El interior de la hostelería acusa «el sol y las dudas» en su jornada de reapertura
CANTABRIA ·
La mayoría de los clientes prefirió ocupar la terraza y el sector espera que las mesas de dentro vuelvan a llenarse «poco a poco»«¿En la terraza o dentro?». Hace cuatro meses los bares y restaurantes de Cantabria dejaron de hacer esa pregunta a sus clientes. No hacía ... falta resolver la duda porque la única opción para quien quisiera comer o tomar algo en un establecimiento era sentarse en la terraza. Daba igual si llovía o hacía sol, Sanidad prohibió utilizar el interior de los establecimientos hosteleros que se vaciaron de la noche a la mañana y pasaron del trasiego diario a ser un espacio donde amontonar las mesas y las sillas. Y así han permanecido desde noviembre hasta este miércoles: el primer día de reapertura de interiores a un tercio del aforo y sin barras.
¿Cómo fue la jornada? Más bien «tranquila», reconoció la mayoría de los hosteleros. Descafeinada. En el estreno de la medida se juntaron varios aspectos que llevaron a la gente a apostar por las terrazas. Lo fundamental: el buen tiempo. El sol y la temperatura animaban a llenar las mesas de fuera que sin querer se han convertido en las siempre. Eso de estar dentro parece cosa del pasado y durante la mañana los interiores permanecieron como hasta ahora, vacíos. Al menos en los establecimientos que abrieron sus puertas que fueron, en su mayoría, los bares y cafeterías que no han dejado de trabajar. Los restaurantes que reabran lo harán a lo largo de la semana. Este martes apostaron por la prudencia y antes de tomar una decisión y empezar a organizarse, esperaron a conocer las condiciones y los aforos en la orden publicada en el BOC que no llegó hasta la tarde . Por eso muy pocos estaban preparados.
Algún cliente se dejó caer en el interior. «Hemos entrado porque estaba todo lleno», reconocían Irene y Patricia, mientras desayunaban en el Santa&Co de Santander poco antes de ir a la universidad. Como le ha ocurrido a quien no ha dejado de visitar los bares, las dos amigas han echado de menos los interiores durante las navidades cuando ha tocado pasar frío. ¿Y qué tal la sensación de volver? «Bien porque las medidas nos dan tranquilidad». Sobre todo la distancia, esa que también marca el contacto con amigos y familia. A ellas no les quedó más opción que cruzar la puerta del establecimiento. Sin embargo Ana, sentada en una mesa justo al lado, no lo hizo por necesidad, sino por preferencia. «Me gusta trabajar fuera de casa y estar aquí me resulta más cómodo porque suelo tener enchufes disponibles», explicaba. Por eso estuvo «pendiente» de cómo avanzaba la situación y de la publicación de la ansiada reapertura para poder recuperar esa parte de su rutina laboral. Para ir a comer «me da más igual».
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Ella sí se enteró de que reabrían, pero el desconocimiento también fue uno de los motivos que mantuvo a los clientes en el exterior. «¿Ya se puede consumir dentro?», preguntaba sorprendida Isabel Rubio al preguntarle por qué eligió la terraza. Sentada en una de las mesas del restaurante Luciano, en la Plaza Cañadío, admitía que hasta ese momento no se había enterado de la nueva medida. «Si hiciera malo, seguramente entraría, pero con este sol...», reconocía. Pero no, no le da miedo volver a pisar el interior. Sin embargo la amiga que la acompañaba no tenía tan claro esa decisión. «Con mal tiempo casi seguro me habría quedado en casa», resumía. El miedo a contagiarse será otro de los puntos que marque la respuesta de la gente.
Sin prisa por entrar
En el ambiente había muchas dudas que se colaban en las conversaciones de los clientes así que a los hosteleros no les quedó más remedio que pasar parte de la jornada atendiendo consultas. «Hemos recibido muchas llamadas para preguntar», contaba Manuel Gutiérrez de la Bodega de Fuente Dé, en Peña Herbosa. Allí cogieron ritmo pasadas las 14.30 horas cuando ya había varias mesas ocupadas. La respuesta fue «buena» y parece, lo será durante el fin de semana. En la cafetería Picos de Europa, en la calle Vargas, a esa misma hora había jaleo, se notaba en las idas y venidas de las camareras que iban de un lado para otro con las bandejas llenas. Pero siempre directas a atender la terraza porque en el interior sólo almorzaban dos personas. «Nos apetecía comer dentro», reconocían Óscar Carrera y su amigo. Y lo decidieron sobre la marcha porque se enteraron de que ya había esa posibilidad durante la mañana, mientras tomaban el café. «Lo hemos hablado y nos ha parecido bien». Pero lo cierto es que fueron la excepción. Otros que se animaron a estrenar el interior fueron Reyes Lobeto y su marido. Lo hicieron en Casa Mariano. Aunque han estado «casi sin salir por miedo», no lo dudaron. Eso sí, en una mesa «cerca de la puerta» porque eso asegura que haya «buena ventilación», contaba ella.
