
Aquellos colchones de lana
LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
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LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
Recordamos los modelos en lana y con fundas estampadas o rojiblancas, así como el oficio de colchoneroDormimos hogaño en colchones modernísimos, de «última generación». Los antiguos, en cambio, eran de lana. Las fundas solían ser de estilo damasco, estampado, o de rayas rojas/blancas.
Como los de rayas rojas/blancas resultaban abundantes, al Atlético de Madrid futbolero, que lucía esos colores en su camiseta, se le empezó a denominar coloquialmente «el equipo colchonero». Y así continúa citándosele en numerosas crónicas deportivas.
Aquellos colchones había que airearlos, ventilarlos, desapelmazarlos, con cierta frecuencia. Si el propietario no dominaba la cuestión, de tal labor se encargaba un profesional especializado: el colchonero. En día de buen clima y sin viento lo hacía en plena calle, y por módico precio.
Estiraba una sábana o sacos en el santo suelo, sacaba la lana del interior de la funda y después la golpeaba con una vara de avellano (la vareaba) para dejarla esponjosa, suelta. Concluida la tarea volvía a introducirla en el colchón. Se cerraba bien, se le daba forma para ocupar la funda completa y vuelta a la habitación con él.
Los ciudadanos más jóvenes no han conocido ya este tipo de colchones, propios de los hogares españoles de posguerra. Por supuesto, sus somieres estaban a juego (presentaban un aspecto muy rústico). Pero como no había otra cosa, el personal se conformaba. Nadie echaba en falta los muelles.
De niño y adolescente dormí muchas veces en un colchón de lana, pues lo tenía en casa mi abuela materna. Sé, por tanto, de qué va el asunto. Los citados colchones constituyen para quienes los usamos sinónimo de recuerdo entrañable, de un ayer que no volverá. Los actuales son tan distintos que no se les parecen en nada. Lo único que sigue siendo igual es la mentalidad de muchos de los individuos que descansan sobre ellos…
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