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JOSÉ COMPOSTIZO
ESCOBEDO.
Miércoles, 2 de agosto 2017, 07:49
La única certeza es que fue en verano del año 1917. El día exacto se pierde en el recuerdo de tiempos en los que la ilusión suplía la falta absoluta de medios. En esos meses de estío comenzaba a rodar un balón en Escobedo. El 'football' ya se extendía por la región y Camargo se sumaba al deporte que ya empezaba a ser una moda. El equipo que años más tarde sería la Unión Montañesa de Escobedo jugaba por primera vez un encuentro de fútbol. Como no hay una fecha concreta, eel club ha fijado para hoy, 2 de agosto, el día para festejar su primer siglo de vida. Y para la fiesta de cumpleaños no puede haber mejor invitado. Qué mejor regalo que un partido de fútbol ante el Racing. Un encuentro que abrirá hoy un programa de actos que se prolongará hasta lo que resta de 2017. Será a las 19.30 horas en el Eusebio Arce. «Para el club es un orgullo que el máximo representante del fútbol cántabro acepte jugar un partido en una fecha tan especial para la entidad», explica Luis Merino, presidente del Escobedo y vinculado al club camargués «desde pequeño».
El fútbol llegó a Escobedo gracias a la influencia de los ingleses que explotaban las minas de Camargo a principios del siglo XX. En 1917, Antonio Arce Puente, un comerciante del pueblo dedicado a la hostelería, junto con unos cuantos aficionados decidió hacer algo todavía insólito para la época: crear un equipo de fútbol. La idea era un tanto descabellada, pero sus ganas y el ímpetu de Antonio Arce -que se convirtió en el primer presidente- llevaron a la creación del Arenas Sport. La idea le vino a Antonio durante los meses de verano, cuando vio a un grupo de chicos jugar en los 'praos' del barrio de las Arenas de Escobedo -de ahí el nombre del equipo- y decidió crear un club en torno a ellos. Como no había porterías, los jugadores colocaban dos piedras como si fueran los palos de la meta. Y sobre cada una de ellas, para que se distinguieran mejor, un trapo. Uno de color blanco y otro de color negro. Los colores de identidad que han pervivido en la camiseta del Escobedo a lo largo de este primer siglo de existencia.
Los inicios del hoy llamado Unión Montañesa de Escobedo no fueron fáciles. Apenas había recursos y las instalaciones no eran las más adecuadas. Pero el paso del tiempo y el empuje de los pioneros del fútbol camargués consolidaron el equipo. El actual club ha llegado a tener tres nombres diferentes a lo largo de su siglo de vida. El primero, ese Arenas Sport que nunca estuvo inscrito en la Federación de Fútbol Norte a la que estaban adscritos los equipos de Cantabria. En 1923, cuando se constituye la Federación Cántabra de Fútbol, el club participa en el primer Campeonato Regional y disputa sus primeros encuentros oficiales en la cuarta sección de la Serie C. Dos temporadas después el equipo de Escobedo lograba su primer hito, al alcanzar el ascenso de categoría para empezar a competir en la Primera Sección junto a Igollo, Montaña Olimpia, Montaña Sport, Peñacastillo o Radium. Pero la gloria duró poco. En la temporada 1925-1926 el equipo desapareció por primera vez en su historia. En 1931 Benjamín Arce lo refundó y pasó a llamarse Unión Montañesa de Escobedo, su nombre actual, hasta que volvió a desaparecer al comienzo de la Guerra Civil.
Tras el conflicto, el club inicia un nuevo camino y durante cinco temporadas se le conoce con el nombre de Juventud Imperial. A partir de la temporada 1947-1948 el club participa en el campeonato de la federación Astur-Montañesa. Al finalizar la temporada 1950-1951 desaparece, pero no por motivos deportivos, sino de otra índole. «El dueño de la finca donde estaba instalado el campo de fútbol, junto con el Frente de Juventudes que era quien gestionaba las instalaciones, decidió que el equipo tenía que abandonar el campo. Y tras varios pleitos, la Unión Montañesa de Escobedo se vio en la tesitura de renunciar al terreno de juego donde había permanecido durante treinta y tres años», reconoce Merino.
