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Los restos de Joaquín del Piélago reposan en un espectacular mausoleo. La lápida se desplaza sobre una ola con un ángel (que ‘compite’ con el más famoso del cementerio) en la parte alta.
El turismo de la otra vida en Cantabria

El turismo de la otra vida en Cantabria

Los cementerios de la región son un catálogo de arte y de historias que atrae a su propio público

Álvaro Machín

Miércoles, 27 de julio 2016, 07:38

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La leyenda dice que en Comillas lo levantaron sobre una antigua ermita. Los vecinos y el administrador del duque del Infantado andaban a la gresca por los asientos. Por el mejor sitio. Al final, el pueblo entero acabó excomulgado. Así eran las cosas hace cinco siglos. La venganza popular una especie de Fuenteovejuna en versión de aquí fue no volver a pisar aquel templo. Al abandono le siguió la ruina. Y a la ruina, la muerte.

El Ángel Exterminador que esculpió Llimona vigila desde lo alto de los restos. Los cementerios están llenos de historias. Y algunas siguen vivas. Por eso hay cada vez más cazadores. De fotos, de curiosidades, de arte... El turismo de la eternidad es uno más entre tantos turismos.

No es que en Cantabria haya colas cuando abren las verjas, pero los grupos suelen quedarse cortos si organizan visitas guiadas. Hay detalles que merecen la pena. Ciriego (Santander), Ballena (Castro), San Esteban (Reinosa), Geloria (Torrelavega) o el propio Comillas son las referencias. Pero hay otros muchos. Cementerios e historias. «Hoy por mí mañana por ti». Está escrito en lo alto de la entrada del de Hazas de Cesto.

Fue un largo y duro proceso contra las costumbres. La rutina de la muerte es delicada. Por eso, el cumplimiento de las normas del XVIII para que los enterramientos se alejaran de las ciudades, de los núcleos de población, tardaron en calar. Fue difícil evitar que los cadáveres acabaran en los claustros o en las huertas.

Las tumbas entre las torres de Cazoña

  • el cementerio de los ingleses

  • El turismo de la curiosidad puede estar pegado al portal de casa. En Santander hay un cementerio incrustado entre viviendas. Cuando se construyó el cementerio de los ingleses estaba en unas afueras que dejaron de serlo. Aquello, ahora, es Cazoña. Pero, para la eternidad, es el cementerio protestante.

  • Un inspector de ferrocarril inglés de 44 años fue su primer inquilino. Y aquello fue en abril de 1864. Lo contaba Matilde Camus una de esas heroínas de la reconstrucción de las pequeñas historias- en su Prolegómenos del cementerio protestante de Santander y su evolución histórica.

  • Las peticiones al Gobierno en 1831, la adquisición de terrenos en 1862... Todo escrito. Hasta la aportación de 1.380 reales del mismísimo rey de Prusia o las 25 pesetas de cuota de enterramiento para súbditos alemanes, suecos, noruegos o británicos.

  • Cementerio protestante inglés. Año 1964, pone en la placa de la entrada de un recinto en el que está el monumento funerario en homenaje a la Legión de Marinos Británicos. Cuatro anclas en torno a un monolito de piedra. Cardenal Herrera Oria, 17. Para decirle al taxista o ponerlo en el GPS. Hay que rebuscar un poco, pero está allí mismo.

En Santander, por ejemplo, en 1840 el ayuntamiento aún tenía que recordar que «los cadáveres no podrán conservarse en las casas más que por el espacio de tres días naturales», tiempo suficiente para asegurarse de que los muertos «efectivamente lo sean». Las crónicas relatan como los cuerpos putrefactos bajaban por los arroyos durante unas inundaciones. Lo explica Luis Sazatornil, catedrático de Historia del Arte en la Universidad de Cantabria. Y es necesario para entender el contexto en el que surgen los actuales cementerios. Para entender como a Casimiro Pérez de la Riva, el elegido para diseñar Ciriego, le acosaron por llevarse las tumbas «tan lejos» una vez que en el de Calzadas Altas (o San Fernando, en la zona de la calle Alta) ya no cabían más.

El de Santander es uno de los cinco de la guía que dibuja el propio Sazatornil (autor de Arquitectura y desarrollo urbano de Cantabria en el siglo XIX, con un apartado específico sobre la arquitectura para la muerte). Hay muchos detalles en Ciriego. También mucha documentación y bibliografía (la web contiene un recorrido por todos los puntos interesantes). La mujer sobre la tumba de Rosa Meana, los panteones de los Cué, Pardo de Santayana, Junco, Malo Mateo... Hay elementos neogóticos, neorománicos, neobizantinos...

