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Jennifer Lawrence .
A Jennifer Lawrence le van las mujeres fuertes

A Jennifer Lawrence le van las mujeres fuertes

Óscar Bellot

Jueves, 27 de octubre 2016, 11:10

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Basta repasar el palmarés de los Oscar para constatar que el biopic es un buen camino hacia la estatuilla dorada. La Academia de Hollywood tiene predilección por aquellos intérpretes que se mimetizan en figuras que han dejado huella en el pasado en uno u otro sentido. Los últimos ejemplos son los galardones que obtuvieron este año Leonardo DiCaprio al meterse en la piel del trampero Hugh Glass en El renacido (Alejandro González Iñárritu, 2015) y Mark Rylance por su encarnación de Rudolf Abel en El puente de los espías (Steven Spielberg, 2015). Pero la lista es tan larga como uno se quiera extender en el tiempo. El año anterior fue Eddie Redmayne quien triunfó como mejor actor dando vida al astrofísico Stephen Hawking en La teoría del todo (James Marsh, 2014). Recogió el relevo de Matthew McConaughey, quien recibió la distinción recreando la historia de Ron Woodroof en Dallas Buyers Club (Jean-Marc Vallée, 2013). Éste, a su vez, había tomado el testigo de Daniel Day-Lewis, cuya majestuosa labor en Lincoln (Steven Spielberg, 2012) estuvo a la altura de la magna obra del presidente al que prestó su voz. En la 84 edición de los Oscar fue Meryl Streep la que se llevó el gato al agua paseando por el número 10 de Downing Street como Margaret Thatcher en La dama de hierro (Phyllida Lloyd, 2011). Un año antes, Colin Firth recibía el ansiado reconocimiento como Jorge VI en El discurso del rey (Tom Hopper, 2010). Sean Penn se encumbró en 2009 por su papel de un político homosexual en Mi nombre es Harvey Milk (Gus Van Sant, 2008). Marion Cotillard hizo lo propio en 2008 entonando los temas de Edith Piaf en La vida en rosa (Olivier Dahan, 2007). Y en 2007 los dos mejores intérpretes lo fueron por sendas cintas de corte histórico: Forest Whitaker, por su rol del dictador Idi Amin en El último rey de Escocia (Kevin Macdonald, 2006), y Helen Mirren, por el de Isabel II en La reina (Stephen Frears, 2006). Sin ánimo de extendernos más, se pueden citar los casos de Jamie Foxx, vencedor en el apartado de mejor actor en 2005 por encarnar al padre del soul en Ray (Taylor Hackford, 2004), o Nicole Kidman, distinguida en 2003 por dar vida a la escritora Virginia Woolf en Las horas (Stephen Daldry, 2002). A ellos podría sumarse en un futuro próximo Jennifer Lawrence, a tenor de la variada gama de proyectos para los que ha comprometido su participación que tienen su asidero en personajes reales.

A esta categoría pertenece la última película a la que ha vinculado su nombre quien ya ganase el Oscar por El lado bueno de las cosas (David O. Russell, 2012). El filme en cuestión, carente aún de título, focalizará su atención en la vida de Zelda Fitzgerald, la escritora e icono de los años veinte del siglo pasado que compartió su vida con uno de los grandes nombres de las letras estadounidenses, F. Scott Fitzgerald. Ron Howard es el favorito para dirigir un largometraje que tendrá como base el guión desarrollado por Emma Frost (The White Queen) y que se centra en la tensión generada en el matrimonio a causa de la rivalidad artística existente entre ambos. Una desaforada competición que colocó a Zelda al borde de la locura y que la fue distanciando progresivamente de su esposo, quien disfrutaba del reconocimiento derivado de obras convertidas hoy en grandes clásicos de la literatura norteamericana como El gran Gatsby o Suave es la noche que, por cierto, dieron lugar a diversas adaptaciones cinematográficas.

