Mirín Martínez, el deportista que lamentó ser campeón
Me dijeron que Mirín Martínez (Cos, 1944-2025) fue capaz de tumbar al mismísimo e invencible 'Urtain', 'El morrosko de Cestona', y ya soñaba con ... el titular de la historia: «El hombre que tumbó a José Manuel Urtain». Pero la historia de su combate en Ontoria, cuando defendió su título de campeón de España de los pesos pesados en 1973, me estremeció y dejé de pensar en 'Urtain'.
Se llenó de tristeza al contar que cuando se proclamó campeón alzando su brazo, su padre, enfermo del corazón, subió al ring para abrazarle en compañía de otros familiares y la emoción le hizo desmayarse en sus brazos, aún desnudo y sudoroso tras el combate. Los médicos le habían aconsejado que no fuera a la velada para evitar riesgos, pero Casimiro Martínez Vélez no quiso perderse el triunfo de su hijo. Ni la respiración boca a boca, ni los masajes cardíacos, ni la presencia de médicos pudieron evitar el fallecimiento. En esta ocasión las lágrimas del campeón no fueron de alegría, sino de dolor.
Visité a Mirín Martínez en su pueblo natal, Cos (Cabezón de la Sal), en compañía del presidente de la Familia Olímpica, Chani Galán, y el escritor de la historia del deporte, Armando González. Nos citamos en un bar del pueblo donde se respiraba admiración por el 'El Hércules de Cos', apodo que le pusieron en el gimnasio de Pepe Ungidos de Torrelavega cuando alguien le propuso hacerse una foto cargando con cinco púgiles del gimnasio y comenzaron a llamarle como al dios de la fuerza, Hércules.
A Mirín Martínez le admiraban y querían mucho en su pueblo. En los bares lucen fotografías de sus combates y alguno de los cinturones que conquistó en el ring. Con su apariencia grande y poderosa (en sus combates medía 1,86 metros y pesaba 90 kilos) era capaz de deshacer cualquier estereotipo para convertirse en un tipo amable, sonriente y tierno. Había que sacarle las palabras para hablar de sus méritos, tal era la modestia que mostraba. Menos mal que su amigo, el historiador deportivo Armando González, iba provisto de la oportuna documentación.
Ganó como aficionado el Campeonato de España en 1969 y 1970 y tras derrotar en 1972 al veterano Mariano Echevarría, se convirtió en campeón de España profesional. Luego defendió con éxito el título ante el navarro Lucio Urtasun, cuando falleció su padre. Desde aquel día, Mirín se refugió en las traineras, formando parte de la 'San José' de Astillero, hasta que dos años después el famoso José Manuel Ibar 'Urtain' se cruzó en su camino como aspirante al campeonato arrebatándole el título.
Supongo que, en el reencuentro con su padre, ambos podrán disfrutar de la alegría de aquel triunfo de 1973 que el destino les arrebató. Por fin el bueno de Mirín dejará de lamentar haber sido campeón aquel día. Descanse en paz.
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