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Álvaro Machín
Viernes, 16 de agosto 2013, 12:46
Produce un efecto óptico tan desconocido como todo lo que le rodea. Si uno mira la figura con La Magdalena como fondo, una de las formas redondas parece mucho más amplia que la otra. Pero si gira, si la rodea, la cosa cambia. Cuando se vuelve a echar un vistazo, ahora con el Cormorán en el horizonte, la apariencia es justamente la contraria. Las piedras se han cambiado los papeles, los tamaños y hasta los colores. Y lo curioso es que ni siquiera son dos figuras, dos piedras. Sólo hay una y no queda nadie en la ciudad -o casi nadie- que sepa su nombre y su significado sin tirar de algún libro. Porque ese "caracol" de El Sardinero (así lo bautizó un Santander muy dado a los bautizos) es, en realidad, una escultura llamada "Desarrollo", obra del escultor Joaquín Fernández Palazuelos. Lleva ahí, en el paseo junto a la playa del parque del Doctor Mesones, desde finales de los años cincuenta. Discretamente.
«Se trata de una figura abstracta labrada en piedra, de unos noventa centímetros de diámetro, concebida, según el propio autor, con el propósito de dejar en libertad las energías existentes en el Origen». Es lo que pone en "Monumentos y motivos ornamentales de Santander", obra del periodista Claudio Acebo. En el texto se explica que Fernández Palazuelos era «un alumno aventajado» del escultor trasmerano Daniel Alegre en la Escuela de Artes y Oficios. Al regresar de Alemania, donde había realizado estudios, «llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento para que le permitieran utilizar la cantera municipal de Cueto, cobrando el sueldo de un peón (alrededor de 2.000 pesetas), para crear en hormigón armado la escultura que después sería ubicada en el lugar elegido por él mismo, en coherencia con su proceso de elaboración». Esa es la verdadera -y poco sabida- historia.
Lo que se sabe es lo que se ve y es, mas bien, poco. No hay ninguna placa informativa y a la obra le ha crecido tanto la vegetación que le rodea -está saliendo hasta alguna mala hierba-, que ya se asemeja más a un hombre calvo incapaz de esconderse del todo. En la base del parterre hubo, en su día, una decoración, a modo de azulejos, de la que hoy quedan restos azules y amarillos. Como parchazos. Es una base circular amplia que eleva la figura. En el medio de una curva del paseo, convertida en una especie de plazuela. A medio camino, en la parte de arriba, de Brisas y su Colón y del aparcamiento de la palmera que hay muy cerca del monumento al doctor Fleming. Este "Desarrollo" mezcla el gris y el rojizo, pero el amarillo invasivo con pinta de hongo les va ganando el terreno en la piedra. Tiene bien cerca el cartel de la Segunda Playa de El Sardinero y el Rema, ese chiringuito que sabe a verano de la capital.
El autor
Dice Acebo en el libro que «Fernández Palazuelos continuó desarrollando una serie de bocetos en esta misma línea, sin poder plasmarlos debido a su detención y encarcelamiento en el año 1959». En la Gran Enciclopedia de Cantabria se cuenta que pasó por Sttutgart y por la "Hochschule für Gestaltung", heredera del espíritu de la Bauhaus. Que en su imaginario creativo estaba la «integración del arte, la naturaleza y la vida». Y pone que, pese a ser un autor «de amplia influencia», se conserva poca obra suya.
Y ahí está "Desarrollo", el "caracol" del paseo junto a la playa, la piedra que sobresale entre plantas, incrustada en su paisaje. «Para Palazuelos -ha quedado escrito-, la función de la escultura es recuperar los sentidos atrofiados, relacionar cuerpo y mundo, vivir en armonía...».
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