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En general encontrar una mesa libre en la que poder disfrutar del sol no resultaba sencillo. «Creo que han venido para quedarse», opinaba el hostelero sobre las terrazas. Después de cuatro meses sin interiores, hablando de la tercera ola, de ver cómo empeoraba la situación sanitaria, de los repuntes en los datos de contagios por covid diarios y la constante llamada a la prudencia, quizá ahora cueste retomar la costumbre. Al menos esa es la sensación. Lo cierto es que «siguen llegando reservas, pero todas son para comer en la terraza», resumía Ángel Riancho, propietario del Mesón Los Arcos.
Parece que no hay prisa y esta semana servirá para tantear la actitud de los clientes y ver cómo responden. «De momento vamos a ver cómo actúan porque todavía hay miedo», comentaba Borja Fernández, de la Taberna Santoña, en Peña Herbosa. En su establecimiento había un par de personas tomando un vino. Recién estrenada la medida «es el cliente habitual quien entra», explicaba. El hostelero cree que poco a poco la gente se irá animando a volver a los bares. «Veremos cómo responde la gente. Hay que ver si está dispuesta a entrar», señalaba Antonio Fernández, propietario del Mesón Rampalay. De momento «es muy pronto. Aunque lo estábamos esperando, la noticia nos ha cogido a todos fuera de juego», reconocía. Desde luego la mañana de este miércoles fue «tranquila» y con poco movimiento en el interior. La prohibición de servir dentro obligó a los negocios sin terraza a bajar la persiana o a conformarse con la comida para llevar. Ponerse en marcha después de tantos meses cerrado no es nada sencillo. Por eso la mayoría de los negocios abiertos fueron los que están rodados y han tenido actividad. A los restaurantes les costará un poco más arrancar. Son días de limpieza y planificación.
LAS MEDIDAS
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1. Aforo. No puede superarse un tercio de la capacidad del establecimiento y las mesas deben estar a dos metros de distancia.
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2. Barras. Continúa, como hasta ahora, prohibido utilizarlas y el consumo sólo puede hacerse sentado.
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3. Horario. El cierre del establecimiento será a las 21.30 horas y no es posible admitir clientes pasadas las 21.00.
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4. Grupos. La ocupación máxima en el interior del local es de seis personas por mesa o agrupación de mesas.
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5. Ventilación. Deberá estar abierta la puerta de entrada y, al menos, una de las ventanas del establecimiento.
La otra cara de la moneda
La reapertura de los interiores no son sólo buenas noticias para quien tenga un bar o un restaurante. También para los distribuidores que son la otra cara del sector y los encargados de llenar las neveras de los hosteleros. Es una cadena, si unos cierran, los otros no trabajan. Perciben la situación del sector en el volumen de llamadas. ¿Y lo han notado? «Sí», pero ligeramente. Ocurre que «la gente todavía no tiene claro si abrir o no. Hay muchas dudas sobre qué hacer», explica Borja Peredo de Argumosa-Benorsa, distribuidores de alimentación y bebida. Peredo considera que retrasar el toque de queda a las once de la noche es lo que empujaría a muchos a decantarse por subir la persiana. Al menos este es un «primer paso, esperemos que lo demás venga después», añade optimista. De momento estos dos primeros tienen más carga de trabajo que los últimos meses. Es una «pequeña mejoría» que levanta el ánimo y, para muchos, es un balón de oxígeno.
El presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria, Ángel Cuevas, asegurór que fueron «muy pocos» los negocios que sirvieron dentro de sus locales durante la primera jornada de reapertura. La mayoría de los restaurantes, los pocos que abrieron, no tuvieron reservas para el día. Empezaron a entrar para el fin de semana. Según Ángel Cuevas, hace falta «algo más» que una llegada de clientes con cuentagotas. Admite que el sector «no está satisfecho» y que el aumento de mesas no es suficiente para mantener el negocio: «Esto es un paso minúsculo que, si no va acompañado por el retraso del toque de queda y un aforo hasta el 50%, no soluci ona ni mucho menos el problema».
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