Una mujer que se ganaba a la gente con su espontaneidad

Lo que iban a ser unos días para recuperarse en Novales (Alfoz de Lloredo), el pueblo de su familia política, se convirtieron en 20 años, ya que debido a sus obligaciones laborales necesitaba la ayuda de la familia para el cuidado de la niña y, más tarde, de su segundo hijo, Alejandro, pues ella en Suances no contaba con el apoyo necesario, ya que había perdido a su madre a una edad muy temprana.

El pasado 10 de abril, justo el día en que se celebraba la onomástica de su marido, fue el día elegido por Marga para irse para siempre después de una larga enfermedad. Enfermedad que precisamente fue la misma que se llevó a su madre y la dejó a ella huérfana a la misma edad a la que se ha quedado ahora su hijo.

El día tal vez no fue casualidad, sino más bien, la forma que ella eligió para que su familia se sintiera arropada en un día tan señalado para ellos y de alguna forma celebrar con amigos y familiares no la muerte, si no la vida que ella vivió.

Marga era un ser de luz, de esas personas que tienen luz propia, que llegan a un sitio y se quedan con la gente.

Nunca pasaba desapercibida, por su simpatía natural, por su sentido del humor y sobre todo por su espontaneidad, esa espontaneidad que hacía que no tuviera filtro a veces, que te decía las cosas tal y como le venían a la cabeza. Esa era una de sus señas de identidad.

Pero también era una persona organizada, entregada, muy madre, muy de cuidar, de estar pendiente de todo y de todos, no se le pasaba un detalle nunca y así ha sido hasta el último momento, haciéndoselo muy fácil a los suyos, diciéndoles lo que tenían que hacer, tranquilizándoles, consolándoles y trasmitiéndoles todo su cariño.

Ha sido un ejemplo de lucha, sacrificio y entereza.

Descansa en paz.