El nombre y los apellidos se elevan sobre los propios hombres que los llevan. Las palabras tienen la magia de evocar nuestros cuerpos, aunque estos ... no tengan vida, pero las letras y las palabras que mencionan nuestros nombres pueden ser inmortales, como las letras y las palabras de Pepe Ingelmo, recordado jugador de bolos, cuyo nombre ya señaliza una calle de Torrelavega.
La decisión del Pleno de este ayuntamiento ha regalado a los familiares, amigos y admiradores de Ingelmo un honor destinado a las grandes, amadas y reconocidas personalidades, pero también es un gesto de distinción que enriquece a la ciudad y recuerda la historia de quienes la construyeron.
Felicidades pues a todos aquellos que impulsaron tan loable iniciativa. Pepe Ingelmo se lo merece. Pero amante como soy de la historia deportiva, aún no logro entender cómo es posible que Torrelavega no tenga una calle con el apellido que más ha ennoblecido el juego de los bolos en toda su historia, los Mallavia, con Telesforo y Federico como exponentes más sobresalientes.
La bolera de La Llama que Telesforo convirtió en centro neurálgico de la actividad social y deportiva de Torrelavega es la inspiradora para que la actual calle de La Llama pasara a llamarse Mallavia. La Llama no perdería su popular arraigo al identificar a la plaza que así se denomina, y el apellido de Telesforo y Federico Mallavia contribuirían a equilibrar de justicia e idoneidad el callejero de la ciudad.
Por limitación de espacio y por sobresalientes y conocidos, no menciono los méritos de ambos mitos deportivos, ni desdeño el cariño con el que se trasladó, desde la desaparecida bolera de La Llama, el busto de 'Foro' a la calle que debería tener su apellido. Pero la propuesta de bautizar Mallavia a esa calle, además de exaltar a unas auténticas leyendas, también destacaría el protagonismo de Torrelavega en el arraigo del juego más montañés.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
