Día a día, hora a hora, se suceden las novedades en la trama corrupta que comenzó por un aizkolari y portero de club, prosiguió por ... un secretario de Organización socialista, alcanzó a su sucesor en el mismo cargo, y no cesan de incorporarse, bajo la sombra de la sospecha y/o la evidencia, nuevos protagonistas, sin que se llegue a atisbar hasta dónde llega el complot para trincar. Desde la indignación y perplejidad de los ciudadanos de a pie ante lo que vamos conociendo, se alzan voces que piden el debido castigo para los corrompidos, pero también para los corruptores, adjudicando ese papel a las empresas vinculadas, como si el germen de la golfada partiera de estas.
La clave de episodios como el actual está en la financiación de los partidos políticos, hacia donde parece ir apuntando -como otros precedentes de diferentes formaciones políticas- este enredo. Es evidente que dos, tres o cuatro golfos, por sí solos, no pueden conseguir sus lucrativas mordidas sin la colaboración de muchas más personas vinculadas a los procesos de adjudicación de las obras.
Hace ya cuatro décadas, pregunté abiertamente a un importante constructor cántabro, con el que mantenía la suficiente confianza para abordar el asunto, si él financiaba a algún partido político. «A mí me vienen a pedir todos, y a todos les doy, porque no puedo permitirme quedarme sin una obra por la animadversión de un cargo de determinado partido», respondió. Corruptores y corrompidos eran políticos. La diferencia es que las «donaciones» tenían entonces un carácter preventivo y defensivo, para no verse perjudicado en un futuro proceso de adjudicación. Algo bien distinto a lo que estamos conociendo en la actualidad, consistente en eliminar a la competencia mediante soborno.
La golfada ha evolucionado, a favor de la presencia en la política de personajes con mínima formación, carentes de ética y escrúpulos, que sin más bagaje, acceden a cargos de gran relevancia. Eliminar la corrupción es posible. Los técnicos del Ministerio de Hacienda señalan que las denuncias por corrupción y fraude en la contratación pública se han incrementado un 18%, y han propuesto 25 medidas para erradicarla. Solo falta voluntad política para hacerlo, de una vez por todas.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.