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La Cocina Económica de Santander sirve una media de 90 cenas al día. En Nochevieja prevé 125 comensales.

Menús de Nochevieja contra la tristeza

Centros de acogida, cocinas económicas y hospitales preparan una cena especial para despedir el año

José Carlos Rojo

Sábado, 31 de diciembre 2016, 07:43

En las Navidades acecha siempre esa suerte de carrusel de sensaciones capaz de cambiar al instante la felicidad por la tristeza; y estos días en que conviene buscar la celebración y la alegría pueden estar completamente vacíos para muchas personas en riesgo de exclusión social. Las dificultades económicas, la inmigración o la soledad son losas que arrastran a mucha gente hacia la tristeza que centros de acogida repartidos por toda la región tratan de combatir en Nochevieja con menús especiales para despedir el año. Sucede también en los hospitales, con centenares de enfermos obligados a pasar la noche en una cama extraña.

"En estas fechas especiales somos más benévolas a la hora de abrir la puerta del comedor", asegura sor Evelia Cantera, directora de la Cocina Económica de Santander. "Hay personas que vienen estos días no tanto porque necesiten la comida sino porque están solas". "En Nochebuena tuvimos los 90 comensales habituales y ampliamos el cupo hasta los 125, y en Nochevieja sucederá parecido", cuenta. La despedida de 2016 vendrá aderezada con una cena que arrancará con langostinos, anchoas con pimientos y una sopa casera con guarnición. Después se servirá bacalao a la vizcaína y de postre compota y dulces navideños. "Lo único que hemos eliminado es cualquier bebida alcohólica".

Hay ancianos, inmigrantes, personas en dificultades económicas... "Lo más bonito es ver en su rostro esa mirada de agradecimiento por haberlos dejado venir, por tratarlos bien y por escucharlos. Este día es tanto o más importante el menú como el crear un ambiente familiar, acogedor. Lo que ansía esta gente es imaginar que, de algún modo, ha vuelto a casa", relata sor Evelia.

Alejar la soledad

Tal y como el protagonista del Cuento de Navidad de Charles Dickens huía de sus fantasmas, todas estas personas procuran ahuyentar los suyos. La soledad es el más ofensivo de todos. "Hay que escuchar a todo el mundo. Es lo que más demandan", advierte sor María del Carmen, una de las tres hermanas franciscanas responsables del Hogar del Transeúnte de Torrelavega. "Quien más y quien menos aquí se está recuperando de alguna cosita que le ha pasado en la vida y necesita el apoyo moral de todas nosotras", agrega. Para Nochevieja esa labor se completará con un placer distinto para el paladar. Se servirá de cena una sopa y una merluza con almejas. El postre, como en otras partes, consistirá en un poco de turrón, sidra y unas torrijas. "Tenemos que dar las gracias a la Fundación Asilo de Torrelavega, que es la que nos facilita la comida", agrega sor María del Carmen.

Para algunos de ellos esta noche será una de las pocas realmente apacibles que hayan vivido en mucho tiempo. En el Centro de Extranjeros de la Cruz Roja en Torrelavega duermen refugiados ucranianos, venezolanos, colombianos y hondureños. "A muchos apenas les importa el menú especial. Disfrutarán más de una noche en que tendrán la certeza de que no va a haber un bombardeo y nadie va a aparecer en mitad del sueño para darles una paliza", narra Sandra García, directora del centro.

Los cerca de 80 comensales despedirán allí el año con un entrante de langostinos y fritos variados. Después se servirá una merluza y de postre habrá tarta y dulces navideños. En todas sus mesas se mezclarán familias con credos diferentes: cristianos y musulmanes. "No hay ningún problema con ello. De hecho los pasillos están decorados con motivos cristianos y en alguna habitación musulmana hasta algún niño ha decorado una mesa con un belén. Para los padres es una forma de que los más pequeños vayan adaptándose al lugar donde emprenderán su nueva vida".

El caso de los pequeños es el más delicado. Para ellos es crucial mantener lo que debe entenderse por una vida normal. "Los niños son niños, pero no son tontos. No van a olvidar por lo que han pasado;pero si algo he descubierto en todo este tiempo trabajando con estas familias es que tienen una facilidad especial para sobreponerse a las adversidades". "Es importante que tengan una rutina, que vayan al colegio, que tengan que estudiar, que hagan deporte y esa es la única manera en que son capaces de salir adelante, pese a todo", concreta García.

El caso de los hospitales

Los pacientes de edades más tempranas concentran también gran parte de la atención en los dos grandes hospitales de la región: Valdecilla y Sierrallana. Allí los menús especiales son habituales en la noche que despide el año, al menos para los que la enfermedad les permite el pequeño exceso; pero para el caso de los niños el secreto es aderezar la experiencia con algún detalle más. "Aquí se cenará sopa de ajo y pollo aldeano en su jugo. El postre tendrá dulces de Navidad y una bolsa de uvas", detalla Javier Rodríguez Alonso, responsable del menú de esa noche. La añadidura se observa en el servicio de Pediatría. "Allí los pasillos se adornan y los carritos van cubiertos de luces. Las ayudantes que hacen el reparto por las habitaciones también se disfrazan y todo ello ayuda a que el niño esté más a gusto", observa David Rueda, responsable de la cocina del hospital.

En Sierrallana la última cena del año es el colofón a unas semanas de celebraciones. "Hemos tenido concursos de dibujo infantil con la participación de más de 2.000 niños de Cantabria, la actuación de la coral de Torrelavega, la visita de Ruth Beitia para repartir regalos a los niños... Lo que buscamos es sentirnos como en casa", explica José María Fernández, director del Comité de Ocio y Cultura del centro hospitalario. Allí cenarán crema de ave imperial y unos lomos de mero en salsa verde. El melocotón en almíbar y la bandeja navideña llegarán de postre. "Aunque siempre, siempre, lo más importante para cualquier enfermo es que la familia lo acompañe, como es lógico", apunta Fernández.

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