Cantabria es la segunda comunidad autónoma más cara para hacer la compra

Antes de entrar al detalle de los productos, las características de la compra. Se hizo el pasado viernes y se limita al supermercado (no incluye, en este caso, pasar por la plaza, por ejemplo). De hecho, como se hace en muchos hogares, se distribuye en tres visitas a tres cadenas distintas (las tres muy habituales entre los compradores cántabros). En una, el grueso del carro. En otra, una serie de productos concretos (por preferencia de marca o por precio). Y en una tercera, para comprar el pan y pasar por la sección de carnicería/charcutería. Se trata de la compra para una pareja de 47 (él) y 43 (ella). Los años son importantes porque el estudio sitúa estas edades en las franjas que más suelen gastar. También hay que tener en cuenta que son dos personas que trabajan por cuenta ajena y que no comen o cenan todos los días en casa por motivos laborales (otro factor determinante). Y el caso es absolutamente real. Por gustos, situación económica o tipo de vida, cada hogar llena la nevera de una manera distinta. En este caso –y son patrones que a muchos les sonarán–, se combinan marcas blancas con algunas concretas a la hora de elegir con la idea de ahorrar y se permite algún capricho más allá de lo básico (pero bastante medido). A esto hay que añadir que, aunque resultaba ya obligada la visita al supermercado, siempre hay algunos productos que quedan en casa (que no es necesario comprar porque ya los tienes). Así, se trata de una compra pensada para una semana aunque, lógicamente, una parte de lo adquirido durará más tiempo (para entenderse, uno no compra todas las semanas pastillas para el lavavajillas o suavizante para la lavadora). Pero todo lo comprado forma parte de un itinerario habitual por las estanterías de una gran superficie.

Ya de lleno en el repaso de lo que va en el carro, tal vez lo más llamativo en cuanto a precios sea el del aceite de oliva. Y, ante las botellas, surgen las conversaciones. «Han quitado la garrafa de cinco litros. Te cambian todos los formatos, te varían las marcas... Y todo está carísimo. Te lo cambian para que no te parezca tanto. Nos engañan», comentaba este viernes un jubilado que no encontraba su garrafa habitual. El precio está disparado. El litro de marca blanca (la única que había en este supermercado) del aceite de oliva 'básico' estaba a 9,25 euros. El 'extra' (de la misma marca blanca), a 9,90. Y en otros productos que tienen que ver con el aceite de oliva también se nota. Para muestra, el pack de seis latas pequeñas de bonito (muy habitual en todas las casas). En total, 5,25, bastante más que si va 'al natural' o acompañado de aceite de girasol.

El paso por la zona de frutería incluye comprar unos plátanos de Canarias (había bananas algo más baratas) y una malla de naranjas de tres kilos (también españolas, porque en las cajas de frutas y hortalizas hay bastantes productos de Perú, de Francia, de Portugal...). Allí al lado, setas, algunas bolsas de verdura directas para cocinar, de ensalada y básicos en toda cocina como patatas, cebollas o unos tomates (todos los precios están concretados en la tabla, en forma de tique, que acompaña esta página). La visita a este primer supermercado es la más importante. Incluye los gastos habituales: espaguetis, arroz, algo de legumbre (alubias de bote, por aquello de las prisas), botes de guisantes, champiñones laminados, pimientos del piquillo...

Turno para la leche. También hay diferencias significativas. Aquí prima el gusto por una marca concreta (la desnatada de El Buen Pastor, a 1,24 el litro) por encima de marcas blancas, aunque sea algo más caro. Todo lo contrario que con otros productos (por eso se explicaba lo de la idea de ir compensando entre unas cosas y otras), como el gel o las bolsas de basura (en los que se elige entre las opciones más baratas).

Entre las compras más caras, unos filetes de salmón en un envase (9,52 euros) o el pack de diez botecitos de Danacol de fresa (6,10). O los casi cinco euros del detergente para la lavadora (uno de los más baratos que había, por otro lado). Y como caprichos (que, tal y como están los precios cada vez son más eso, caprichos –y excepciones–), una tableta de chocolate Milka MMMAX (uno con galleta que se ha ido ya a los 3,50 euros) o una bolsa de patatas fritas light (una forma de engañar a la conciencia, a 1,35 euros).

Como el caso es real, hay que reconocer que no daba tiempo (a muchos les pasa) de ir a la pescadería. Así que, más allá del salmón, el carro incluyó una bolsa con filetes de merluza congelados (5,10 euros) o unas gambas de tamaño mediano (también congeladas) para acompañar alguna receta de urgencia (4,95).

A esto hay que añadir otro de los productos más caros del día, ya en el segundo supermercado visitado. Un envase de pata de pulpo cocida que cuesta 9,49 euros. A este establecimiento se acude para comprar 'cuatro cosas'. Porque se busca algo concreto (dos paquetes de pasta rellena, el pan de hogaza de cereales para hacer un sandwich –a 1,89 la bolsa– o un bote de aceitunas de Grecia) o porque resulta más barato (una docena de huevos tamaño L que cuesta 2,19). Incluso, porque son habituales las ofertas.

«Yo es al que más vengo. Y voy a todos porque me interesa mirarlo. Ha subido todo un montón». Otra conversación de pasillo. En este caso, con una amiga hostelera, que viene a por una serie de productos concretos.

Queda sacar la tarjeta de crédito una tercera vez. Otro supermercado. En este caso, únicamente para la sección de carnicería/chacutería. La pareja, ya se ha dicho, no come todos los días en casa. No se cocina demasiado (o, al menos, muy elaborado, también esto es cada vez más habitual). Por eso la compra es diferente a la de otros hogares (sin filetes, pechugas...). Pero es viernes y sí que se preparará la cena. Es lo más caro de toda la compra. Dos entrecots de añojo que suman casi un kilo. Está de oferta y tiene buena pinta. Para olvidarse de los 183 euros gastados.