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En el momento en que una persona fallece se inicia una serie de fenómenos putrefactivos que tienden a la destrucción del cuerpo. En algunas ocasiones, y de forma natural, este proceso se detiene al entrar en escena otros fenómenos conservadores que hacen que el cadáver, o alguna de sus partes, quede preservado, momificado. «Para que esto suceda se tienen que dar unas condiciones, sobre todo ambientales: por norma general, la momificación se produce en un ambiente seco y con temperaturas elevadas», explica Pilar Guillén, directora del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Cantabria. «También influyen otros factores personales: en niños se produce con más frecuencia, porque sus cuerpos se deshidratan con más facilidad, y es también más habitual en mujeres que en hombres, aunque no se conoce muy bien la razón».
«El proceso de momificación consiste en una pérdida muy grande del agua del cuerpo. Cuando se pierde el agua y no hay ningún tipo de humedad, las bacterias, que son las que básicamente destruyen los tejidos, no pueden actuar porque necesitan el agua y un equilibrio llamado hidroelectrolítico. Por eso clásicamente el hecho de poner a secar todo tipo de alimentos ha sido una manera de preservarlos», apunta el catedrático de Medicina Legal y Forense de la Universidad de Granada José Antonio Lorente. «Favorece la momificación el hecho de que sean personas que tienen poca agua en su interior, por ejemplo por que hayan sufrido procesos de deshidratación o porque hayan sufrido algún tipo de enfermedad donde se pierda mucha agua, como una diarrea. También favorece la momificación el hecho de que no haya muchas bacterias y microorganismos en el cuerpo, o sea, que no haya graves infecciones en el momento de la muerte».
En Medicina Legal se calcula que, por norma general, el proceso de momificación de un cadáver tarda un año en completarse, aunque, como subraya Pilar Guillén, «los plazos son muy variables, y se han descrito algunos que se han producido en 17 días. Todo depende de que las circunstancias sean más o menos favorables».
«En idénticas circunstancias, un cuerpo puede momificarse por entero y otro hacerlo sólo parcialmente, sin que terminemos de explicarnos muy bien por qué motivo sucede de esa manera. Generalmente tienden a momificarse más los delgados, porque pierden antes los líquidos, pero no siempre ocurre así. Lo más importante en un caso como éste, aparte de lo anécdotico de que el hallazgo se haya producido en Castro, donde no predominan precisamente ni la sequedad ni las altas temperaturas, es que en un cadáver momificado se preservan muy bien las estructuras externas, la piel, lo que permite hacer un estudio de sus lesiones, algo que no se podría hacer si hay putrefacción, porque destruiría los tejidos blandos», concluye Guillén.
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