El nombre de Zelda Fitzgerald figura en un puñado de títulos cinematográficos y televisivos. Era, por ejemplo, uno de los personajes con los que se cruzaba el protagonista de Midnight in Paris (Woody Allen, 2011) en sus viajes al pasado. Alison Pill (The Newsroom) fue en esa ocasión la encargada de meterse en la piel de quien fuese etiquetada por su marido como la primera Flapper de Estados Unidos. Otras actrices la habían puesto rostro anteriormente, casos de Blythe Danner en la película para televisión titulada F. Scott Fitzgerald and The Last of the Belles' (George Schaefer, 1974), Tuesday Weld en F. Scott Fitzgerald in Hollywood (Anthony Page, 1975) o Natasha Richardson en Zelda (Pat O'Connor, 1993). Entre las últimas que han adoptado su rostro destaca Christina Ricci en Z: The Beginning of Everything, una serie producida por Amazon. Sobre esta figura de la generación perdida hay en marcha otro proyecto, con guión de Hanna Weg y para el que sonó hace unos meses Scarlett Johansson como protagonista.

Fotógrafa de guerra y reina caída en desgracia de la biotecnología

Pero Zelda no es ni mucho menos la única mujer de armas tomar con la que tiene planeado encararse Jennifer Lawrence en los próximos tiempos. La actriz, que ya dispone de experiencia en el terreno del biopic tras encarnar en Joy (David O. Russell, 2015) a una madre soltera que se hizo de oro tras inventar la conocida como fregona milagrosa y convertirse en una de las grandes reinas de la teletienda, prepara It's What I Do, un filme dirigido por Steven Spielberg que la convertirá en Lynsey Addario, una de las más reputadas fotógrafas de guerra que ha arriesgado su vida en múltiples ocasiones con tal de ofrecer al mundo una visión lo más cercana posible a algunos de los conflictos más cruentos del planeta, desde Afganistán a Libia pasando por Irak o el Congo. La propia Addario colabora en un guión que se basa en sus memorias, tituladas It's What I Do: A Photographer's Life of Love and War. Warner Bros respalda un proyecto por el que anteriormente habían mostrado su interés estrellas de la talla de George Clooney, Reese Witherspoon o Natalie Portman.

La protagonista de Winters Bone (Debra Granik, 2010) comandará asimismo el cartel de Bad Blood, una cinta dirigida por Adam McKay (La gran apuesta) que recreará otra historia real, la de Elizabeth Holmes. Fundadora de Theranos cuando apenas tenía 19 años y aún estaba estudiando en la Universidad de Stanford, fue conocida como la Steve Jobs de la biotecnología gracias al desarrollo de un sistema que prometía revolucionar los análisis sanguíneos. La start up conoció un rápido crecimiento que permitió a Holmes entrar en la lista de las personas más ricas de Estados Unidos elaborada por la revista Forbes, con una fortuna valorada en unos 4.500 millones de dólares en 2015. Pero una serie de investigaciones que pusieron en tela de juicio los procedimientos empleados por Theranos devaluó notablemente el valor de la compañía, obligando a Holmes a reestructurar la empresa. Hace unas semanas, Holmes anunciaba que Theranos cerraría sus laboratorios de análisis clínicos y recortaría en más de un 40% su plantilla, después de que las autoridades estadounidenses le prohibiesen gestionar este tipo de centros durante los próximos dos años. Su objetivo a partir de este momento es concentrarse en la plataforma miniLab que pretende comercializar laboratorios automáticos en miniatura.

El biopic de Holmes, lleno de claroscuros, a diferencia del que abordará las peripecias de la fotoperiodista Lynsey Addario, ofrecería, por tanto, a Lawrence una magnífica oportunidad para cortejar al tío Oscar. Y si no, en la recámara tiene ya la cinta sobre los Fitzgerald. De una u otra forma, con biopic o sin él, está claro que, con una estatuilla a sus espaldas y otras tres candidaturas adicionales, a sus 26 años la actriz dispone de todas las armas necesarias para volver a reinar en la noche más majestuosa de la industria cinematográfica.

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