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M. MENOCAL
Sábado, 11 de enero 2014, 11:14
Todo el mundo le mira. En él se fijan más que en nadie. Representa a la cantera. Es como el ejemplo de que no todo es un desastre en el Racing. Su juventud y la necesidad de buenas noticias por estos lares juegan a su favor y, sin embargo... el día que marca, el palco le roba el protagonismo. Cuentan sus más allegados que el gol que supuso el empate ante el Almería el pasado miércoles -anotado con su pierna 'mala' y en un detalle de calidad- le «ha dado mucha confianza». Tímido y reservado, le abrumaba que el entorno hablase de él sin poder demostrar su valía. Le ha servido de descarga. Sin edad para votar (17) es el exponente de lo que siempre se formó en La Albericia cuando a la sala de máquinas de la cantera le dejaban funcionar. Hábil, dotado técnicamente y con gol tiene todo lo que se necesita para triunfar. Y además, «cabeza». Estudia 2º de bachillerato, le gusta el cine y 'pinchar' música. No quiere ser 'discjockey', tan sólo futbolista, pero tampoco tiene prisa. Ni él, ni su entorno. «Queremos que entrene con nosotros tres días pero que siga con su vida. No queremos intoxicarle y sí eliminarle de presión», dijo ayer Paco Fernández. Y en eso está. Discreto, aún agacha la cabeza cuando se pregunta por él. No obstante, en un campo es el primero en levantar la mano. Calidad, velocidad y recorrido. Su progresión ha sido espectacular. Entró con la misma cara de niño que tiene hoy por primera vez en La Albericia para jugar en alevines procedente del Marina Sport. Allí le enseñaron a divertirse y por el momento no ha hecho otra cosa. De ser un chaval con talento con la pelota ha pasado a ser un futbolista completo, con gol y versatilidad y tan sólo le falta hacerse.
Adolece de musculatura y de potencial físico -algo fácil de superar y para lo que se conoce remedio- pero esta temporada ha encontrado el antídoto contra sus defectos. Su polivalencia le permite jugar en banda, como enganche y hasta de delantero. Sus goles, once en ocho partidos en la máxima categoría juvenil del país, son su carta de presentación. Este año ha aprendido a jugar sin la pelota, aquello que tanto les cuesta a los grandes futbolistas. Si no la tiene, la busca, no espera a que lo haga un compañero por él. Contaba Johan Cruyff que «a un futbolista se le ve a los 14 años y luego tan sólo hay que dejarle trabajar». Con Concha, como con Sergio Canales o Jairo -últimos productos exportados desde La Albericia-, svan cumpliendo los tiempos que preconizaba el crack holandés. «Son jugadores distintos», añade Raúl Pérez, el entrenador del Racing División de Honor, pero «con gol y eso se cotiza».
Carácter competitivo
A Concha le ha venido bien la dosis de agresividad que ha sumado a su talento esta temporada. Le ha hecho más competitivo y le ha ayudado a crecer. Desea ganar. Junto a sus inseparables compañeros Rubén, Chus Purás y Javier Torrado (cedido en el Rayo Cantabria) acude cada día a La Albericia con idea de escalar un peldaño más. «No queremos que se sienta un revulsivo», destacó Fernández ayer al hacer pública su convocatoria. Él tampoco. No quiere ser flor de un día. Los aficionados de toda la vida piden que la desastrosa política de cantera de las últimas temporadas no le engulla y le haga emigrar antes de madurar por completo . Mientras tanto, Concha sigue buscando la orilla de la mar en Soto de la Marina para descargar las piernas. Visita a los suyos en la carpintería (negocio familiar) y sueña con estudiar algo relacionado con el deporte, probablemente INEF, por si el mundo del fútbol no le da lo que quiere.
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