Torrelavega confía en lograr un apeadero para el desvío del tren, que podría estar en la entrada de la ciudad
El Consistorio se marca un año y medio de plazo para lograr que el Estado construya una parada en la ruta provisional de los convoyes durante la obra del soterramiento
Es fácil perderse en las palabras técnicas, los nombres que la Administración pone a cada actuación y los plazos cuando se habla de un ... tema con tantas aristas como el soterramiento de las vías en Torrelavega. El tema del apeadero es una de esas aristas, pero vale la pena dedicarle un tiempo para entender qué es y, sobre todo, lo que significa. Apeadero, una parada, un pequeño andén, un lugar donde bajarse del tren... Llámenlo como quieran. Lo importante es que el Ayuntamiento de Torrelavega está intentando negociar en Madrid para que Adif construya uno. ¿Y por qué? Porque, si no lo consigue, la única estación que podrá utilizarse en toda la ciudad durante al menos cuatro años será la de Barreda. Háganse a la idea de que, mientras duren las obras del soterramiento -desde mediados de 2025 hasta 2029, dicen, aunque aún no hay un proyecto de obra-, la terminal del centro va a desaparecer. Es lógico. Los trenes no volverán a pasar por el casco urbano de Torrelavega hasta que las vías estén enterradas. Mientras tanto circularán por una nueva vía, que cambiará la ruta de los convoyes durante esos años desde el tanque de tormentas de La Inmobiliaria hasta el puente que cruza el río a la altura del IES Besaya, cruzando todo el Bulevar Ronda por el norte de la ciudad.
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Lo que está en juego Si nada cambia, la única parada de Cercanías que tendrá la ciudad durante 4 años será la de Barreda
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Los plazos oficiales La vía temporal empezará a funcionar en 2025 para que, mientras, los raíles del centro se puedan soterrar
Vean la fotografía de esta información, de un tren entrando en Torrelavega, tomada este viernes. Dentro de un año y medio, justo ahí, ese Cercanías cambiará de dirección y girará a su derecha, esquivando el centro urbano, su estación y haciendo sitio a las obras del soterramiento a lo largo de una nueva ruta temporal que hoy por hoy no contempla parada alguna. Uno se podrá bajar antes, en Barreda, o después, en Puente San Miguel, pero en ningún sitio entre ambas localidades. Ahí es donde entra el famoso apeadero y la negociación con Adif. De esas conversaciones depende la rutina de unos 1.600 pasajeros que suben y bajan en la estación Torrelavega-Centro todos los días, según el histórico de datos de Renfe.
El Ayuntamiento es consciente de ese impacto, de los «peajes» que encara la ciudad ahora que toca el sueño de la integración ferroviaria con los dedos, pero también optimista. Se ha marcado 18 meses de plazo, un año y medio hasta que la vía provisional entre en servicio, para convencer a un Administrador de Infraestructuras Ferroviarias que, en la última comisión de seguimiento, en octubre, ya avisó de las dificultades técnicas y ambientales de plantear un alto como este y a estas alturas de la película
Supongamos que sí se puede. ¿Dónde puede estar ese apeadero? Partiendo de la base de que cualquier sitio supondría un éxito, lo cierto es que el debate alrededor de esta parada siempre se había centrado en el entorno de La Lechera y las pistas de skate -así lo venía solicitando por ejemplo el concejal de Ciudadanos en la anterior legislatura, Julio Ricciardiello-. No obstante, el trazado del desvío del tren y las características del terreno permiten imaginar otros lugares.
Es más, uno que está cobrando fuerza últimamente en esa mesa de negociación sitúa esta esperanza justo al otro extremo de la ruta y prácticamente en la entrada de la ciudad, en la frontera entre Barreda y el barrio de La Inmobiliaria. Sin ser el centro -eso es imposible-, la idea de poder apearse del tren en esta zona permitiría a muchos pasajeros prescindir de un segundo medio de transporte para llegar al centro. Adif propone para ellos un sistema de autobuses con destino a Torrelavega cada 15 minutos, tanto desde Puente San Miguel como desde Barreda.
Y los autocares no llegarán al centro por el puente de Aspla y Pablo Garnica; ese acceso estará cortado por el desvío. En su lugar, lo harán por la Avenida de Solvay, una carretera donde los atascos son habituales y por la que circulan 22.000 vehículos todos los días, según datos del propio Ayuntamiento. Teniendo eso en cuenta, es importantísimo que las obras de la carretera Viveda-Barreda se ajusten a los plazos y terminen en 2024, al menos antes de que el desvío del tren empiece a funcionar a mediados del año que viene. Si esa meta se cumple, la congestión del tráfico se verá muy aliviada; si no, puede terminar siendo tortuosa.
Una sola manera de bajarse del tren en toda Torrelavega, un sistema para desplazar a los viajeros previsiblemente afectado por los atascos... La importancia de contar con un apeadero en el trazado del desvío del tren, por pequeño que sea y esté donde esté, puede verse desde muchos ángulos distintos. ¿Cuántas personas que cogen el tren en el centro a día de hoy van a seguir haciéndolo a pesar de estos trastornos? El adiós a la estación del centro es un fastidio para los viajeros que van y vienen a Torrelavega, pero también puede ser una estocada para el circuito de Cercanías, aquejado ya por las averías y el disgusto de los usuarios.
Los plazos y requisitos ambientales para crear la parada, a debate
La decisión sobre si en Torrelavega cabe instalar o no un apeadero en el trazado del desvío del tren depende del criterio que marquen los técnicos de Adif. Algunos ya subrayaron algunos inconvenientes de esa idea hace meses, recordando que la tramitación ambiental planteada para el desvío provisional «no contemplaba este apeadero» y avanzando que, de incluirse, sería necesario evaluar otra vez sus implicaciones en esta materia, «especialmente todo lo relativo a la ocupación de un espacio inundable». El Consistorio, por su parte, manifiesta una visión más optimista, aunque también basada en una perspectiva técnica del asunto. Fuentes municipales confían en que la construcción de ese alto en el recorrido no sea tan exigente desde el punto de vista técnico ni ambiental. Al menos no tanto como la tramitación del desvío del tren, esa que, como también recordó el Ministerio en su momento, «precisó de un trabajo intenso y justificación prolija con la Confederación».
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