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ELENA TRESGALLO
Sábado, 6 de mayo 2017, 13:11
A Amalio Barquín Trueba, un vecino de Rubayo de 69 años y viejo remero de una de las tripulaciones históricas de Astillero, siempre le gustó el sabor de lo antiguo, el ingenio lógico de inventos pasados que, mediante un rudimentario método, movieron el mundo y la escena rural o formaron parte de la revolución industrial de principios del siglo pasado. Una afición que le ha llevado a adquirir, recuperar e incluso reproducir a escala decenas de piezas de interés hasta reunir una impresionante colección. Un paseo por el pasado que muchos de sus vecinos ya conocen.
Amalio Barquín Trueba se jubiló hace un tiempo de su puesto como fresador en la industria del mecanizado, a partir de ahí es cuando ha podido ganar tiempo para buscar, arreglar y poner en marcha decenas de objetos que se dejaron de usar con el tiempo, pero que suponen cachos de historia que aún muchos recuerdan.
Su afición que, según su primo, Juan José Trueba, es una auténtica obsesión" le ha llevado a bucear en mercados de lo antiguo, preguntar a familiares, vecinos o visitar toda serie de museos etnográficos en busca de piezas caprichosas que no ha podido encontrar, pero quiere copiar. Lo hago pidiendo mucho", explica Amalio.
Para este coleccionista tampoco es un problema real el hecho de no encontrar un objeto que restaurar, porque si no lo hace, se centra en realizar una reproducción a escala. Para ello, da igual que sean objetos de madera que de metal o mecanizados, la destreza de sus manos, sus conocimientos mecánicos y del metal hacen el resto.
Así, su obra más llamativa, que no la más valiosa para él, es la reproducción de una máquina antigua de asar castañas que no solo es idéntica en apariencia, sino que funciona. Lo mismo pasa con un carruaje de transporte en bicicleta al puro estilo oriental que disfrutan sus nietos, y que es una auténtica joya y da muestra de su capacidad de réplica artesanal.
Un museo doméstico
En una habitación y una antigua cuadra, Amalio guarda todas sus antigüedades restauradas y reproducciones de inventos del pasado que sirvieron para hacer la vida un poco más fácil. Entre ellas, destaca una vieja máquina de afilador, realizada en madera que es una reproducción de la original. Se trata de una réplica que este vecino de Rubayo vio en un museo etnográfico del Valle de Toranzo y no dudó en reproducir. La ví, les pedí que me dejasen tomar medidas, les hice una foto y me costó tres o cuatro viajes más", explica.
No obstante, entre sus tesoros más preciados del campo se encuentra una vieja máquina de segar con más de 120 años de historia, mantequeras, una máquina de sembrar panojos o elementos más domésticos como un antiguo taladro manual, una rudimentaria batidora para hacer la mantequilla, máquinas de coser e incluso las carracas y las matracas que se utilizaban en Semana Santa en las iglesias. En los días de Consagración no se dejaba tocar las campanas, por lo que se utilizaban las matracas", explica Amalio amartillando una. Y es que él se ha ocupado de conocer también la historia de todos sus objetos, y transmitirla a todo el que le pregunta por ellos. Muchas cosas las sé porque las aprendí y las ví de niño", afirma. Sus vecinos conocen ya su magnífica colección, ya que a Amalio no le importa que la visiten, lo único que echa en falta es contar con un espacio más grande para poder llenarlo de más proyectos.
Pero continuando la visita a este particular museo doméstico, en el garaje de Amalio Barquín encontramos también tesoros de la historia del motor como una vieja y única" moto Guci del 75, que preside su particular exposición de motos y minimotos del pasado, restauradas por él. Juguetes de madera que reproducen tiovivos, norias o máquinas de labores del campo a escala reducida, junto a bicicletas de madera y Quijotes de hierro forjado, que son parte de sus creaciones más increíbles y curiosas.
Junto a ellas descansan otros inventos típicos de la escena rural, como un cuadro para llevar los cubos da agua sin derramar una gota. De hecho, algunas de estas piezas de la colección de este vecino de Rubayo han sido prestadas en alguna ocasión para exposiciones con motivo de la fiesta del patrón de los labradores, San Isidro.
Junto a estos objetos y reproducciones, también se hallan reflejados otros momentos paralelos de la vida en el siglo pasado que hacen alusión a las campañas bélicas de la guerra civil, es el caso de una sirena para avisar cuando venía la aviación", y que funciona" o un farol y un teléfono del ferrocarril muy antiguo de los que utilizaban los ferroviarios de principios del siglo XX, sin faltar nunca la paz que podía proporcionar la música a través de una vieja gramola.
Histórico de las traineras
En un pequeño rincón de las estancias donde Amalio Barquín tiene su mundo antiguo, no faltan las fotografías de viejas gestas de este vecino como remero de la que, según presume, fue la mejor tripulación de Astillero en los setenta". Instantáneas de un pasado glorioso de este Club de Remo que sitúan a Amalio en imágenes históricas con los entonces príncipes de España Don Juan Carlos y Doña Sofía, hoy reyes eméritos. Uno de sus mejores recuerdos, aunque muy agridulce fue cuando se perdió por segundo y medio" la Bandera de la Concha en el 68, tras haberlo ganado casi todo en aquella temporada. Una espina que aún pincha en el recuerdo.
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