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Las salas del 112, los centros de coordinación de emergencias en todo el país, fueron el primer lugar al que decenas de miles de ciudadanos comenzaron a telefonear, entre desorientados y asustados, cuando pasadas las doce y media empezaron a darse cuenta que estaban inmersos y en algunos casos atrapados en un apagón generalizado y de enormes proporciones del que desconocían el porqué.
La avalancha de llamadas, que en su mayor parte solo demandaban información sobre lo que estaba sucediendo, rozaron el colapso del servicio en más de una provincia y, sobre todo, obstruyeron durante un corto espacio de tiempo y de forma involuntaria la llegada de los avisos realmente urgentes, según coincidieron portavoces de varios territorios. Fue el momento en el que la Dirección General de Protección Civil y todos sus homólogos autonómicos y locales inundaron las redes sociales con un único y claro mensaje: «Llamen al 112 solo si sufren una emergencia. Eviten colapsar el servicio». Muchos también reiteraron el mensaje en grabaciones que se escuchaban nada más marcar el teléfono de crisis para que se desocupasen las líneas de comunicaciones innecesarias.
La mayor parte de las salas de 112, pese al caos energético y de comunicaciones nacional, lograron funcionar en todo momento debido a que, como ocurrió con los hospitales y otros lugares pertrechados para las emergencias, cuentan con equipos electrógenos que les garantizaron electricidad y los servicios de telefonía y comunicaciones. Se reforzaron las salas y los dispositivos con más personal, que fueron pieza clave en la distribución de los avisos a bomberos, policías y ambulancias, que en los momentos del apagón total lograron en muchos casos mantener el contacto gracias a los veteranos walkie talkies.
Las urgencias más demandadas en todas las ciudades consultadas fueron el rescate de personas atrapadas en ascensores por el corte repentino de electricidad. Se podrían contar por miles, e incluso decenas de miles, los que en muchas ocasiones tuvieron que aguantar encajonados y nerviosos largos periodos de tiempo o varias horas. Casas particulares, edificios públicos y de oficinas y, en las grandes metrópolis, centenares de atrapados en elevadores de las estaciones de metro y de cercanías.
De las vías y túneles del metro tuvieron también que ser rescatados y evacuados centenares de viajeros cuando los convoyes se quedaron varados por falta de energía. La tercera gran incidencia, la primera en algunos lugares como Madrid, fue la asistencia a personas con necesidades respiratorias cuyos aparatos eléctricos habían dejado de funcionar.
Casi ninguna de las salas de emergencias consultadas disponían de cifras cerradas de actuaciones por el apagón, pero las proporcionadas por el 112 de Madrid al comienzo de la tarde pueden dar una idea del volumen de servicios realizados en muy pocas horas. Esta sala de coordinación gestionó, de 12:30 horas a 16:30 horas, 1.679 expedientes vinculados al apagón, 452 de ellos asistencias a personas con necesidades respiratorias y 287 a atrapados en ascensores, que en su mayoría fueron rescatados por los bomberos. La buena noticia es que este servicio, que atiende a una población de varios millones de habitantes, no registró ningún incidente de gravedad. Lo mismo se puede decir de Andalucía, la comunidad más poblada de España, que cuyo servicio 112 atendió en mucho poco tiempo unas 6.000 llamadas, cinco veces más que las de cualquier día laborable. Un tercio de ellas fue en la primera media hora de apagón.
En todas las autonomías las autoridades convocaron con celeridad gabinetes de crisis y activaron los planes de emergencias para coordinar la reacción de las salas de 112, de los bomberos, las ambulancias y las policías y para asegurarse de que todos los hospitales contaban con grupos electrógenos y combustible suficientes para poder atender a los enfermos ingresados en las plantas y a los servicios de urgencias durante horas.
Algunos departamentos de Protección Civil, como el andaluz, difundieron vídeos con consejos de urgencia para que los ciudadanos supiesen cómo actuar ante el apagón. Les han recomendado que buscasen velas o linternas y tuviesen pilas de reserva y baterías cargadas para el móvil. Entre los consejos estaban también evitar abrir y cerrar el refrigerador y el congelador con frecuencia para conservar el frío, desechar cualquier alimento sospechoso de haber podido romper la cadena del frío, desconectar los aparatos eléctricos para evitar accidentes cuando se restableciese la corriente y dejar al menos una llave de la luz encendida como chivato para saber cuándo vuelve el suministro.
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