La cúpula del panteón de Adolfo Pardo ejerce un efecto hipnótico en la distancia. Calle San Mateo, manzana 13. El apellido familiar está en relieve sobre una puerta llena de óxido y desencajada de su sitio. Es una lástima el estado de los frescos del interior, de Gerardo de Alvear. Pero ese deterioro general configura una escena propia de los versos de Bécquer. Fúnebre romanticismo. Está el monumento dedicado al personal fallecido de la Compañía Trasatlántica en la tragedia del Machichaco, lleno de símbolos marítimos. Hier ruhen deutshe soldaten (aquí descansan los soldados alemanes), pone más adelante junto a otros símbolos muy distintos. También el lugar de reposo de la bailaora Carmen Amaya. En el paseo, esta misma semana, olía a hierba recién cortada. Después de días de calor que achicharraron las flores, el miércoles chispeaba un poco...

Comillas es mucho más que el ángel y la leyenda. Otro paraíso romántico, como si Wagner sonara entre las tumbas la espada, las alas abiertas de la figura.... Allí descansa Joaquín del Piélago, yerno del primer marqués. Él fue el artífice de la traída de aguas al pueblo y a él, en agradecimiento, le dedicaron la Fuente de los tres caños, de Doménech i Montaner. La lápida de su mausoleo se desplaza sobre una ola. Es llamativa. Su ángel el otro en este lugar alza su brazo derecho. Es la piedra, pero es el propio escenario. El cementerio está elevado, sobre un promontorio. Con el catálogo de las joyas de la villa a tiro de vista. Es un mirador.

«Todos los cementerios están ligados a esos problemas higiénicos. Por eso buscaron lugares bien ventilados, expuestos... En ese sentido se distinguen los marítimos de los de interior. Los primeros están en escenarios espectaculares, laderas tendidas hacia el mar», aclara el experto. Ciriego, Comillas... Y también, entre otros, Santoña o Castro. El arte y las vistas. Piedra y vida, en el reino de los muertos.

En el de Ballena, del mismo autor que el teatro Arriaga (Joaquín Rucoba), dos grandes avenidas se enfilan hacia el Cantábrico. Lo de escenario de película no es un tópico (se han grabado varias escenas). Es casi una exposición, una muestra, un museo. Con dos autores en el programa de visitas. Eladio Laredo y Leonardo Rucabado (padre de la arquitectura regional montañesa y autor de la biblioteca de Menéndez Pelayo). Allí están los restos de la familia Artiñano, con un diseño dicen inspirado en la tumba de Leonardo Da Vinci. Y está el pabellón de los Del Sel, el apellido de la mujer del propio Rucabado, con un ángel en bronce de estilo neoegipcio. Único. Tal vez la pieza más sorprendente en toda la región para el turista de la otra vida.

Ese viajero encontrará también ejemplos de la segunda versión. Frente a los marítimos, los interiores. «Recogidos, íntimos, pegados a los muros y cerca de las iglesias...». Para el de San Esteban, en Reinosa, aprovecharon las ruinas de un antiguo templo destruido por las tropas francesas. «Se ciñeron exactamente a las recomendaciones de la Academia de Bellas Artes de San Fernando». Muro de altura, avenidas en torno a una plaza principal con una capilla en el centro rodeada de galerías porticadas...

Todo eso está aquí. La teoría del cementerio neoclásico, el papel, llevado al terreno. Geloria (en Torrelavega todo el mundo le conoce por el de La Llama) entra también en la idea del recinto interior. Fue temprano y se quedó pequeño, acolmatado. En pleno casco, cerrado sobre sí mismo. Como un homenaje a la muerte en la ciudad. Financiado por un indiano (José Ceballos) allí destaca la tumba del arqueólogo Hermilio Alcalde del Río junto a otros panteones.

Los detalles

La hoguera de las vanidades o el contraste humilde de los que dejan el mundo llenan de detalles otros muchos lugares. La guía es inmensa en realidad. En una lápida de Borleña se hacen constar unas medidas bajo el mensaje de panteón a perpetuidad del fundador. Como el cementerio estaba lleno, la cripta se excava. Los números son los metros cuadrados que ocupa. Que se sepa. 75,481. Beranga, Azoños, Campuzano, Laredo, Liérganes, Viérnoles... En el de Valdecilla (Solares) se encuentra «el megapanteón de Ángel de las Pozas (que promovió el barrio de Pozas, en Madrid) y, muy cerca, la minúscula lápida del marqués de Valdecilla», explica Sazatornil. Contrastes. «Hasta aquí el tiempo, desde aquí la eternidad». Eso es lo leen, en lo alto, todos los que entran al de La Cavada (Riotuerto).

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