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Al compás de los tambores de los cofrades, Santander se cubrió este lunes con el verde manto de terciopelo de la Virgen de la Esperanza. ... La imagen estuvo flanqueada por seis guardas civiles, a los que acompañaron cerca de 60 miembros de la Cofradía de Nazarenos de Nuestra Señora de La Esperanza.
La procesión partió de la iglesia de San Francisco, para enfilar después la calle Jesús de Monasterio, con destino el Hospital Valdecilla, pasando por San Luis, la plaza de Numancia, San Fernando y Cuatro Caminos.
Tras ellos, decenas de feligreses y devotos, muchos de los cuales aún recordaban los dos años que permaneció la Virgen sin salir de la iglesia como consecuencia de la pandemia. Tampoco se quisieron perder este momento tan especial miembros de otras cofradías, como la de La Pasión, la más antigua de Santander.
Como recordó Alicia Franco, una gran creyente en la Virgen de la Esperanza, «el año pasado al fin pudo volver a recorrer las calles de Santander en procesión, pero el mal tiempo la deslució. Hoy aunque hace un poco de frío, el sol muestra a nuestra Virgen preciosa».
Con 86 años, Isabel lleva diez acompañando a la Virgen de la Esperanza en su procesión. Una experiencia que relata con emoción. «Una Semana Santa me crucé con ella. Al mirarla a la cara, sentí algo dentro de mi. Me inundó por dentro y desde entonces, no he faltado a mi cita, salvo los años del covid».
A medida que la procesión iba avanzando por el centro de Santander, se iban sumando acompañantes, muchos de los cuales admiraban la imagen de la Virgen, una obra realizada entre 1958 y 1959 por el artista cántabro Manuel Cacicedo Canales. La imagen costó 60.000 pesetas de las de entonces y salió en procesión por primera vez el Jueves Santo de 1959, en lugar del San Juan que había desfilado desde que se fundó la Real Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestra Señora de la Esperanza y San Juan Apóstol, en el año 1946.
Ya en la calle San Fernando, las ventanas y balcones de los vecinos se abrieron para observar su paso. Pero el momento más especial fue cuando llegó al Hospital Valdecilla, donde enfermos –y familiares– contemplaron a la Virgen de la Esperanza a través de los cristales.
Javier Gómez tuvo un recuerdo especial para los sanitarios: «Creo que desde el covid, la llegada de la procesión hasta el hospital es aún más emocionante, porque todos tenemos en la mente el sacrificio que todos ellos hicieron por nosotros durante los momentos más duros de la pandemia». También el padre Pedro tuvo una especial mención para los médicos y los enfermos. «Un año más acompañamos tu hermosa imagen hasta donde sabemos que tú quieres estar, con las personas que más sufren y que peor lo están pasando». Y, después, vuelta a la iglesia de San Francisco, donde esperará hasta el año que viene.
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