Los comedores no apagan sus fogones en verano
Más de 400 niños de entre 3 y 12 años pasan las mañanas estivales jugando y comiendo en el colegio gracias al programa de la Consejería para atender las necesidades de las familias con pocos recursos y facilitar la conciliación
Víctor Puente
Martes, 26 de julio 2016, 07:44
El reloj está a punto de marcar la una del mediodía y en el comedor del colegio María Sanz de Sautuola de Santander está todo listo para recibir a los comensales veraniegos. No se trata de niños a los que sus padres han castigado con una vuelta al cole antes de tiempo. Ni tampoco pandillas de críos que han tomado las instalaciones que usan en invierno para darse un festín de juegos y comida en julio y agosto. Solo son algunos de los más de 400 alumnos que participan este verano en el programa de vacaciones escolares que la Consejería de Educación ha puesto en marcha por primera vez en el periodo no lectivo que más largo se les hace a padres, niños y profesores.
Diez colegios repartidos en cuatro municipios (Santander, Torrelavega, Castro Urdiales y El Astillero) que abren sus puertas durante seis horas seguidas (toda la mañana) para ofrecer a niños de 3 a 12 años juegos y talleres para que se diviertan, así como un servicio de comedor para irse a sus casas con el estómago lleno. Los que vienen de familias con pocos recursos no pagan. El resto, hasta 96 euros al mes. Se puede apuntar como mínimo por periodos de quince días, y como máximo, los dos meses completos. La Consejería destina 50.000 euros de su presupuesto y cuenta con la ayuda económica de todos los municipios implicados, salvo en Santander, donde el Ayuntamiento ya financia su propio programa ('El Veranuco').
Y mientras el director del Sautuola, Santiago Ferreiro, recuerda los detalles del proyecto, el timbre del comedor suena y, como si todo estuviera ensayado, aparece una hilera de chavales desfilando por el pasillo que conecta el patio con el comedor. Vienen de jugar y llegan para reponer fuerzas. Se van sentando todos en sus sitios sin que nadie les dé indicaciones ni les tenga que corregir. La educación, ante todo. Hoy se sientan ante los platos 37 pero este verano degustarán los alimentos de la cocina de este colegio del barrio La Albericia una media de 50 niños. "Al programa se han apuntado 77 pero no todos se quedan a comer", precisa el director mientras va saludando a los comensales. No se olvida de ninguno. "Entendemos que el comedor es un espacio educativo más y como modelos educativos que somos los profesores tenemos que enseñarles buenos modales en todo momento. Aquí no solo vienen a que les transmitamos conocimientos".
La exhibición de coordinación y disciplina que ofrecen las cocineras y camareras también es una buena muestra de las palabras de Ferreiro. Cuatro cocineras en los fogones que desde las diez de la mañana guisan "con estilo muy casero". Y en el comedor, cuatro camareras que se encargan de servir y recoger los platos. Todo funciona como una orquesta, pero en este caso el director no tiene que dirigir con la batuta. Hoy toca puré de primero, y san jacobo con ensalada de segundo. Más sano y equilibrado imposible, ¿no? "Intentamos que coman de todo desde bien pequeños. Les damos fruta dos o tres veces a la semana como mínimo, también legumbres y sobre todo verduras porque es la asignatura pendiente en cualquier familia". Aunque parezca que lo dice una nutricionista, las palabras son de la responsable de cocina, que prefiere mantener su nombre en el anonimato. Pero no así su labor clave en el servicio de restauración del Sautuola. Junto al director, se encarga de elegir los menus (enseña la tabla que ya tiene configurada para todas las semanas), comprar los productos "siempre frescos y del día" a proveedores de la ciudad, y encargarse de coordinar a sus compañeras para que "todo salga viento en popa".
¿Pero así funcionan todos los colegios en Cantabria? La pregunta es obligada cuando uno se cuela entre los fogones. Una cocina industrial con todo tipo de complementos. Olla de grandes dimensiones en la que "se pueden hacer lentejas para 300". Un macro horno para cocinar "al máximo nivel". Una freidora, un congelador en versión arcón. Una despensa como un cuarto de grande... "Lo nuestro es una excepción. Hay muy pocos centros en Cantabria que cuenten con cocina propia. La mayoría recurre al servicio de catering pero nosotros preferimos gastar un poquito más de nuestro tiempo en beneficio de la salud de nuestros alumnos".
Ferreiro lo tiene claro. Cada año la Consejería pregunta a los centros, que desde que cambió la normativa de comedores tienen mas autonomía para gestionar sus comidas, por el tipo de servicio de comedor que van a ofrecer a sus alumnos, y en el Sautuola seguirán con la cocina propia y con las ocho trabajadoras de la Consejería hasta que desde más arriba decidan lo contrario.
