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Imagen de archivo de uno de los preparativos del grupo de observación en Picos de Europa para realizar un sondeo nivológico. Alberto Aja
El boletín de aludes «es herramienta necesaria para el que sale a la montaña»

El boletín de aludes «es herramienta necesaria para el que sale a la montaña»

Tres equipos de meteorólogos y colaboradores se ocupan semanalmente de testar la nieve para elaborar los avisos para Cantabria

Teodoro San José

Santander

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Domingo, 11 de marzo 2018, 12:54

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Cada miércoles, tres meteorólogos de la Aemet suben a algún paraje de Picos de Europa. Generalmente a través del cable hasta Fuente Dé. Caminan sobre esquíes o raquetas de nieve hasta alguno de los puntos predeterminados que tienen en la montaña, bien a los pies de las Agujas de Tajahierro, bien a la canal de San Luis en dirección a La Padierna, bien cerca de Cabaña Verónica... Ocasionalmente también acceden a zonas próximas al refugio de Andara o a Sajambre. La tarea de este grupo de Predicción y Vigilancia de Montaña es realizar sondeos para analizar las características y estabilidad del manto nivoso. Ese trabajo de campo, junto a los datos que aportan colaboradores de Aemet desde otros puntos, son esenciales para elaborar los boletines de montaña y de riesgo de aludes en Cantabria. No son la biblia, pero sí referencia y consulta imprescindible para montañeros, esquiadores o escaladores que se muevan por Picos de Europa, El Cordel y Peña Labra.

La reciente muerte de dos montañeros afincados en Cantabria al ser alcanzados por un alud mientras realizaban esquí de travesía el pasado día 2 en la vertiente francesa del túnel de Bielsa ha hecho volver los ojos precisamente hacia esos avisos que se emiten semanalmente sobre el riesgo de avalanchas. Tras esos avisos queda el papel de quienes con su información aportan datos para quien pretenda adentrarse en la montaña y practicar con seguridad deportes de invierno. Son ellos los que saben si hay más o menos riesgo de aludes y cómo es de seguro andar sobre la nieve.

«La montaña es territorio hostil, y en invierno, aún más». Aniceto Valle, uno de los integrantes de ese Grupo de Predicción y Vigilancia, sostiene que planificar una marcha por la montaña durante esta época del año requiere tener en cuenta las «advertencias sobre el estado de la nieve», y señala que «la mejor fuente de esa información se encuentra en los boletines» que avisan del riesgo de aludes.

J. Beristain

Las avalanchas son en invierno consustanciales a la montaña y el exceso de confianza, una imprudencia muy cara. Todo el mundo es consciente de que esquiar fuera de pistas, realizar esquí de travesías, marchas sobre determinadas pendientes y bajo determinadas circunstancias puede cobrarse un duro peaje, en ocasiones fatal, por lo que tener en cuenta el boletín permite al montañero conocer de antemano qué riesgo existe por donde va a pisar.

«La pregunta no es si voy o no a la montaña. La pregunta es cómo está el territorio. El boletín te da una pista, y en función de ello decides», indica Valle al tiempo que advierte que un boletín de aludes «no es la solución a las dudas, sino una herramienta necesaria que ayuda a planificar una salida al monte».

Y es que el boletín es eso, un aviso. No es ciencia matemática. «A veces nos preguntan qué exactitud tiene el boletín», apunta Mara Garvía, otro de los componentes, junto a Ignacio Polo, de este equipo de observación nivológica, «pero solo podemos decir que, como predicción que es, hablamos de probabilidades».

Características de la nieve

Porque la nieve también tiene vida, tiene propiedades. Y evoluciona. Una vez en el suelo esa capa blanca se comporta de diferente manera según su cohesión o granulación, según la humedad, dependiendo de qué viento haya soplado o cómo se ha apelmazado, de las temperaturas, de las capas que se han formado... Esa transformación, a la vez, interactúa con las condiciones meteorológicas del momento y lo hará con las venideras, de modo que los boletines de aludes avisan de cómo puede comportarse la nieve en las siguientes jornadas.

Una vez en la montaña el trabajo de campo de este equipo de Predicción y Vigilancia consiste en hacer «una fotografía completa de cómo está el manto nivoso», explica Garvía, examinando «cómo ha evolucionado la nieve y viendo el entorno por si ha habido aludes o coladas de nieve». Realizan un sondeo nivológico, obtienen un perfil estratigráfico y anotan las variables de temperatura o gradiente térmica del corte, la humedad, la densidad y la dureza. También realizan un test de estabilidad con un bloque de nieve.

Como a la montaña suben el miércoles, la mañana del jueves toca trabajo de oficina, indica Garvía. «Valoramos la evolución de esa variables», relata Garvía, y realizan otro tanto con los datos aportados por los otros dos grupos que realizan observaciones (los guías de montaña Alberto Mediavilla y Fernando Calvo, en Picos, y los colaboradores Alfonso Allende y Eduardo Martínez, en Campoo). Todo ello se envía a la sede de Aemet en Zaragoza, donde los predictores elaboran los boletines de aludes teniendo en cuenta todos esos datos remitidos desde Santander y el tiempo previsto para los días inmediatos. El mismo jueves por la tarde se remiten los avisos a las distintas administraciones, Protección Civil, federaciones y clubes. La vigencia de esas circulares alcanza hasta el fin de semana.

J. Berinstain

Interpretación y validez

A base de símbolos, los boletines señalan la distribución y zonas (altitud y orientación) donde existe más probabilidades de aludes. Indican qué tipo de problemas pueden darse (aludes de nieve húmeda, deslizamientos, de placa...) y, asimismo, valoran el tamaño o daño que pueden provocar en caso de suceder.

Frente a los avisos de cualquier nivel (ver la escala europea de riesgo de aludes en la página anterior) debe imperar el sentido común porque siempre se reseñan probabilidades -«Hablamos de predicciones», recuerdan los meteorólogos-, no de certezas. Ante la duda, lo mejor es «salir de la zona de peligro, o practicar esa actividad a menor altitud o en una zona más sencilla», aconsejan a título particular.

Del mismo modo avisan de que los boletines que se elaboran para esta zona sólo tienen validez para Picos de Europa y Campoo (sierras del Cordel y Peña Labra), áreas donde realizan los test. «¿Por qué no para otras zonas de la cordillera? No tiene nada que ver la nieve que se da en Peña Vieja, más húmeda, que en Curavacas, más continental, por ejemplo», explica Valle. Tampoco tiene nada que ver con las diferencias de altitud y de las pendientes que se dan en otros puntos de la cordillera. O de la vegetación existente bajo el manto de nieve, entre otros detalles, que hacen comportarse a la nieve de distinto modo. «Llegamos hasta donde llegamos», concluye Mara Garvía en referencia al equipo humano y de medios con que se cuenta para cubrir más territorio.

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