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Leonard Lauder. Reuters

Fallece a los 91 años Leonard Lauder, el arquitecto del imperio Estée Lauder

Transformó la empresa familiar en un gigante cosmético global con un estilo propio que define su legado

Joaquina Dueñas

Lunes, 16 de junio 2025, 12:24

Leonard Lauder, heredero, magnate y cerebro estratégico detrás del imperio Estée Lauder, ha fallecido este domingo a los 91 años en Nueva York. Su muerte marca el final de una era para una de las casas de cosmética más influyentes del mundo, caracterizada por entender el lujo desde la discreción como un legado familiar y el éxito como un logro a largo plazo.

Hijo mayor de Estée y Joseph Lauder, Leonard fue algo más que un continuador de la obra materna: fue el gran estratega que convirtió una marca nacida en la cocina de su madre en una multinacional valorada en más de 80.000 millones de dólares. Y lo hizo manteniéndose siempre en segundo plano, con un estilo de liderazgo clásico y eficaz, y un estilo de vida que ahora se podría definir como lujo silencioso.

Nacido en Nueva York en 1933, Leonard Lauder se graduó en Wharton y completó estudios en la Columbia Business School, pero su verdadera formación fue junto a su madre, Estée, en los mostradores de Saks y Neiman Marcus. Allí aprendió no solo sobre fórmulas cosméticas, sino también sobre el valor del prestigio y la obsesión por el detalle.

Durante sus años al frente de la empresa —fue presidente de Estée Lauder Companies de 1972 a 1995 y consejero delegado de 1982 a 1999—, Leonard impulsó una expansión sin precedentes. Bajo su liderazgo, Estée Lauder adquirió o lanzó más de 30 marcas, incluyendo Clinique, Aveda, Jo Malone London, Tom Ford Beauty, MAC Cosmetics, Bobbi Brown y La Mer.

Pero su legado no es solo empresarial. Leonard Lauder también fue un filántropo de primer nivel, particularmente en el campo del arte. Su colección personal de cubismo, considerada una de las más importantes del mundo, fue donada al Metropolitan Museum of Art en 2013 y está valorada en más de 1.000 millones de dólares.

En la era de los CEO influyentes en redes sociales, Leonard Lauder era un ejecutivo casi invisible para el gran público. Rara vez ofrecía entrevistas, evitaba los focos y dejaba que los productos hablaran por sí mismos. Sin embargo, dentro del sector, su influencia era absoluta. Apodado el «gurú del lápiz labial», acuñó el llamado «índice del pintalabios», una teoría informal que afirmaba que en tiempos de crisis las ventas de cosméticos, especialmente labiales, aumentan como reflejo psicológico de resiliencia y autocuidado.

En sus memorias, La compañía que mantengo: Mi vida en la belleza, publicadas en 2020, Lauder narra con sobriedad y sentido del humor su historia empresarial, sin alardes ni dramatismos. Desde principios de los 2000, Leonard preparó la transición del liderazgo a la siguiente generación. Su hijo William Lauder asumió el cargo de CEO y luego de presidente ejecutivo, consolidando la continuidad familiar en un entorno empresarial cada vez más voraz.

Pese a su retiro oficial, Leonard permanecía activo en la vida interna del grupo, en el que ostentaba un cargo honorífico, y en sus fundaciones benéficas, apoyando programas de educación, salud y artes. «A lo largo de su vida, mi padre trabajó incansablemente para construir y transformar la industria de la belleza, siendo pionero en muchas de las innovaciones, tendencias y mejores prácticas que hoy son fundamentales para la industria. Era el hombre más caritativo que he conocido, creía que el arte y la educación pertenecían a todos y defendía la lucha contra enfermedades como el Alzheimer y el cáncer de mama. Por encima de todo, mi padre era un hombre que practicaba la amabilidad con todas las personas que conocía. Su impacto fue enorme», ha expresado su hijo en un comunicado remitido por la compañía, en el que lo definen como un «auténtico visionario, un líder intrépido y un amigo muy querido por muchos». «Fue el faro de nuestra empresa y la estrella polar de toda una industria. El mundo es un lugar mejor porque Leonard Lauder estaba en él», lo recuerdan.

En 2011, la familia Lauder recibió la Medalla Carnegie de Filantropía por su servicio público, y Leonard estuvo muy implicado en diferentes causas a lo largo de su vida. Una visión del mundo que también forma parte de su legado. En este sentido, se celebrará un funeral privado para familiares y amigos, y la empresa sugiere que, en lugar de flores, se realicen donativos en su honor a la Breast Cancer Research Foundation o a la Alzheimer's Drug Discovery Foundation.

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