Una EBAU insólita
Las pruebas cántabras de acceso a la Universidad han acumulado tal cantidad de incidencias que han provocado una lógica indigación
La Universidad de Cantabria y la Consejería de Educación del Gobierno de Cantabria han intentado reaccionar este viernes, de consuno, ante la indignación de ... estudiantes y familias por los errores e incidencias que se han acumulado en las pruebas de la EBAU. Tras prometer el Rector, Ángel Pazos, que nadie saldría perjudicado y que se tomarían medidas disciplinarias, la vicerrectora de Estudiantes, Marta García Lastra, y la directora general de Inspección Educativa, Mercedes García, anunciaron una serie de medidas, como la reestructuración de los equipos de EBAU (con el próximo cese de su coordinador), y la implementación de acuerdos para que el proceso de corrección no perjudique las notas finales. No cabe dudar de la voluntad de Universidad y Consejería para minimizar el impacto de lo sucedido, pero lo que seguramente no se puede ya subsanar es la zozobra experimentada por cada estudiante al sumarse, a la ansiedad y presión que la normalmente acompañan a estas pruebas, la sobreañadida de una concatenación de errores.
La política educativa española ha cargado sobre la EBAU una misión que es menos selectiva (la abrumadora mayoría suele aprobar) que distributiva (la nota posee un peso decisivo en la calificación final que permite acceder a la carrera deseada). Esta función de distribución es crucial para los jóvenes: de ella depende que puedan cumplir su vocación o que deban buscar otras alternativas. En ocasiones, implica, como plan de contingencia ante una EBAU fallida, desarrollar la vocación acudiendo a la universidad privada, pero ello no está al alcance del presupuesto de muchos hogares. Y este efecto social es éticamente insostenible desde unas pruebas organizadas por las administraciones y universidades públicas.
Dada la trascendencia oficialmente asignada a la EBAU, todo su proceso debe ser objeto de toda clase de cautelas, lo que en este caso la UC y el Gobierno de Cantabria no han hecho, como la insólita suma de errores pone de relieve. Debería revisarse la decisión del Gobierno regional de cargar el peso organizativo sobre la UC: el estudiantado es aún suyo, de la Consejería, que acaba de reconocerles el título de Bachillerato y, aunque la UC es legalmente autónoma, eso no significa que la Consejería no deba interesarse por sus procedimientos. Confiemos, pues, en que se cumpla la palabra dada por la UC y por la Consejería de Educación, y que se corrija todo lo necesario para que episodios como del de este año queden solo como curiosidad de hemeroteca.
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