Algunas madres no se lo creen
No han pasado ni cinco minutos desde que sonó el timbre (a la una) y los niños ya tienen el primer plato en la mesa. Las camareras van sirviendo y ayudando a los que levantan la mano (uno por mesa) para pedir más agua, para decir que ya han terminado o simplemente para comentarles lo rico que está el puré. "Algunas madres nos preguntan cuál es nuestros secreto porque sus hijos lo primero que hacen cuando llegan a casa es contar lo bien que han comido en el cole. Incluso alguno se atreve a soltar a sus padres que lo que comen en el colegio está más bueno que les dan en casa". La responsable de cocina no puede evitar sacar pecho cuando recuerda estas anécdotas y reitera la clave de su buen hacer. "Solo hay que insistir y que empiecen a comer de todo desde bien pequeños. Luego cuando son mayores lo comen todo sin darse cuenta y les encanta".
La chef interrumpe al periodista para que mire el reloj y luego observe las mesas. Es la una y media y ya no hay un alma. Todos los niños han terminado de comer, han dejado los platos limpios y vuelven al patio hasta que dé la hora de que sus padres vengan a buscarles, no sin antes despedirse de cada una de las cocineras. La educación, ante todo.
Antes de cerrar la cocina, las empleadas dejan todo listo para el día siguiente. Servirán garbanzos y los dejan en agua un día antes como buenas cocineras caseras que se autodefinen. Pero antes de apagar las luces, aparece por la puerta una cara que les resulta muy familiar, cargada de cajas lenas de alimentos. Es Leticia Cardenal, presidenta de la FAPA. Su presencia no es casual, tal y como explica. "La Consejería me llama cuando se necesita algo en algún centro y me acercó para echar una mano". Hoy trae cartones de leche que el Banco de Alimentos dona a los comedores escolares veraniegos, al igual que ya hizo en los de Navidades y Semana Santa. El colectivo de padres de alumnos de colegios públicos que preside Cardenal también está en el ajo desde el principio. Se encargan de traerles algo de desayunar y para que almuercen a media mañana mientras juegan en el patio. "Los niños salen muy contentos. Yo traigo al mío aquí y de hecho me dice que quiere venir todos los días. Para los padres es una tranquilidad porque en este colegio la comida se hace en el momento, es de calidad y a un precio mucho más barato que cualquier catering. Es un referente".
Razones más que suficientes para defender que el programa se mantenga en el tiempo. La idea de la Consejería es que se sigan abriendo en los periodos no lectivos hasta lo que queda de legislatura (quedan tres años) pero la preocupación de FAPA está ahí. "Nos preocupa que pasará con la semana de vacaciones que habrá en noviembre. Esperemos que se vuelvan a abrir pero no solo en cuatro centros sino en todas las zonas", reclama.
Al igual que los niños, Cardenal está contenta con la iniciativa que se ha estrenado en verano pero con el fin de mejorar el servicio no duda en poner el acento en lo que, a su juicio, falla. "Es inútil que en Santander se haga 'El Veranuco' y esto de la Consejería. ¿Por qué los recursos que salen de todos los ciudadanos se están dividiendo. Se pueden mezclar los recursos del Ayuntamiento y del Gobierno para hacer algo más potente y que pueda llegar a muchos más centros de los que está llegando ahora". Además, cree que "ahora mismo el programa de la Consejería se queda corto y esperamos que año tras años se pueda ir ampliando a más centros". Pero ahí no queda la crítica. "A lo mejor se debería anunciar el programa con más antelación para que las familias están bien informadas". Una apreciación en la que coincide el director del Sautuola pero su visión tiene un tono más optimista. "Desde que arrancó la prueba piloto en Navidades el programa ha ido creciendo y creo que a medida que vaya avanzando la legislatura las familias se irán animando porque aunque la información se distribuye no está llegando a todas las familias".
Fuentes de la Consejería consultadas por este periódico confirman lo que ha reiterado en más de una ocasión el consejero de Educación, Ramón Ruiz. "Nuestro objetivo es ir ampliando el número de centros en función de las necesidades y de acuerdo con los ayuntamientos". De momento este verano aseguran que todas las peticiones que se han hecho en Santander (son los datos que oficialmente manejan al financiar íntegramente el servicio de los cuatro centros que están abiertos) para participar en el programa "han conseguido plaza". "Estamos muy concienciados con el asunto porque para muchos escolares se trata de la única comida al día que van a tomar este verano, explican.