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Jueves, 24 de agosto 2017, 21:19
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Cantabria llevaba un lustro recibiendo menos inmigrantes de los que se decidían a hacer la maleta y mudarse a otra comunidad autónoma u otro país. Un balance negativo que ha acentuado el problema demográfico que arrastra la región, con una pérdida de población especialmente grave en Santander y en los núcleos rurales. Sin embargo, el año pasado se empezaron a ver los primeros síntomas de cambio, según los datos ofrecidos por el Icane en su estudio de variaciones residenciales. Por primera vez en cinco años, ese saldo entre los que llegan (24.433) y los que se van (23.844) fue positivo. En concreto, 589 personas más. Un primer paso que, de todos modos, no logró frenar la sangría demográfica: Cantabria perdió 2.066 habitantes en 2016.
Si se compara la situación de Cantabria con la del conjunto del país, se observa una dinámica muy similar, con un descenso continuado de inmigrantes desde el año 2008. En 2014 se produjo una mejora que hizo recuperar a España el saldo positivo en 2015, mientras que Cantabria siguió con pérdidas, aunque menores.
22%. Sumentaron los movimientos de entrada y salida del extranjero a Cantabria.
55%. Ha bajado en la última década la llegada de residentes del País Vasco a la región.
10%. De los extranjeros son de Colombia, primer país de origen por volumen.
51. Habitantes se dejó Santander en el saldo migratorio el año pasado pese al incremento en la región.
La coincidencia de la crisis con una mayor emigración frente al repunte de la inmigración con la llegada de cierta recuperación económica lo explicó David Cantarero, profesor titular de Economía de la Universidad de Cantabria, recordando el 'efecto túnel' de Albert O. Hirschman: la paciencia al soportar algún problema es mayor si a nuestro alrededor a todos les sucede algo parecido. «Mucha gente había decidido marcharse a otros lugares buscando trabajo porque entendían que las cosas estaban mal para todos. Pero, ahora, y por este 'efecto túnel', más la incipiente recuperación, más gente querrá volver pues piensan que si hay trabajo para otros también lo habrá para ellos», señaló este experto.
¿De dónde vienen los nuevos residentes de la región? La mayoría, del extranjero. Los movimientos exteriores (de fuera de España) se dispararon un 22,4% el año pasado. Hubo 3.532 altas padronales frente a los 3.162 que se dieron de baja para ir a vivir a otro país. Pero esto no significa que los jóvenes que se fueron para encontrar un trabajo estén volviendo. Aunque la mitad de ellos eran menores de 30 años, sólo el 19% de los que llegaron fueron españoles. El pasaporte del resto lleva sello de medio mundo. La mayor parte de los nuevos vecinos proviene de América Latina y Caribe (43%) y de Europa (18%). Los principales países de origen son Colombia (10%), Rumanía (6%), Venezuela (6%), Perú (4%), Brasil (4%) y República Dominicana (4%).
El País Vasco sigue siendo la comunidad que más nuevos empadronados aporta a Cantabria, pero los números han caído mucho en los últimos años. El año pasado se vinieron a vivir a la región 1.755 vascos, muy lejos de los 3.161 que lo hicieron en 2007. El descenso ha sido continuo y a cuentagotas en la última década. Madrid (1.091) y Castilla y León (1.161) son las otras dos comunidades a las que más les gusta Cantabria para residir.
La zona del arco de la bahía fue la que más notó el incremento de inmigrantes. Su población aumentó en 265 personas, frente al saldo negativo de 51 habitantes de Santander, que sigue sin levantar las cifras demográficas, como también le ocurre a Campoo o el Valle del Saja, otras dos áreas especialmente mermadas a pesar del aumento de inmigrantes en el global de la región.
«Los datos son realmente muy preocupantes y nos reafirman en algo que sucede desde hace años: Cantabria pierde población y la que hay, está más envejecida, lo que se traduce en el aumento del número de personas dependientes de cada individuo en edad de trabajar», reflejó Cantarero. Se refiere a que la esperanza de vida (82,75 años) se sitúa -ligeramente- por encima de la media nacional y también «al envejecimiento del envejecimiento», ya que aumenta el sector de población por encima de los 75 años.
Por el lado contrario, el destino preferido de los cántabros que decidieron marcharse fue el País Vasco, Madrid, Reino Unido y Alemania. Aunque la mitad de los 3.162 que se fue al extranjero lo hizo con «destino desconocido», según el Icane.
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