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En el paseo que estos 99 alumnos del instituto Andreu Alfaro de Paiporta dieron ayer por El Sardinero, en Santander, hay risas, muchas risas. Están ... de vacaciones, conociendo el norte del país y pasándolo realmente bien. Es una suerte de terapia de choque para procesar mentalmente lo ocurrido el pasado 29 de octubre porque algunas historias son desgarradoras. «En mi familia hemos tenido que tirar prácticamente toda la casa porque el pladur de las paredes y la madera del suelo se hincharon con el agua y estaban para tirar», confiesa Pablo Ródena, uno de los estudiantes de cuarto de la ESO que han llegado a Castro Urdiales gracias al 'Proyecto Solidaridad'.
Una llamada telefónica inició la idea. Tras el desastre, muchos institutos de España se pusieron en contacto con centros educativos de las zonas afectadas. Uno de los que llamó desde Cantabria fue el Ataúlfo Argenta de Castro Urdiales. «Nos dijeron que si necesitábamos material, o recursos de algún tipo. Les dijimos que eso ya lo teníamos, que quizá lo realmente bueno sería un intercambio, y nos contestaron que lo iban a mirar», recuerda Beatriz Gómez, pedagoga y profesora del Andreu Alfaro, que ha acompañado a los chavales en su visita a Cantabria.
Al otro lado del teléfono, en el norte, estaba Pedro Ortiz, docente en el Ataúlfo Argenta. Él se ocupó de aglutinar la ayuda de los cuatro centros de educación secundaria de Castro Urdiales para atraer a todos estos adolescentes. «Ha sido una experiencia de vida tanto para ellos, que han conseguido olvidar, como para nosotros, que hemos podido recordar», apuntó ayer.
Eileen Cantillo
Alumna de Paiporta
Llegaron el pasado día 4 y se van hoy, sábado. En estos seis días han pateado todo Castro Urdiales, «nos parece un pueblo precioso», admite Eileen Cantillo, otra de las alumnas más habladoras de este gran grupo. También han estado en Bilbao y ayer tocó Santander. La lluvia no impidió que se fotografiaran con el cartel de la ciudad en El Sardinero, que conocieran los Campos de Sport y que se perdieran en la tienda de regalos del Racing. «Hay un pique con el Levante y por eso queremos que gane el Racing», comentó otro de los chicos.
Luego tocó el centro de la ciudad y los alrededores del Centro Botín. «Nos parece una ciudad muy bonita, pero lo mismo que Bilbao. Y la gastronomía está genial. Está todo muy rico, y eso que yo no soy mucho de gastronomía marina», confiesa Cantillo. Ella es una de las 20 alumnas que se han hospedado en hogares particulares. Casas donde las familias de los alumnos del Ataúlfo Argenta han decidido acogerlas. «Es una experiencia muy bonita porque estamos conociéndonos y ya estamos haciendo planes a futuro», cuenta esta estudiante. «Nos han invitado a las fiestas de Castro en verano y nosotras a las de las fallas de Paiporta».
Pablo Ródena
Alumno de Paiporta
Precisamente eso, cariño y apoyo, es lo que más necesitan estos jóvenes. «Hay que pensar que a ellos les ha tocado vivir el covid y ahora también la dana, y son sólo unos adolescentes», reflexiona Gómez. El grueso del grupo se hospeda en un hotel del centro de Castro Urdiales y otro en el albergue de Santullán. «El Ayuntamiento nos ha ayudado mucho porque sin ese apoyo habría sido imposible haberlos acogido a todos», justifica Ortiz en un gesto de agradecimiento al consistorio castreño. Una distinción que hace extensiva «a los otros centros que también se han implicado en el proyecto, los tres que hay en Castro junto a nosotros». Habla del IES Zapatero Domínguez, el IES Ocho de Marzo y el Colegio Menéndez Pelayo.
Esta idea se ha reeditado también en la Universidad de Cantabria, donde el Instituto de Física de Cantabria (IFCA) ha recibido esta semana a once estudiantes de centros educativos de Alfafar (Valencia), Palma de Mallorca, y Cantabria (Laredo, Reinosa y Anaz) para celebrar la entrega de premios del VIII Concurso de Cómics IFCA. En el caso del alumnado de segundo de la ESO del colegio Vamar de Alfafar, se considera un gesto a los jóvenes que, como los de Paiporta, han sufrido las peores consecuencias de la dana.
«Todas estas actividades son necesarias porque todavía estamos en fase de reconstrucción. Hace falta mucha gestión emocional y está viniendo muy bien el acogimiento y el calor que estamos sintiendo aquí», confesó ayer Gómez de acá para allá por el centro de la capital cántabra.
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