Librería Rebeca cierra después de 34 años
El dueño del popular comercio dice que se ve obligado a bajar la persiana hoy por última vez porque pierde dinero
«Gracias por haber tenido a Librería Papelería Rebeca presente en vuestras compras durante 34 años. Los clientes habéis llegado a ser mis únicos amigos, mi única vida social. No olvidaré a todos los que se fueron, en especial al mejor cliente de esta casa, mi querido padre». Con este emotivo texto pegado en el escaparate se despide hoy de sus clientes un comerciante de Torrelavega, Carlos del Castillo Posada, que cierra su céntrico negocio porque dice que pierde dinero desde hace varios años.
Carlos también les envió hace semanas un correo electrónico: «No sé como expresar mis sentimientos, solo quiero decir que esta tienda es parte de mi o yo soy parte de ella. Con todo el dolor de mi corazón les comunico, mis clientes-amigos, gracias a los cuales he llevado sustento a mi hogar, que Librería Papelería Rebeca cerrará sus puestas el 31 de mayo». El comerciante pedía a sus clientes un último esfuerzo: «Necesito vender el stock, no duden en llamar preguntando por cualquier artículo». Y también aprovechaba la ocasión para buscar empleo: «Si tienen un puesto de trabajo o información de alguno, de lo que sea, estaré muy agradecido».
«Han cambiado los hábitos de consumo –explica–, la gente, sobre todo la joven, consume en las grandes superficies, gracias a los ayuntamientos, en especial el de Torrelavega, y también influye la venta a través de internet. El pequeño comercio de esta ciudad desaparece». Carlos centra sus críticas en los políticos: «Yo tenía clientes de la comarca que dejaron de venir porque no hay aparcamiento. Todo se peatonaliza y los parking subterráneos son más caros que los de Santander».
«La ayuda que recibimos –añade– es cero. Soy autónomo y, después de 34 años trabajando y pagando mis impuestos, no tengo derecho ni a cobrar el paro. Eso sí, a la gente que viene de fuera le dan todo tipo de ayudas, mientras nuestros jóvenes, bien formados, se tienen que marchar. Torrelavega se está hundiendo, el comercio es un ejemplo».
El pequeño empresario dice que ha llegado al límite: «Los últimos 12 años he trabajado los siete días de la semana y los dos últimos no he podido evitar perder dinero. Esto está en caída libre. Los festivos y fines de semana no hay ni gente por la calle». Después de más de tres décadas detrás del mostrador, destaca la evolución negativa de la ciudad. «Si comparamos cómo era Torrelavega y lo que es hoy –señala–, dan ganas de llorar. Había alegría y ahora a la gente parece que la están pisando un juanete, lleva la tristeza y la mala hostia reflejadas en la cara».
Carlos confiesa que está «muy quemado» y se marcha con otro mensaje, esta vez copiado en internet y escrito en el interior de la tienda: «Cuando compras en un pequeño comercio no estás ayudando a que un ejecutivo se compre su tercer apartamento en la playa, ayudas a una niña a pagar sus clases de baile, a comprar su camiseta y a papá y a mamá a llevar comida a la mesa».
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