¿Cuánto te quieres?
Para poder amar a otro antes debemos estar bien con nosotros mismos
¿Alguna vez te has preguntado cuánto te quieres? Sin narcisismos ni vanaglorias equivocadas ¿Qué te has contestado? Si la respuesta es positiva y firme, ... sin dudas, seguro que sientes una especial satisfacción por tu vida; si es negativa o si hay dudas en la respuesta, entonces es cuando debemos afrontar esas fisuras y tratar de resolverlo, en nuestro propio bien. Esta pregunta que, en apariencia, puede parecer hasta redundante, bajo nuestro fin último que es la vida y la supervivencia, para muchas personas es muy necesaria, a fin de identificar su nivel de autoestima, de seguridad y confianza en sí misma.
Más de dos tercios de canciones y películas giran en torno al amor hacia el otro y ¿hacia nosotros mismos? ¿Nos olvidamos de que somos el protagonista principal de nuestra propia película? Parece que el amor hacia el otro cuando este es correspondido es garantía de felicidad, y en buena parte lo es, pero no es menos cierto que para poder amar a otro antes debemos estar bien con nosotros mismos; no se puede dar de lo que no se tiene.
¿De qué depende que la respuesta sea negativa o dudosa? Sencillamente de tu grado de satisfacción contigo mismo, algo que está estrechamente unido con la sensación de felicidad. Cuando hay algo en nuestra vida que nos impide la plenitud es que hemos padecido alguna circunstancia que así nos lo ha impedido al no haber podido superar esas circunstancias adversas para con nosotros.
En este amor propio no correspondido hay un componente que la comunicación, el marketing y, sobre todo, las redes sociales se encargan de alimentar y que, además, siempre lo hacen con el componente externo, visible de nosotros mismos, nunca con lo que de verdad somos y valemos, sino con lo que en apariencia somos. También es cierto que cuanto más dependiente sea nuestra satisfacción del cómo nos ven los demás, más fuerza tienen las circunstancias que así nos hacen ser. Narciso cuando se vio reflejado en el agua no observó su interior, su personalidad, el espíritu y la mente que le conformaban, más bien se conformó con ver su rostro, su imagen, ¿cuánto para sentirse atraído por ella. Las imágenes que vemos en la televisión, internet y en las redes sociales son eso, sólo imágenes, muchas veces artificialmente presentadas y en las que, sobre todo los jóvenes, ven el ideal de lo que quisieran ser para admiración de los demás. Cuando quieres ser popular y que los demás te admiren es porque en tu fuero interno careces de esa valoración y por tanto tu respuesta a la pregunta de hoy sería negativa o dudosa. De una persona, como de una casa, lo que importa no es la fachada, sino la fortaleza de su estructura.
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