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Un joven se hace un ‘selfie’ con Revilla ante la cola para firmar ejemplares.
La salsa que más le gusta a Revilla

La salsa que más le gusta a Revilla

El presidente firma ejemplares de su libro rodeado de fieles en Carrefour

Álvaro Machín

Sábado, 1 de octubre 2016, 07:54

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«Si ahora me llama Cani, de Ajo, para decirme que mañana hay una marea de 98, que hay buena mar, que la plea es a las once y que si vamos a coger unos jargos, la emoción del día antes no la cambio por un viaje con Berlusconi por el Egeo».

Revilla está en su salsa con estas cosas. Se siente cómodo y se suelta. Tanto, que antes de empezar a firmar libros en Carrefour de Peñacastillo estuvo hablando casi tres cuartos de hora. Jugaba en casa.

Tenía delante a la mitad del Gobierno (si se tiene en cuenta que la otra mitad es del PSOE) y a un buen grupo de admiradores, ejemplar en mano y dispuestos a reírle el final de cada frase. Y ese terreno lo domina como nadie.

Pidió perdón

  • «Bueno, venga, que en vez de venir a firmar libros parece que he venido a dar un mitin...». Revilla iba ya por la media hora de discurso y ya tocaba ponerse a ello.

  • «Y el que quiera una foto con el Tom Cruise de Cantabria, aquí estoy», dijo para rematar. Pero aún le faltaba algo. Se lo recordó Cintora.

  • «Querías aclarar lo del cura de Colindres, ¿no?». Y lo aclaró. Porque en El Hormiguero le puso fino con una historia respecto a la homilía en la fiesta de San Ginés. Una en la que hablaba de la maravilla de compartir una marmita con todo el pueblo, aunque luego según su relato él se fuera a comer una mariscada.

  • «El caso es que el cura de Colindres no es el que está ahora. Era el que ese año dio el sermón, que está en otra parte. Pido perdón porque además me han dicho que es una bellísima persona». Por lo visto, al sacerdote le había metido en un buen follón.

«Para Paco. Espero te sea útil. Un abrazo». Fue la dedicatoria que abrió la tarde en la hoja en blanco de Ser feliz no es caro. Paco es el padre de Silvia, que se tiró una horita en la cola. La primera. Y por detrás, de todo. «Estoy encantaíta en Cantabria. Tenéis una virguería aquí. Y ya que estoy aquí y me voy el lunes...». Pues a ver a Revilla. La señora, de Huelva, se le comía a besos. Que arte...

Por la megafonía pusieron Viento del Norte no menos de veinte veces. La combinaron con Santander la marinera. A Revilla lo presentaron Rosa Semprún (de Espasa) y el periodista Jesús Cintora.

«¿Por qué yo soy tan amigo de Cintora? Porque le quitaron un programa y yo soy de los perdedores. ¿A quién traigo yo a mi casa? Pues a Cintora, a Elpidio Silva y, a lo mejor dentro de poco, a Pedro Sánchez...».

Así, para empezar. Luego habló de sus libros y de las redes sociales «en seguidores me gana Obama, pero es de otro continente», de los genes, de la envidia, del rencor... Hasta de las «putadas» así, literal que le han hecho y de luchar por algo. Habló tanto que metió en el mismo discurso, que no en el mismo saco, a Blesa, Rato, la madre Teresa de Calcuta y a Cani, el de Ajo. «Es que se habla poco y hay que hablar más. Ahora en el ascensor no pasamos del que bueno hace».

Luego empezó por Silvia, la primera de la cola, y siguió por el resto entre los que llevaban el libro y los curiosos se juntaron unas doscientas personas. Hasta a la novia de un jugador del Racing venido de fuera que obligó al chaval a esperar en la cafetería. Porque ella no se iba a ir de Carrefour sin saludar a Revilla.

Que si besos, que si sácame la foto, que si para fulano «que es su cumple»... «¿Y quién es este señor?», le preguntaba un padre a su chaval al pasar por delante del tenderete. «Pues le he visto en la tele, pero no sé quién es...». Revilla, hijo, es Revilla. «Un inciso. Mañana por hoy estoy en La Sexta Noche», dijo el presidente entre firma y firma.

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