Cuando llegó el fonógrafo a Santander
LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
Los ciudadanos disfrutaron en 1894 con un invento que grababa su voz y permitía escuchar orquestas de Estados UnidosSecciones
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LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
Los ciudadanos disfrutaron en 1894 con un invento que grababa su voz y permitía escuchar orquestas de Estados UnidosSantander
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Domingo, 20 de septiembre 2020
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En el mes de enero del año 1894 llegaba a Santander un invento sorprendente: el fonógrafo. ¿En qué consistía? Era un artefacto raro-raro. Tenía un cilindro, una manivela y una bocina/corneta de notable tamaño. Salían de él música y textos leídos. Además, permitía grabar la voz y volver a escucharla. La «Compañía de Exhibición Fonográfica de Edison» lo exhibía en un elegante comercio de la Plaza Vieja. La gente, como es lógico, flipó con tan asombrosa novedad.
Lo más atractivo de la cosa consistía, sin duda, en oír por primera vez las grabaciones de orquestas de Estados Unidos, pudiendo hacerlo únicamente veinticinco personas por sesión. ¿Precio? Una peseta cada hora. ¡Demasié para el cuerpo! Tal y como estaba el nivel de vida, pocos ciudadanos podían dedicar una peseta, por entretenido que fuera, a tal menester. Abundaban otras necesidades.
La imparable creatividad del señor Edison propiciaría también algo que todos conocemos, aunque ignorando su origen. Me refiero a las muñecas que hablan/lloran. ¡Las inventó él! Funcionaban accionando una manivela que tenían detrás (en su interior había un mini-fonógrafo). De aspecto tétrico, al escucharlas… bastantes niñas y niños huían de casa como si tuvieran delante al Muñeco Diabólico.
Después del genial aparato del señor Edison triunfarían en el mercado otros que perfeccionaban la idea: el gramófono (sustituyéndose el cilindro por un disco), el tocadiscos, el magnetofón, el cassette y similares.
Así, hasta llegar a las actuales virguerías tecnológicas que permiten grabar/reproducir con extraordinaria calidad, asequibles para cualquier economía. ¡Lo que han cambiado los tiempos!
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