Después de catorce años sin fútbol en Escobedo, el club se vuelve a refundar en el año 1964 de la mano de Nicanor Arce, que con una serie de chavales del pueblo -él mismo pagó todo el material- formó de nuevo el club. El pueblo volvía a tener un equipo de fútbol, pero no disponía de terreno de juego. El presidente refundador y a su vez entrenador llevó al equipo a jugar al campo de Camargo. «Las discrepancias con el encargado del campo nos obligaron a abandonar las instalaciones de Camargo y a jugar en El Cavidón», recuerda Jaime García, tesorero de aquella directiva y que en la actualidad cuenta con 82 años. «Todo fue por los líos entre el presidente y el sacerdote, por lo que tuvimos que hacer una asamblea para echarle cuando tan sólo llevaba tres meses en el cargo. Todo eran problemas con él», recuerda.
El conjunto blanquinegro asciende por primera vez a Tercera División, en la temporada 1966-1967, bajo el mandato de Antonio Arce, hijo de Benjamín y que cogió las riendas del equipo con 21 años, la misma edad a la que lo hizo su padre. Tres temporadas más tarde el cuadro camargués se proclamó campeón de la Copa Cantabria. Bajo la presidencia de Eusebio Arce se cumplió una de las mayores ilusiones de los aficionados del cuadro camargués. El 7 de septiembre de 1972 la Unión Montañesa de Escobedo volvía a su viejo feudo en el barrio de las Arenas, aunque con una infraestructura precaria. Hubo que esperar al año 1978 para -tras unas importantes reformas- tener unas instalaciones aptas para la practica del fútbol. El Palencia fue el equipo invitado a la inauguración del campo. «Siento nostalgia al recordar aquel partido. Fue bonito ver el campo lleno. Además fue una lucha constante de muchas directivas el poder regresar al campo donde se fundó el equipo. Fue muy emocionante», rememora el entonces capitán blanquinegro, José Ángel Diestro.
La historia de la Unión Montañesa de Escobedo no está sembrada de títulos, ni de grandes gestas, ni de estrellas del balón. Pero sí de muchos recuerdos y anécdotas. Jaime García y otro directivo, Marcelo, fueron a dar una vuelta a Baracaldo tras un partido allí. «No lo conocíamos y nos perdimos. Cuando llegamos a buscar el autobús ya se había marchado. Entonces, buscamos un taxi, pero hubo que esperar a que cenara el conductor. Cuando conseguimos encontrar el autobús ya estábamos en Revilla», recuerda García.
También es un siglo de personajes como José Manuel Gómez 'Chamus' y Esteban Carus, antes jugadores y luego entrenadores del primer equipo. «Yo firmé como jugador. Llegué procedente del Unión Club de Astillero, pero como el entrenador que teníamos -Amadeo Luis- casi nunca venía a los entrenamientos y muchas veces ni a los partidos, la junta directiva decidió que yo me hiciese cargo del equipo», comenta Carus. Por su parte, 'Chamus', que ahora es socio patrocinador, recuerda que a la vez que jugaba «entrenaba al equipo juvenil. Cuando dejé de jugar empecé a entrenar al equipo sénior. De lo que más me enorgullezco es de haber entrenado desde la base a Tomás Concha, un portero que fichó con el Palencia en Segunda División».
Mención aparte merece una de esas instituciones que todo club tiene. «César 'Titi' Arce , por su trabajo altruista a lo largo de los años desde la refundación. Siempre ha colaborado con el club. Primero reparando las botas, cuando había que coserlas, y luego siempre estaba atento a cuando salía un balón de las instalaciones, porque antes los chavales lo cogían y desaparecía», explica Luis Merino.
El actual presidente del Escobedo lleva treinta y cinco años consecutivos al frente del conjunto camargués, «el único club de Cantabria que ha estado siempre en Tercera División desde que se fundó como territorial. Hemos sabido conservar la categoría a lo largo de los 28 años. Además, estamos encantados de poder estrenar hoy el campo de hierba artificial, tras muchos años de lucha para conseguirlo», comenta Merino.
Miles de partidos, de esfuerzos, de ánimos y de trabajo desinteresado para seguir con el sueño de un grupo de amigos, liderados por un hostelero del pueblo, que se propuso crear un equipo de fútbol. Un siglo de historia que sirve a la Unión Montañesa de Escobedo para terminar de llenar una página. Pero es también el momento en el que, al pasar la hoja, se abre ante el club otro gran espacio en blanco. Una nueva página con otras cien líneas que tendrá que ir escribiendo. Ilusión y ganas no le faltan. Si acaso les queda pedir que la fortuna les acompañe con más o menos ayuda para arrancar el que será, desde el 3 de agosto, su segundo siglo de existencia.
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