En mitad de la nada
No se puede discutir sobre la unidad de España, mientras desde dentro y desde fuera se insulta a nuestro rey y se fabrican leyes con inspiración comunista
Enrique IV, al amonestarle su confesor por sus constantes infidelidades a la reina, contestaba ¡siempre perdiz! haciéndose el distraído o el sordo. Eso mismo hacemos ... nosotros cuando observamos como todo se deteriora a nuestro alrededor sin querer enterarnos de nada.
Se anuncia a bombo y platillo como el Gobierno autonómico de Cataluña se reúne de igual a igual con el Gobierno de España, con el fin de conseguir prebendas y dinero a cambio de votos en la que se llama mesa de diálogo o 'La Vergonzosa', y nosotros ¡siempre perdiz!
Y si se envían a la negociación a ministros que han jurado o prometido defender y hacer cumplir la Constitución, pero sin embargo opinan que debe de concederse a los catalanes amnistía tras el indulto, y después un referéndum y poco les importa la unidad de España, nosotros ¡siempre perdiz!
Nuestros jóvenes, nuestro mejor tesoro, inmersos en el desencanto y la frustración se han abrazado a lo fácil y divertido
Mientras tanto, como distracción se dice que no se va a subvencionar con 1.700 millones el aeropuerto de El Prat y que se ha revocado la concesión con el fin de preservar el medio ambiente, ¿pero no conocemos el cotarro? ¿No sabemos que utilizan la amnistía, el referéndum y el follón para acceder a nuevos fondos, que son de todos y que de manera asimétrica e ignominiosa se desvían a su bolsillo? Se los darán sin ninguna duda de forma políticamente más correcta pero nosotros, erre que erre, ¡siempre perdiz!
Es que nos encontramos en mitad de la nada, donde no se pueden tomar decisiones ni pensar quietos como estamos con nosotros mismos. Ese lugar, el de la duda, lejos de la realidad: en un lago, en una montaña, en un desierto o en un una calle de cualquier ciudad, o en medio de una terraza como ahora se lleva, tropezando con la nada y sin enterarnos de nuestro paraíso perdido, siendo incapaces de mirar a nuestro alrededor y de tomar decisiones pisando la hierba.
Aunque bien sabemos que entre la hierba se encuentra la serpiente (Virgilio, libro III) con el dolor de la vida, con la crueldad, con el duelo, con la violencia, con la transgresión y con la oscuridad sicológica del hombre. Es decir, pisando sobre ascuas desde donde somos incapaces de huir de la mentira que se encuentra en cada rincón y reflexionar.
No se puede estar discutiendo sobre la unidad de España y el Descubrimiento, mientras desde dentro y desde fuera se insulta a nuestro rey, se fabrican leyes con inspiración comunista y se acosa a nuestras instituciones.
Se trata de un estado adormecido e inconsciente del que no sabemos salir. Es muy probable que tenga mucho que ver con la pandemia y sus terribles consecuencias económicas y sociales en este estado hibernado en el que nos encontramos ausente de incentivos para la reacción, pero además creemos que existe una causa principal definitiva que todo lo detiene, que tiene que ver sobre todo con la indolencia de nuestros jóvenes, nuestro mejor tesoro, inmersos en el desencanto y la frustración, que han abrazado lo fácil y divertido, sin pensar en más que en el momento y el jolgorio, olvidando sus obligaciones y conformándose con lo que les ha tocado y con su mileurismo.
No es posible que no surja el «todo lo contrario» de los jóvenes con el inconformismo de esos años en la generación más preparada y sana de nuestra historia. A ellos, a los que parecen dormidos y atrapados en un teléfono móvil tenemos que recurrir y lo hacemos. Pero cómo intentarlo si parece que nada les importa fuera de los consejos de un influencer o lejos de los saltitos agitados del baile al ritmo que marca un conmovido disc-jockey (DJ)..., pues contándoles la verdad de lo que les espera en ese estado indolente, igualitario y subvencionado, en un «café para todos» en el que el esfuerzo y el mérito y el siesteo y la vagancia lleven al mismo cutre lugar y al mismo trato.
Les espera un país en el que se defenderá un tipo de familia al que se le llama familia pero que no es familia. Un país de hijos adoctrinados en la escuela donde primará el igualitarismo progre trasladado a la universidad, donde leyes partidistas de control aún inconstitucionales vayan a ser aplicadas o ejercitadas sin responsabilidad alguna, porque, ¿quién es responsable de la promulgación de un estado de alarma inconstitucional? ¿Quién puede reparar el haber estado prohibido el control al Gobierno desde el Parlamento? ¿Quién se hace responsable del reparto asimétrico inconstitucional de los fondos europeos? ¿Tendrán el mismo resarcimiento que el que tuvo el plagio de una tesis doctoral o el uso particular de aviones oficiales o la visita prohibida por Europa de una ministra chavista o el olvidarse de la constitucional ley de transparencia?
Nadie, como bien sabemos, pero como la gota cava la piedra y como resplandece mejor el ser misericordioso que justiciero, tengamos la misericordia de bien votar en las próximas elecciones. Con eso suficiente.
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