San Juan
A la última ·
Durante mis años de profesor en Vilagarcía de Arousa, supe de un marinero que tenía un bote de remos al que llamaba 'Remedios'La semana pasada estuve en Galicia, un país con 3.788 parroquias en las que se profesa una religión popular heterodoxa. Solo allí he escuchado ... a la banda municipal tocar La Pantera Rosa en la procesión del santo o he visto a peregrinos persignarse al ver una lagartija, o sea, un alma en pena que iba a San Andrés de Teixido después de muerta por no haber ido de viva.
Durante mis años de profesor en Vilagarcía de Arousa, supe de un marinero que tenía un bote de remos al que llamaba 'Remedios'. Cuando ahorró, se compró un barco de motor y lo llamó: 'Que Remediós'. Una de mis alumnas felicitó un día de San José al cura de su parroquia, don Pascual, y lo hizo a gritos. El sacerdote agradeció el detalle, pero aclaró: «Hoxe é San Xosé, filliña, non San Pascual Bailón». Mi alumna no se amilanó y dio explicaciones: «Ya lo sé, pero es usted padre». Efectivamente, don Pascual tenía un hijo que se entretenía sentándose con un amigo ante una Virgen «milagreira» a la que, decían, le crecían el pelo y las uñas. Los dos pícaros se repartían el trabajo: «Tú contrólale los dedos y yo le controlo la cabeza, a ver si es verdad que le crecen».
En los pueblos marineros gallegos, reina una irreverencia reverente que tierra adentro no entendemos. Mis alumnas, al casarse, se daban el baño de las nueve olas en la playa de A Lanzada para ser fértiles; a las que tenían mal de ojo, las metían y sacaban nueve veces de un horno templado para que sanaran y esta noche de San Juan, ellos y ellas saltarán una hoguera para purificarse y ahuyentar los malos espíritus. Si yo fuera Pedro Sánchez, no lo dudaría: la única solución a sus problemas es el horno, la hoguera y después, Que Remediós.
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