Pescadores de relojes de lujo: el turismo de la Camorra
La Policía identifica a un millar de ladrones que integran las 'paranzas', pequeñas bandas de ladrones que arrasan zonas turísticas en verano
En Italia, una 'paranza' es una embarcación de pesca pequeña parecida a una menorquina, algo más redondeada en proa y popa, con tripulaciones de entre ... dos y cuatro marineros que salen a faenar con redes de cerco para capturar especies de menor tamaño. El término también se utiliza para un plato típico que consiste en mezclar pescados pequeños y mariscos rebozados en harina y fritos en aceite caliente. Lo que viene siendo una fritura.
En España, las 'paranzas' también salen de pesca, pero no precisamente en busca de boquerones o salmonetes. Es el término con el que se conoce en el argot policial a los pequeños grupos de ladrones -entre dos y cinco miembros- desplazados desde el Barrio Español (Quartieri Spagnoli) de Nápoles para robar relojes de lujo en Marbella, Ibiza, Barcelona, Madrid, la costa levantina o, como ocurrió recientemente, Euskadi. No sólo acuden a zonas turísticas: también a eventos como conciertos, competiciones deportivas…
El inspector jefe Francisco Barba, que es responsable de la Sección de Robos de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV)-Central de la Dirección General de la Policía, advierte de que no se trata de delincuencia común. El crimen organizado ha puesto sus ojos en el robo de relojes de alta gama porque el botín, en un solo golpe, puede ser millonario. Actualmente, no hay modalidad delictiva más rentable a corto plazo: hay modelos que valen mucho más que un piso. En Ibiza llegaron a sustraer un Richard Mille valorado en 1,2 millones, aunque la mayoría están entre los 6.000 y los 500.000 euros.
Hasta la mafia italiana ya destina parte de sus recursos al robo de relojes. Los investigadores han detectado vínculos entre las paranzas y la camorra napolitana. La policía ha identificado a grupos de delincuentes italianos integrados en su totalidad por camorristas, que roban para la organización y que destinan el dinero de lo sustraído a financiar la compra de droga o armas, pero también a otros que no tenían nada que ver con la mafia. Incluso fórmulas mixtas: solo algunos de los miembros venían de la Camorra. Estos perfiles llegan a tener antecedentes por delitos de sangre o vendettas contra otras bandas.

Para el crimen organizado, los relojes de lujo se han convertido en una especie de valor refugio, como el oro. No sólo mantienen el precio en el mercado negro, sino que llega a multiplicarse por la lista de espera existente en joyerías y tiendas oficiales para conseguir determinados modelos -hasta 10 años- o ediciones limitadas que ni siquiera están a la venta en los cauces legales. Además, son también una forma de blanqueo de capitales, ya que no hay constancia oficial ni fiscal de las unidades que provienen del robo.
El inspector jefe lleva años investigando a las paranzas italianas y es capaz de diseccionar el rol de cada 'pescador'. En el grupo suele haber una mujer, que recorre zonas de ocio para identificar a potenciales objetivos. En el argot delincuencial se les conoce como 'spinners', cuya traducción literal es hilanderos, aunque el término proviene de girar, rotar o dar vueltas (spin), que es lo que ellas hacen hasta identificar a la siguiente presa. Son los que pasan más inadvertidos para la Policía, los más difíciles de identificar.
La información se traslada inmediatamente a los ejecutores del golpe, que se desplazan en una scooter. «Pasan junto a la víctima, el que viaja de paquete le da un tirón y a correr», explica la inspectora Marta García, jefa del 'Grupo Rolex' creado por la Policía Nacional en Marbella para frenar esta nueva forma de delincuencia. El inspector jefe de la UDEV añade: «El que ejecuta el golpe se denomina 'rapinador'. El ataque, que se realiza colocando los dedos en una posición específica, no es al cierre del reloj, sino al bisel, que en caso de resultar dañado es más fácil de reparar. El movimiento instintivo de la víctima es hacer fuerza en el sentido contrario, lo que ayuda a que se rompa». El 'rapinador' goza de un status mayor dentro de la banda y saca más tajada del dinero por el que se venda la pieza.
1,2 millones de euros
un reloj de la marca Richard Mille sustraído en Ibiza.
Otro método muy común es el del espejo, que utilizan cuando la víctima está subida en un coche y está parada, por ejemplo, en un atasco. El ladrón que va de paquete en la moto se baja de la misma y se coloca a pie detrás del vehículo de su objetivo. El que pilota pasa junto al automóvil y le da un golpe aparentemente accidental al retrovisor. Cuando el conductor saca la mano inocentemente para ponerlo bien, el otro delincuente aparece de la nada y le sustrae de un tirón el reloj. «Son muy selectivos con las marcas», detalla Francisco Barba. «Buscan Rolex, Richard Mille, Audemars Piguet y Patek Phillippe, que es la joya de la corona».
Relojes ocultos en la vagina
Las paranzas actúan como si fueran turistas. «Se alojan -continúa la inspectora García- en infraestructuras que la organización tiene en esa zona o recurren a alquileres vacacionales». El ecosistema les ayuda a pasar desapercibidos. Además, las bandas italianas no suelen utilizar receptadores locales, por lo que suelen sacar los relojes en avión o por carretera. A los hombres les basta con ponérselos en la muñeca, mientras que las mujeres utilizan sus cavidades corporales. Hace un año, la Policía detuvo en Madrid a una chica que pretendía coger un vuelo con destino a Italia y que llevaba tres relojes de lujo ocultos en la vagina.

El cerco, el policial, se ha estrechado en torno a las paranzas. Con ayuda de la Polizia di Stato italiana, las Fuerzas de Seguridad españolas han elaborado un censo con todos los delincuentes identificados por robo de relojes de alta gama y ha comprobado que hay un ejército compuesto por un millar de ladrones itinerantes que se desplazan por el territorio nacional -y ahora, también por Europa- para hacer «la campaña». Cuando queman una zona, saltan a otra.
Las bandas napolitanas empezaron actuando en Roma o en Milán, donde la situación obligó a los cuerpos de seguridad italianos a responder con contundencia. «Paradójicamente, ya no actúan allí», afirma el inspector jefe Barba. En Europa también hubo un punto de inflexión similar hace un año. Europol, órgano de coordinación de las policías a nivel continental, diseñó lo que se conoce como un 'action day' en el que participaron fundamentalmente España, Italia, Francia, Austria, Alemania y Grecia.
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El plan consistió en reunir todas las órdenes de busca y captura internacionales dictadas por los diferentes países -la mayoría, de juzgados españoles- y coordinar una operación conjunta en suelo italiano. Ir a su barrio, entrar en sus casas y detenerlos. Hubo una decena de arrestos, todos objetivos de alto interés para los investigadores. Desde entonces, los agentes de la Policía Nacional perciben que ha habido cierto desplazamiento de las paranzas a ciudades francesas como Niza, Cannes o Mónaco. Aunque la campaña no ha hecho más que comenzar.
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