Borrar
María Ángeles Durán pasea por Madrid. :: JOSÉ RAMÓN LADRA
SOCIEDAD

«El pelo gris debe ponerse de moda»

La sociedad vive de espaldas a la vejez y a la muerte. Hay que inventar la edad madura, sostiene la socióloga del CSIC

PPLL

Sábado, 8 de enero 2011, 01:18

No lo dice porque ella lleve el pelo blanco, que así le salió tras superar un cáncer de mama hace mucho tiempo, sino porque vivimos en una sociedad «que da la espalda a la vejez y a la muerte y ambas cosas hay que aceptarlas como fenómenos naturales». A la vejez se la mira como si fuera un anticipo de la muerte, asegura, cuando resulta que las personas pueden vivir otros veinte años o más tras la jubilación.

-Usted lamenta que no haya alternativas para la tercera edad. ¿Cuáles propone?

-Es una conquista maravillosa que podamos vivir más años. Y a esa edad madura hay que darle una vida plena. Me parece imprescindible, inevitable, y para algunas personas deseable, que se prolongue el periodo laboral. No se pueden mantener tantos años de vida, a menos que hubiera una inmensa productividad en el trabajo. No ha habido un cambio en el trabajo paralelo a la esperanza de vida. Creo que hay que inventar la edad madura como una edad que tenga contenido en sí misma. Para eso hay que reconocer que la vejez existe, y vivirla con alegría. Yo diría que el pelo gris tiene que ponerse de moda porque, ¿qué necesidad tenemos de parecer personas de 40 si tenemos 65?.

Por eso mismo, Durán reniega de la razón de fondo que subyace en la pasión por la cirugía estética, que «supone un rechazo de nosotros mismos y me parece una pérdida de libertad, una ficción que no me interesa».

Luchadora incansable por la igualdad de la mujer, con una capacidad de trabajo inagotable y un optimismo contagioso, María Ángeles Durán no está dispuesta así como así a aceptar su jubilación mientras realiza un trabajo que le gusta. Cuando deje de cobrar su salario como catedrática en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), creará una fundación, una ONG, escribirá más libros... y seguirá investigando por su cuenta en el uso del tiempo, el trabajo no remunerado de las amas de casa o en los cambios sociales que registra el país, con millones de inmigrantes, de trabajadores en paro y de personas dependientes.

La mujer, esfuerzo doble

La recesión económica afecta a todas las esferas sociales, pero Durán resalta la «enorme contribución de las mujeres para sobrevivir a la crisis» debido a que están redoblando sus esfuerzos en el hogar para combatir la reducción de ingresos y prestar los cuidados necesarios a los miembros de la familia, niños y ancianos.

-En España la conciliación laboral y familiar es muy difícil. Aún no se ha visto a una diputada que lleve a su bebé al Parlamento. ¿Nos queda mucho para alcanzar el nivel de los países del entorno?

-Es una pregunta muy complicada. En muchos países no compatibilizan en absoluto, lo que hacen es poner por delante los valores profesionales, individualistas y muy competitivos.

-Si una mujer quiere ser una buena profesional en España ha de renunciar a la media jornada.

-Lo tiene difícil. Pero, en cambio en España, paradójicamente, puede contar con la generación anterior, lo que no tienen las mujeres de otros países. Nosotros conciliamos básicamente a través de los abuelos y las mujeres inmigrantes, mientras que en Suecia o Alemania se concilia gracias a los servicios públicos.

La investigadora advierte, sin embargo, que la mano de obra de los ancianos y de las mujeres extranjeras son soluciones temporales que, a corto plazo, pueden desaparecer. En el primer caso, porque va subiendo la edad de las mujeres incorporadas al mercado laboral y, en el segundo, porque si a los inmigrantes se les paga un salario más barato, como ocurre con las que trabajan en el hogar, se corre el riesgo de generar guetos con una población que puede provocar conflictos sociales.

Dependencia y eutanasia

Son esas mujeres quienes, además de atender la casa, cuidan a las personas enfermas, a las que no pueden valerse por sí mismas o a las que padecen alzhéimer, porque la Ley de Dependencia no alcanza a atender a una población cada vez más envejecida. María Ángeles Durán encumbra esa ley, a la que califica como una de las más importantes de la democracia por reconocer como público un problema que antes se consideraba privado, aunque es consciente de las dificultades de su aplicación. El cuidado de una persona muy dependiente es tan caro que el coste no puede sufragarlo ni las arcas públicas ni el presupuesto familiar. Una residencia privada, sin subvención, puede costar 6.000 euros al mes y factura aparte las sesiones de fisioterapia o el cambio de postura o de pañales. Y una persona contratada por el régimen, más barato, de las empleadas de hogar sólo cubriría ocho horas. Así que son los familiares, en la gran mayoría mujeres, quienes han de dedicar parte de su tiempo a estos cuidados sin remuneración alguna.

Ésa es una de las asignaturas aún sin resolver en este país, pero para la profesora del centro Ciencias Humanas y Sociales del CSIC y Premio Nacional de Investigación hay otra igual de urgente: el derecho a morir dignamente. No admite concesiones sobre este asunto y conmina a los partidos políticos a que alcancen un pacto similar al de Bélgica. «Lo siento muchísimo pero creo que es inadmisible prolongar la vida de los enfermos terminales, a quien no les espera nada más que añadir más sufrimiento al final de su vida. Hay momentos en que la muerte es mucho más caritativa que la continuación de la vida».

Argumenta que la naturaleza a veces es torturadora y cooperar en ese proceso supone convertirse en colaborador de la tortura. La opinión del enfermo debe contar y Durán aconseja a todos los ciudadanos que ahorren problemas a los familiares y que hagan testamentos vitales y los reflejen en el registro de la Conferencia Episcopal o en el de la Asociación Derecho a Morir Dignamente. Ambos coinciden en que no hay que vivir a cualquier precio y que los encarnizamientos terapéuticos no son necesarios. Pero se practican, bien por negocio o porque el profesional no quiere asumir la responsabilidad de que «se me muera a mí». Aunque antes, dice, debemos aceptar que morir es tan humano como nacer. «Hay que morir bien y prepararnos para ello».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes «El pelo gris debe ponerse de moda»

«El pelo gris debe ponerse de moda»