La era post-Covid
Imagino que, fruto de la experiencia que estamos viviendo, cualquiera de nosotros pensará que nuestra vida ha cambiado a raíz del Covid-19; algunos sostendrán ... que este cambio va a ser temporal y que, en poco tiempo, volveremos a la normalidad; otros opinamos que va a ser largo y duradero. Pero, en cualquier caso, la mayoría tenemos claro que hay que prepararse para un mundo que, en mayor o menor medida, va a ser distinto al que conocíamos hasta marzo. Por eso, podemos hablar de la era post-Covid.
Como ha sucedido a lo largo de la historia, nadie puede predecir con exactitud que cambios se van a producir en nuestra vida y a que ritmo. Pero, después de leer a expertos y al valorar nuestra experiencia, si podemos aventurarnos a marcar algunas tendencias futuras.
Hemos podido comprobar que, a diferencia de lo que creíamos, los humanos somos muy frágiles y, por ello, está habiendo y va a haber una mayor preocupación por el bienestar, la salud y la higiene, tanto propia como de nuestro entorno, vinculado a un mayor respeto por el medio ambiente y a un deseo de acelerar la economía circular. El distanciamiento personal va a condicionar nuestras rutinas, tanto personales como sociales. La mascarilla va a formar parte de nuestro vestuario habitual, al menos durante un largo tiempo, y nos vamos a reunir menos con nuestros allegados, aunque estaremos hiperconectados con ellos.
Por otra parte, hay trabajos que han demostrado, en esta situación extrema, la enorme valía e importancia que tienen en la sociedad, a pesar de que no estaban suficientemente bien considerados. Además del personal sanitario, que han sido los héroes por excelencia, cito a empleados de supermercados, transportistas, agricultores, ganaderos, personal de limpieza, fuerzas del orden, profesores, ... Desde aquí todo mi reconocimiento.
Por necesidad hemos acelerado nuestra digitalización y la hemos llevado a campos tan dispares como el teletrabajo, la formación online, las reuniones por videoconferencia, la socialización (con el despegue de Zoom), la compra online, etc… Esta digitalización forzosa ha venido para quedarse; pronto veremos que una parte importante de la sociedad trabajará desde su casa, lo que conllevará menor movilidad laboral y las empresas tendrán que replantearse el concepto de oficinas. El confinamiento ha forzado a muchas personas a probar el comercio electrónico y aunque muchos de ellos volverán a la compra tradicional, otra parte importante se quedará, especialmente los que hayan tenido una buena experiencia. En el lado negativo de la digitalización está el aumento, más que previsible, de las ciberamenazas.
En todos los países, aumentará el interés por definir que sectores y actividades deben ser estratégicamente no dependientes del exterior, incluyendo la producción de bienes y servicios, para poder responder autónomamente ante cualquier amenaza. Lo hemos podido comprobar con la dependencia que hemos tenido de China para adquirir mascarillas.
A largo plazo tendrán éxito las empresas que sepan adaptarse mejor a esta era post-Covid pero, para que haya futuro, urge reactivar la economía ayudando a que las empresas y los autónomos, únicos generadores de empleo, sobrevivan para que puedan volver a generar riqueza y empleo. De no apoyarles, la crisis económica que se nos avecina, fruto de esta pandemia, será muy larga.
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