Gamazo, la 'no playa' que está de moda
Sin socorristas y con el baño vetado, este arenal atrae a diario a bañistas y dueños de perros, que huyen «de la masificación»
La playa de Gamazo no es oficialmente una playa, pero ayer, como casi todos los días de verano, parecía una postal improvisada de vacaciones. ... Un centenar de personas repartidas entre la arena, la campa y las hamacas de madera aprovechaban el sol y el calor. Un día despejado pero con advertencia por tormenta eléctrica. Una veintena se aventura al agua, pese a que en la entrada, bien visible, un cartel advierte en letras grandes 'Baño no autorizado', 'Riesgo de caída al mar' y 'Riesgo de caída al mismo nivel'. La advertencia no parece alterar el ánimo general. Niños chapotean cerca de la orilla, perros corren tras pelotas de goma y grupos de amigos flotan perezosos mientras el agua les llega a la cintura.
El mar apenas se movía, lo que daba cierta sensación de seguridad a quienes han decidido mojarse. «Apenas hay oleaje cuando hemos venido, solo estamos un par de semanas al año y la vimos de paseo. Es de las pocas que no está masificada. Sabemos los riesgos pero, de momento, no veo peligro, nos bañamos con precaución», dice Manuel Gómez, un padre, con sus hijos pequeños chapoteando a unos metros.
Otros han llegado casi por casualidad. Dos turistas burgaleses buscaban la playa de Bikinis, pero se han topado con este rincón y han decidido quedarse. «Queríamos llegar a otra playa, pero hemos visto que aquí había espacio y nos hemos quedado. No hemos llegado a ver el cartel», reconoce Nuria Herrero, mientras coloca la toalla sobre la arena clara. Clara y en cuesta, ya que lo que se encuentra debajo es la rampa por la que bajaban la embarcaciones al mar. La historia de este arenal es peculiar. Se formó de manera espontánea en los últimos años por los movimientos de arena en la zona de Gamazo y Los Peligros. Como resultado: un rincón que, a ojos de las administraciones, no es oficialmente una playa.
«Sabemos los riesgos pero, de momento, no veo peligro, nos bañamos con precaución»
Manuel Gómez
Bañista
«Queríamos llegar a Bikinis, pero hemos visto que aquí había espacio y nos hemos quedado»
Nuria Herrero
Turista
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Hay quien se toma el baño como un gesto rápido, casi ritual. «Solo vengo a refrescarme un poco, me sumerjo, tomo el sol hasta secarme y sigo con mi día», cuenta Fermín Saiz, un habitual de la zona. «Por el momento, las veces que he venido la gente va con precaución y no ha habido ningún susto». El terreno pertenece a la Autoridad Portuaria y no cuenta con vigilancia, socorristas ni servicios de limpieza municipales. El Ayuntamiento insiste en que el baño está prohibido, aunque en la práctica la señal no detiene a quienes ven aquí un espacio tranquilo frente al bullicio de las playas más populares.
Ni espacio de baño ni tampoco, oficialmente, para perros. La realidad: animales correteando libres, jugando en el agua o revolcándose en la arena, mientras sus dueños esperan al sol. Es uno de los pocos arenales de Santander donde los perros se mezclan con bañistas sin miradas torcidas. Tal vez ahí radique su encanto, en la mezcla de improvisación para crear un oasis veraniego.
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