Secciones
Servicios
Destacamos
A primera hora de la tarde del 30 de abril de 1945, Hitler y su esposa, Eva Braun, se suicidaban en el búnker de Berlín ... donde el genocida vivió las últimas horas de su vida. Pocos días más tarde Alemania capitulaba ante los aliados dando por concluida la Segunda Guerra Mundial en Europa e iniciando el más largo periodo de paz vivido en el viejo continente. Ochenta años más tarde del final de una guerra que produjo millones de muertos y que demostró la infinita capacidad de los seres humanos para hacer el mal, es necesario no olvidar alguna de las lecciones de aquel conflicto.
La historia es un instrumento idóneo para no repetir errores y evitar desastres perfectamente eludibles. El origen de la II Guerra Mundial es un ejemplo del que se extraen lecciones esenciales. Hitler llegó al poder en Alemania a través de unas elecciones democráticas y desde el gobierno modificó las leyes y eliminó la separación de poderes para transformar una democracia en una dictadura. Stalin alcanzó el gobierno de Rusia mediante un golpe de estado revolucionario y una guerra civil. De esa forma tanto el nacional socialismo como el comunismo crearon dos regímenes totalitarios.
Hitler se alió con Stalin para repartirse Polonia y durante los últimos meses del 1939 y la mitad del año 1940 mantuvo la alianza germano soviética. Durante el año 1940 el nacional socialismo se apoderó de Europa occidental con la colaboración del partido comunista francés que exigía el desarme y la negociación –es decir rendición– de Francia ante Hitler. La rápida victoria germana en Francia no se explica sin el factor de debilitamiento interno producido por el comunismo que apoyaba la alianza germano soviética.
La II Guerra Mundial debió concluir mucho antes de mayo de 1945, porque, tras la derrota de Stalingrado, Alemania era consciente de que no podía ganar y menos cuando en diciembre de 1941 Estados Unidos entró en guerra contra Alemania, Italia y Japón. La obcecación de Hitler y la mansa obediencia de militares y funcionarios condujo a la catástrofe de resistir hasta el final, añadiendo algunos millones de muertos al balance de la contienda y provocando una destrucción inimaginable en la propia Alemania.
Tras aquella guerra, Europa occidental se rehízo y la parte que quedó bajo el imperio soviético padeció años de falta de libertad y de fuertes carencias materiales. El muro de Berlín supuso la confirmación del fracaso de las recetas comunistas y miles de alemanes votaron con los pies fugándose a la zona occidental, aun a riesgo de sus vidas.
Olvidar la implicación de los Estados Unidos en la liberación de Europa es un error imperdonable. Estados Unidos priorizó el frente europeo a pesar de que su enemigo directo era Japón. La victoria en II Guerra mundial fue posible por la determinación del pueblo británico, con Churchill a la cabeza; los millones de víctimas aportados por la Unión Soviética y por el ingente suministro de barcos, carros de combate, soldados, alimentos, etc. de los Estados Unidos. Francia se rindió y no comenzó la resistencia hasta que Alemania invadió Rusia. España recién terminada la guerra civil se mantuvo no beligerante, pero apoyó sin duda al eje Berlín-Roma-Tokio.
Los errores sirven para aprender y no repetir lo equivocado. De la contienda más letal de los últimos cien años es obligado saber que la paz se garantiza con una fuerte defensa militar, a la que deben unirse los valores esenciales como la libertad y el poder del pueblo. Los sistemas totalitarios han evidenciado su fracaso.
Otra verdad desvelada por la historia es que los enemigos de la libertad utilizan las los derechos de los países democráticos para debilitarlos. Los pacifistas franceses, que inducían a la deserción y el pacto durante el año 1940, mientras Hitler invadía su patria, se transmutaron en ardientes belicistas contra el mismo enemigo cuando el genocida nazi rompió el tratado Ribbentrop/Molotov y llegó hasta las puertas de Moscú. En el presente, determinados partidos políticos claman contra el incremento del gasto militar en Europa, pero se mantienen en silencio ante el rearme de otras grandes potencias como Rusia y China o nuestro vecino marroquí.
Quienes se oponen a que Europa tenga una fuerza militar disuasoria lo que plantean, en el fondo de su tesis, es que ante una agresión –como la invasión de Ucrania– la nación invadida se rinda.
La paz se preserva con un sistema defensivo adecuado, con la fe en los derechos humanos y con información veraz para que los europeos tengan en sus manos los instrumentos para valorar lo que está en juego. La guerra de los Balcanes y la invasión rusa en Ucrania son hechos que alertan de la posibilidad de un conflicto que afecte a toda Europa y que requieren prepararse para una defensa activa.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.