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Los huelguistas del metal protestan en la entrega del premio Pueblo de Cantabria a Riocorvo
Jornada agridulce para los vecinos ya que la fiesta no salió como esperaban por la reivindicación de un grupo de trabajadores del sector del metal que creía que Revilla iba a estar allí
Riocorvo (Cartes) no ha podido celebrar este domingo como esperaba la entrega del premio Pueblo de Cantabria 2021. Los vecinos lo habían preparado ... todo con cariño desde hacía semanas, pero en el camino se cruzaron las reivindicaciones de los trabajadores del metal, que esperaban desde primera hora en el pueblo al presidente, Miguel Ángel Revilla, para trasladarle su enfado.
Al final, no hubo celebraciones, no fue el presidente y la ceremonia se redujo a las intervenciones del alcalde, Agustín Molleda, y el consejero de Obras Públicas, Ordenación del Territorio y Urbanismo, José Luis Gochicoa. Se suspendieron los actos previstos frente a la casa social de Riocorvo y el paseo protocolario de las autoridades por la villa premiada.
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El resto, quedó en casa. A falta de autoridades una nativa de Riocorvo, Carmen Luengo, acompañada por el resto de vecinos, descorrió la placa que oficializa ese premio y compartieron el aperitivo que habían preparado para las autoridades con los manifestantes, que cambiaron las consignas contra Revilla por las alabanzas a un pueblo como el de Riocorvo. Las danzas regionales se trasladaron a la calle San José, icono de la riqueza urbanística del pueblo galardonado, en una jornada agridulce.
La decepción se podía ver en los rostros de los vecinos y el enfado en el del alcalde, por el hecho de que nadie le hubiera comunicado la decisión del presidente de no acudir a su cita. Una decepción que se mitigó en parte al saber que la tarde podría terminar sin fiesta pero sí con acuerdo entre patronal y sindicatos del metal, para descanso de las miles de familias afectadas y respiro para el sector industrial y la economía cántabra.
Lo cierto es que los vecinos se sobrepusieron al cambio de planes y empezaron a sacar bandejas de comida y bebida para convertir el limón en una limonada.
No en vano la razón de la jornada estaba precisamente el ellos. Tanto Gochicoa como Molleda habían puesto en valor un premio que en esta edición tendía dos vertientes, la urbanística y la humana: pueblo como un lugar donde vivir y pueblo como el conjunto de personas aliadas para hacer grande ese lugar donde vivir. De hecho el premio reconocía el esfuerzo y trabajo de los vecinos por cuidar y conservar el lugar donde viven.
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«Es un premio merecidísimo y se hace justicia al buen hacer de los vecinos a lo largo de los años, que son los verdaderos impulsores de este proyecto para hacer de Riocorvo un pueblo mejor», dijo el consejero, para añadir que «sin su implicación en el día a día por incrementar el valor patrimonial de sus patios y edificaciones hubiera sido imposible alcanzar este reconocimiento».
Agustín Molleda incidió en que los vecinos de Riocorvo eran los «grandes protagonistas» del premio y destacó las bondades de un pueblo que es, dijo «una joya arquitectónica y un enclave humano de primer orden».
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