que tuvo, hecho que le impidió disfrutar de las mieles de la comodidad merecida, fruto del trabajo bien hecho y del esfuerzo y sacrificio de una vida entera que su inconsciente cabeza quiso tirar por la borda. Sin embargo, y esto es lo importante, nos ha dejado a muchos miles de sus contemporáneos, y esto no hay quién nos lo quite, el regalo de los mágicos y entrañables momentos pasados en sus locales, entonces epicentro de cualquiera que quisiera dejarse ver, refugio y pasarela de las más guapas y coto de los que eran o pretendían ser alguien en la bohemia nocturna de nuestra ciudad.
Por si todo esto fuese poco, Sito fue, como se decía en los ecos de sociedad decimonónicos 'un árbitro de la elegancia' que rezumaba lujo con su porte de actor y que, cuando nadie en su mundo de copas y de noche lo hacía ni soñaba, ya calzaba Rossetti y Villarejo, vestía camisas de la mejor seda, leía la hora en su Rolex reluciente, jugaba a diario en Pedreña sus 18 hoyos, era querido y aplaudido en la Ibiza de los ochenta, y luego, en su atardecer, aún tuvo unos años para crear y exponer una obra pictórica, cuanto menos, singular. La Finca, Albatros, Barracuda, Amarras, La Cabaña y alguno más fueron santuarios de reuniones ociosas y festivas de imposible olvido, que sentaron cátedra en el buen hacer de la ilustre y canalla profesión del hostelero nocturno. Hasta pronto, Sito, descansa en tu 'Finca' de recuerdos y alegrías tu merecida paz. Allí nos veremos.
Ito López-Alonso es empresario de la distribución Horeca (D. Corla S. L.).
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