Policía municipal y ciudadanía
Uno de los agentes, con una impresionante sensibilidad, la ayudó, sujetando su cabecita
En la tarde noche de Halloween de este mismo lunes, he tenido la oportunidad de constatar la altísima calidad humana y profesional de la policía ... municipal de Santander, así como los inmensos valores de ciudadanía de las personas que vivimos en esta ciudad. Me explico.
Por razones que no vienen al caso, pude ver como una niña, de tan sólo 14 años, era atendida por dos policías municipales. La niña estaba tremendamente perjudicada por exceso de alcohol en su cuerpo y acompañada de algunas amigas y conocidas, interesadas por su estado. Uno de los municipales, con una impresionante sensibilidad, la estaba ayudando, sujetando su cabecita, instándola a que no perdiera la consciencia, que no se durmiera. Mientras, el otro municipal estaba llamando al teléfono de los padres, conseguido gracias a las amigas, para que se personaran en el lugar y atendieran a su hija. El que estaba con la niña decidió, con buen criterio llamar a una ambulancia ante la persistencia del estado que ella tenía, mientras el otro estaba pendiente de despejar coches en el único espacio que había para que pudieran acercarse y aparcar, con su coche, los padres de ella.
En ello estaban cuando una chica, disfrazada de noche de Halloween, se presentó informando de que era médico y quería ver a la niña. Se sentó a su lado, la estuvo auscultando y también la apoyó en su regazo mientras llegaba la ambulancia. Un par de minutos después otra mujer se acercó e informó de que estaba disponible para ayudar, pues era enfermera; al saber que estaba en buenas manos se fue alejando con interés claro de ayudar y de poder socorrer a la niña. Pocos minutos después llegaron los padres con la preocupación y el desconcierto en el rostro; estaban desolados ante la cuasi dantesca situación, viendo a su hija en ese estado. Al tiempo llegó la ambulancia con otro par de excelentes profesionales que analizaron con rapidez la situación y, con las mismas, la subieron a una camilla en dirección al hospital. Para ti, pequeña, deseo estés bien recuperada y con la experiencia de sentencia de no repetirla.
Quisiera decir, finalmente, que esta niña ni es culpable de nada, ni puede haber nadie que tire una primera piedra en su contra. Ella es producto de una joven sociedad que, como siempre, queda deslumbrada por los vicios adultos (tabaco, alcohol, sexo, drogas y juego) para, inocentemente, querer deslumbrar a sus iguales con semejantes proezas. Creo que este es un reto social en el que el mayor error es pensar que esto sólo les sucede a los hijos de otros. Ocupémonos en aportar alternativas y en mostrar y presumir socialmente de algo mejor que emborracharnos para olvidar lo que no debemos hacer.
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