Agua ¿tocados o hundidos?
El calentamiento global va a hacer que Santander se convierta en el nuevo Alicante
No sé muy bien si somos conscientes de que las crisis no son previsibles, por eso lo son. Pocos eran los que venían venir la ... pandemia o la guerra de Ucrania y quizá también serán pocos los que vean que, algún día no muy lejano, el mundo en el que vivimos tendrá una grave crisis por la carencia de agua en unos lugares y por su exceso en otros.
Las necesidades de agua para una vida como la que ahora llevamos, a tenor del cambio climático ineludible, van a provocar el sufrimiento de todos los que vamos a padecer sus restricciones, carencias y limitaciones. El clima en la Tierra está sometido al cambio continuo, pero a un cambio lento que la humanidad nos hemos encargado de acelerar quemando combustibles fósiles como si no hubiera un mañana, nunca mejor dicho.
Quizá la crisis energética que ahora estamos padeciendo, y el cambio de modelo energético, potenciando las energías sostenibles, sea beneficioso para no sumir más al planeta en la espiral que lleva padeciendo en los últimos 200 años. Todas las predicciones (y realidades) apuntan a que España está inmersa en un proceso de desertización y que el calentamiento global va a hacer que Santander se convierta en el nuevo Alicante y Alicante en la actual Almería.
En este cambio implacable unos países vamos a quedar tocados por la falta de agua y otros hundidos por su exceso en modo de temporales, inundaciones, huracanes y demás fenómenos que, años atrás eran accidentales, y hoy se están convirtiendo en habituales. Europa va a sufrir, año por año, sus mayores inundaciones y sus peores sequías. El equilibrio hidrológico de la Tierra permitía una redistribución de la humedad basada en la proporcionalidad, favorecedora de una vida «acomodada» para una buena parte de la población mundial. Pero el equilibrio se está rompiendo a pasos agigantados y nuestros hijos y, desde luego, nuestros nietos van a vivir en un mundo mucho más complejo que el nuestro en este sentido.
Estoy convencido de que las nuevas energías sostenibles van a favorecer una vuelta a la normalidad pero, lamentablemente, el clima es como la velocidad de un transatlántico, desde que apagas los motores hasta que el barco se detiene, la inercia desplaza toda esa masa durante kilómetros. Así va a pasar con nuestro impacto en la naturaleza, ahora que parece que vamos a empezar a frenarlo, y no por parte de todos, sus resultados, se verán a muchos años vista. La naturaleza es cambio continuo, pero cuando está en manos del hombre ese cambio se puede convertir en errático, imprevisible y perjudicial por lo excesivos que somos, por naturaleza. El clima nos lo está diciendo: «o cambias o te cambio».
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