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Sábado, 31 de marzo 2018
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«No veo normal que en un parque donde puede haber críos se depositen salchichas con alfileres para acabar con los animales. Lo coge un perro, vale, pero ¿y si lo ingiere un niño de tres años? La verdad es que no entiendo quién puede hacer cosas así». Son las palabras del cántabro Rubén Gómez, vecino de la calle Honduras y propietario de Lula, una perra de caza -«mezcla de Border Collie y Beagle»- que a punto estuvo de ingerir una salchicha con alfileres en el Parque de la Teja de Santander el pasado viernes. «Cuando me di cuenta iba a comérsela, así que se lo quité y vi lo que era. Sabes, los propietarios de animales estamos al tanto de que ocurren estas cosas, pero hasta que no te pasa no eres realmente consciente», explica.
Gómez -que ha denunciado públicamente lo ocurrido a través de las redes sociales- conoció a otra vecina de la zona cuya perra sí llegó a ingerir una de estas salchichas a los pocos días. La joven se asustó y llevó a su animal a la Clínica Veterinaria Bahía. Allí le hicieron un chequeo y comprobaron que, por suerte, no había llegado a ingerir la parte del alimento que contenía alfileres.
Marta Martínez, propietaria de la clínica, fue quien atendió al animal: «La propietaria llegó muy agobiada porque su animal había comido salchichas con alfileres, pero tras realizar una radiografía comprobamos que no tenía nada», explica.
No es la primera vez que este centro veterinario -y otros en Cantabria- atienden a animales por estas razones. «Hace seis años, tuvimos otro caso de un perro que también ingirió salchichas con alfileres en la calle del Carmen». En pleno centro de Santander. Y hace no tanto, en octubre de 2016, Bella, la perra de la cántabra Paula Bustamante sufrió un episodio similar. Paseaban por la playa de Usil, en Mogro, y en un momento dado, el animal se comió una salchicha. «Al instante comenzó a vomitar bilis con alfileres y la llevé de urgencia al veterinario», contaba Bustamante a este periódico. Con el tiempo, el animal se recuperó y no tuvo que someterse a ninguna intervención quirúrgica.
«Si las alfileres perforan el intestino o los pulmones el animal puede morir», explica la veterinaria Marta Martínez.
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