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Uno de los boquetes que los saqueadores han realizado en el muro para acceder a Sniace.

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Uno de los boquetes que los saqueadores han realizado en el muro para acceder a Sniace. Juanjo Santamaría

Los vecinos de Duález, sumidos en una «pesadilla» por los saqueos en Sniace

Denuncian «inseguridad e insalubridad» en el entorno de la antigua fábrica, sin vigilancia ni control por parte de las administraciones

Laura Masegosa

Torrelavega

Sábado, 17 de mayo 2025, 02:00

«Una pesadilla». Así describen los vecinos de Duález la situación que están teniendo que vivir a cuenta de los clanes que acuden a Sniace para hacerse con los restos de la fábrica. Primero fue el cobre y, ahora que apenas queda, el hierro. «Cada vez va a más», lamentan los vecinos de la zona.

El acceso al recinto, según denuncian, ya no se hace por la entrada principal, sino por la parte trasera, junto a la iglesia. El muro está derruido en varios tramos y quienes acceden lo hacen con herramientas para abrir nuevos huecos. Aunque los obreros que trabajan entre semana intentan sellarlos con montones de tierra, los pasos vuelven a abrirse cada fin de semana.

«Llegan el viernes por la tarde y se van el domingo por la noche», cuentan. A esa hora, el interior de Sniace se convierte en un hervidero de furgonetas cargando material. «No es raro ver 30 o 40 en un solo fin de semana». Algunas zonas se utilizan incluso como taller improvisado, donde se manipulan cuadros eléctricos «sin ningún tipo de control». Los vecinos, agrupados en la asociación de Ganzo-Dualez, alertan de que esto supone un peligro evidente de electrocución o incendio. Advierten también de una situación de inseguridad e insalubridad, porque «ya se han llevado arquetas, barandillas, cámaras, columnas de luz y hasta los cubos de basura del cementerio», y temen que, tras arrasar con lo que queda de la fábrica, el siguiente objetivo sea la iglesia, donde ya se registró un intento de robo hace unas semanas.

Interior de uno de los espacios, totalmente en ruinas. Juanjo Santamaría

Uno de los testimonios recogidos relata que algunos de los ladrones intentan acceder a la fábrica incluso a través de terrenos privados. A uno de los propietarios de la zona, con el que pudo hablar este periódico, le llegaron a ofrecer dinero a cambio de permitir el paso por su finca. «Me ofrecieron 500 euros, les dije que no y al día siguiente ya me habían tirado el muro», relata.

Otro de los temores tiene que ver con los riesgos que supone entrar en un recinto que, en muchos puntos, contiene amianto o residuos potencialmente tóxicos. «Cualquiera que entre sin saber puede tocar algo y acabar muy mal», avisan. Algunas estructuras están debilitadas, hay escaleras eliminadas y techos inestables. La antigua planta, ahora a medio desmontar, requiere un tratamiento especial que no siempre se cumple con el rigor necesario.

Los vecinos también se quejan de la «descoordinación entre administradores concursales, antiguos propietarios, nuevos dueños y administraciones». La vigilancia de la entrada principal se mantiene, pero según denuncian, el personal de seguridad «no sale de la garita por miedo a represalias». La parte trasera, por donde se accede de forma habitual, queda sin control alguno. «Los fines de semana esto es un desfile de furgonetas», lamentan.

El traspaso de competencias y titularidades entre la administración concursal y los nuevos propietarios del complejo industrial ha generado un limbo legal que, a día de hoy, impide una gestión eficaz de la seguridad. El Ayuntamiento, según los vecinos, se ha limitado a trasladar la preocupación a otras instituciones, mientras que la Policía Nacional acude con frecuencia pero sin capacidad de frenar los accesos ilegales. «Hasta que no se mate alguien, no harán nada», insisten.

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